Los días pasaron volando, Armando pasaba muy ocupado con la hacienda y al hospital solamente iba a operaciones programadas. El día de hoy se levantó más temprano de lo normal, revisó a su abuela que cada día lucia más enferma, le dio un beso y pidió su bendición. Tomó su auto y se fue, era tiempo que organizara algunas cosas en el hospital, al llegar, pasó directo a la cafetería, Miguel lo esperaba.
—¡Qué hombres tan hermosos! —susurraban algunas doctoras y enfermeras.
Y es que la mayoría babeaban por esos dos doctores con cuerpo definido, altura envidiable, facciones atractivas y que además de eso, eran muy ricos e inteligentes, ¿qué mujer podría resistirse a eso? Se preguntaban cómo habían llegado hasta aquí no daban crédito de que, además, de dar su importante trabajo al hospital, también hubieran invertido tanto dinero.
—Lo que
Edith no podía creer que Raúl actuara de esa manera, parecía un niño a la par de Armando, Mariana asombrada por la reacción de Raúl le tocó la pierna suavemente indicándole que se calmara, esto molestó más a Raúl quién al ver que nadie le secundaba, tomó un sorbo de agua y guardó silencio.La sala de juntas era estilo colonial, con u
Entraron al despacho, se sentó en la silla que le perteneció a su abuelo por muchos años y se perdió en sus pensamientos. Miguel lo observaba, nunca lo había visto tan triste, ni siquiera por su madre quien era la mujer que más lo había lastimado.—¡Basta! Estás haciendo un esfuerzo sobre humano por tu abuela, no quiero ver en tu cara rastro de decepción, ni reproches —lo conocía tan bien. Edith estaba frente al espejo del baño, se miraba y no podía creer lo que había hecho, se dejó llevar sin más, ¿acaso no había aprendido nada? Se recriminaba, no pudo ser dueña de su cuerpo en ese momento y él podía haber hecho lo que quisiera con ella, ¡qué vergüenza!, ¿qué pensaría de ella? Se secó con una toalla la cara y el cuello. —¡Ayúdenle, por favor! Súbanlo a su caballo —ellos bajaron a prisa e intentaron, pero él se negaba. estaba comenzando a llover y se oían truenos, eso no le gustaba a Edith ya les tenía miedo a los rayos.—Vamos, dense prisa que comenzará a llover —ellos lucharon hasta que Armando se durmió de borracho y lograron subirlo, pesaba muchoCapítulo 12. Triste adiós
Capítulo 12.1
Los días pasaron dando paso a la llegada de la navidad, Armando no dejaba de pensar en ella, le había hablado a Edith un par de veces en estos días, pero no la había visto. Trabajó duramente todos estos días, así el dolor de haber perdido a su abuela pasaba desapercibido, un día no soporto más y decidido tomó su Jeep Gladiador para ir a buscarla. Edith se sentía contenta y nerviosa, él olía como los dioses. La comida estuvo deliciosa y la plática muy amena, con él podía hablar de cualquier cosa, ni qué decir del postre estuvo celestial, comenzó a sonar una canción y él se puso de pie dándole su mano.—Ya sabe que no soy buena bailando con esto —mencionó levantándose y señalánCapítulo 13. Suya
La piel de Edith se erizaba al tacto de Armando, quién encantado deslizó su ropa dejándola en ropa interior. Era hermosa, con su piel tersa y delicada, su cuerpo le fascinó, Armando quitó sus zapatos y desabrocho su pantalón tirándolo al suelo, quedándose únicamente en bóxer, las pupilas de Edith se dilataron al ver como la erección de Armando mojaba su ropa interior, no sabía mucho de penes, pero el de él le pareció muy grande esperaba que no doliera tanto. "Ibarra"—¿Violetas?, eres un hombre nuevo Armando Ibarra —Miguel le daba un codazo —que yo recuerde jamás te vi regalándole flores a ninguna mujer —reía.—Porqué ninguna hizo que quisiera hacerlo —respondió entregándole los informes médicos. Último capítuloCapítulo 13.2