«El infierno existe, y está aquí, en el mundo terrenal».
Ethan juega con la cabellera rubia de la joven que abraza contra su pecho. Su respiración acompasada es una melodía que lo mantiene relajado y pensativo. En ella principalmente: una mujer apasionada y con metas ambiciosas.
La alerta del móvil de su amante es la que interrumpe tan maravilloso momento desterrándolos de su paraíso. Con una mueca dibujada en el rostro, Caroline trata de alcanzar el aparato y silenciar la m*****a canción.
Ethan se lamenta por no poder ofrecer nada más que trozos de su tiempo; así que, una vez que la mujer vuelve a la posición de antes, la presiona contra su cuerpo y le da un beso en la coronilla que significa: ¡Te quiero!
Entre risas y tirones, ella forcejea contra su agarre hasta conseguir su libertad. Al final, le regala una sonrisa de triunfo. Sin embargo, su fachada cínica no consigue engañarlo: Caroline está locamente enamorada. Y son sus ojos los que le hablan del dolor que acompaña la aceptación del lugar que ocupa en su vida.
El sentimiento de melancolía es el que lo impulsa a hacer de su poco tiempo juntos, algo que valga la pena. Además, la m*****a mujer se había pasado la tarde alimentando su lujuria con insinuaciones atrevidas y para nada discretas. Por eso cuando la puerta de la habitación del hotel se cerró, dio rienda suelta a sus instintos. Le hizo el amor con la pasión que ya no siente por su esposa.
Los ojos grises de Ethan buscan la evidencia de su crimen:
Primero encuentra la blusa de seda blanca que le arrancó a tirones en el rincón izquierdo de la habitación. El sujetador, había salido volando hasta una mesilla. La falda y los tacones, a un lado de la cama. Y a las bragas las mantiene escondidas debajo de su almohada. No es hasta que la escucha maldecir lo suficiente que decide actuar.
—¿Buscas esto? —le pregunta a la rubia mientras le presume el trofeo con orgullo.
Luego de atraer su atención, Ethan le arroja el trozo de tela con la intención de golpear su rostro. Pero ella la atrapa en el aire.
Él no quiere que se marchen pronto, por lo que lleva los brazos detrás de su cabeza y se ajusta en la cama, como un príncipe vicioso. La mira entrecerrar los ojos en comprensión. Lo conoce bien y sabe exactamente lo que le gusta.
Caroline, sin una pizca de pudor, le da la espalda a Ethan para darle una mejor vista de su culo desnudo. Y una vez que le ha mostrado lo que puede tomar, se coloca la diminuta prenda con movimientos suaves y eróticos. Incitándolo a mantener la mirada hambrienta en su cuerpo. Lo reta a quedarse un poco más de tiempo y elegirla en lugar de correr al lado de su esposa para suplicarle perdón por otro largo y duro día de trabajo.
Ahora le muestra los senos, los acaricia lenta y seductoramente con la punta de sus dedos. Sus ojos azules —más oscuros por la lujuria—, observan su reacción.
Ethan le sonríe a su amante antes de saltar de la cama y atraparla de nuevo entre sus brazos. Besa sus labios carnosos con ardor y luego los muerde; únicamente, por el placer de escuchar su chillido indignado de dolor.
Siente como el deseo y la pasión la desbordan. Caroline acaricia su espalda desesperadamente. Su cuerpo se restriega con el suyo. Sus uñas largas y bien cuidadas se entierran en la piel de sus hombros cuando amasa con una mano un seno y con la otra toca su centro. Es tan fácil llegar al paraíso con ella que no le quedan ganas de acostarse con su esposa, o con ninguna otra mujer. Convirtiéndola en la única. Por supuesto, que si de intimidad sexual se habla.
Es la mitad de la noche cuando abandonan el hotel. Dentro del coche, Ethan toma la mano de Caroline mientras se dirigen al departamento de la rubia. En el instante en que sus miradas se cruzan, ella le sonríe. Y el brillo que hay en sus ojos le habla de amor. En ese momento desea con más fuerza poder hacerle promesas, lamentablemente, no es capaz de hacerlo. Todavía no ha tomado la decisión de abandonar a su esposa. No puede negar que ha fantaseado con la idea; sin embargo, la pregunta es, si se atrevería.
No es que fuera un cobarde. Él no lo era. Simplemente, siempre pensó en Elena como la esposa ideal; y vaya que resultó ser una horrible decepción. La pobre mujer era tan sensible y débil que jamás podría lidiar sola con el divorcio. Luego, estaba su propia familia: extremadamente encariñada con ella. Si no los conociera, diría que la aman más que a él.
Caroline no le demuestra cuánto le duele ser su amante y en silencio le agradece su comprensión. Y, aunque pareciera que no le importan sus sentimientos, la verdad es que admira su fuerza. Esa que la mantiene firme para no pedir nada más de él. Piensa en lo mucho que han cambiado después de dos años. Y reconoce que lo que inició como una adicción a su belleza, ahora es un fuerte enamoramiento.
Caroline no es la primera mujer con la que engaña a su esposa, sí, la que ha significado más que satisfacción. Ethan se declara enamorado. Algo que no creyó que pasaría de nuevo en su vida.
La cita concluye con un beso apasionado cargado de intensos sentimientos. De esos que no pueden ser hablados en voz alta.
EL ESPEJO«En este lugar el tiempo y la distancia no existen. Es la quimera, pero también es la realidad».Elena mira la horrible figura de su cuerpo desnudo en el espejo, y, aunque siente asco de sí misma, le es imposible desviar los ojos a otra parte, al menos, no de inmediato. Coge del tocador un peine de cerdas gruesas, y sin despegar la mirada del espejo, comienza a desenredar la cabellera rizada que cuelga sobre sus hombros. Da un fuerte jalón a la mecha enmarañada y con pánico la ve caer al piso. Al levantar la vista hacia su cabeza, se da cuenta de que sus rizos ya no son tan abundantes. Echa un vistazo al rostro regordete y no puede evitar llevar la mano a su mejilla para pellizcarla y medir su grosor. Tras un suspiro, se anima a bajar la mirada. Con la punta de los dedos recorre las estrías que adornan el
«Cuando era niña, mi madre me contaba historias de príncipes y princesas. El recuerdo de esos cuentos nubló mi sentido común. Además, el príncipe resultó ser un buen actor».Elena entra en la habitación y se dirige al tocador donde yace un frasco con medicamento controlado. Al tomarlo deprisa, y con manos temblorosas, se le resbala. Las pastillas desparramadas quedan olvidadas, sabe que él no las encontrará, pues ya no duermen en la misma habitación. Elena únicamente se preocupa por la píldora que ha quedado dentro del recipiente. La deja caer en la palma de su mano y tras observarla, la lleva a su boca para tragarla sin agua. Mira su rostro en el espejo y lo que ve, más que pena, es derrota. Le da la espalda a la imagen y camina hacia la cama d
«La sombra que acompaña a la niña no es más que el resultado de la inocencia perdida. Eso y el hecho de que todo aquí, es oscuridad y desolación».Medio oculta entre las sombras, Elena observaba con atención a una extravagante pareja bailando en el centro de la habitación. La mujer tenía la piel extremadamente blanca; presumía un hermoso cabello largo hasta la cintura de color oscuro con mechones rubios. Sin pudor, exhibía su cuerpo perfecto con ropa reveladora y movimientos sensuales.
ABATIDA«Si te das cuenta de que dormir es mejor que vivir, es porque todo está mal».Elena se despierta con el sonido de alerta del reloj de su buró, todavía en sueños, apaga el despertador, y luego trata de aferrarse a los días felices sin éxito. Abre los ojos y mira a su lado izquierdo solo para encontrarse que Ethan ha pasado la noche en la recámara aledaña. Pero, tal y como el primer día de su ausencia —hace meses—, no pierde la esperanza de hallarlo dormido a su lado.La tristeza la asfixia un poco más cada día. El dolor que experimenta en el pecho le hace preguntarse si vale la pena seguir en una batalla, en donde no solamente debe pelear en contra de su fealdad y el desamor, sino que también, tiene que enfrentarse a la sombra de la muj
LA CITA«La niña solitaria permanece atada a un pasado del que no puede escapar, no importa cuánto grite o llore nadie la escucha, porque a nadie le importa».El sonido insistente de su móvil la hace infeliz, se levanta de la cama con pesadez y busca con la mirada el odioso aparato. Lo encuentra sobre la cómoda. Nerviosa, se pregunta si será él. Al mirar la pantalla, el nombre que aparece es el de su mejor amiga: Caroline.—¿Hola?—¡Por fin me respondes! ¿En dónde te habías metido?—Lo siento, estaba dormida —responde Elena, todavía está acostada. Se estira un poco en la cama, mientras observa el techo de su habitación.—Eres una desconsiderada, por un momento creí que algo te hab&i
«Existe una frágil línea que separa el egoísmo del amor verdadero. Por cierto, muy fácil de romper».Ethan mira a su secretaria preparándose para salir a comer. La mujer no deja nada sobre el escritorio que no deba estar ahí, no hay nada fuera de lugar, ella es ordenada y eficiente como debe ser una secretaria. Caroline le sonríe cuando lo descubre observándola.—Hoy comerás con mi esposa, ¿cierto? —La voz de Ethan es suave y provocativa. La ve torcer los labios en una sonrisa apenada.—Como cada fin de mes, señor.—¿Habla de mí? —realmente quería saberlo. Pero ambas mujeres eran discretas. Tal vez era por eso que, a pesar de que Caroline era amiga de su esposa, había durado mucho tiempo siendo su secretaria antes de que se convirtieran en amantes.—Para nada. E
«Dicen que a las palabras se las lleva el viento. A las promesas, la cobardía».Quella está sentada frente a Ethan muy asombrada por lo que le ha confesado. Ethan, con la paciencia que en realidad no tiene, espera a que Quella de su veredicto. Aunque había desviado su mirada a otra parte, muy lejos de su rostro, podía sentir sus ojos en él.—No lo entiendo. ¿Por qué, Ethan?Ella intenta sujetar sus manos, pero él es más rápido y se echa atrás antes de mirar sus ojos llorosos.—Porque ya no la amo —declara con seguridad, o, al menos, lo intenta. Su voz le ha temblado al final.—No puedo creértelo.—¿Por qué?—Porque este hombre que tengo enfrente, no parece ser tú. Ethan, recuerdo el día que me dijiste que te casarías. Lo que vi en tus
«Dicen que el primer amor es el verdadero, porque nunca volverás a sentirlo tan intenso, grande, ciego, único, soñador, irreal y valiente».Ethan ha llegado a la oficina mucho antes que Caroline, pero este día no se molesta por tener que atender sus propias llamadas; en realidad está nervioso, porque sabe que está a punto de darle un giro a su vida. Cuando Caroline al fin llega, él ya ha confirmado su próxima reunión. Ella lo encuentra guardando algunos documentos en su portafolio.—Has una reservación de hotel para mí —le ordena con voz clara y suave.—¿Vas a viajar?—No. Necesito que esté cerca de la oficina. Esta noche dejaré a Elena.La ve abrir la boca y cerrarla como un pez. La comparación es estúpida y graciosa, sin embargo, no se le ocurre una mejor.&