«Existe una frágil línea que separa el egoísmo del amor verdadero. Por cierto, muy fácil de romper».
Ethan mira a su secretaria preparándose para salir a comer. La mujer no deja nada sobre el escritorio que no deba estar ahí, no hay nada fuera de lugar, ella es ordenada y eficiente como debe ser una secretaria. Caroline le sonríe cuando lo descubre observándola.
—Hoy comerás con mi esposa, ¿cierto? —La voz de Ethan es suave y provocativa. La ve torcer los labios en una sonrisa apenada.
—Como cada fin de mes, señor.
—¿Habla de mí? —realmente quería saberlo. Pero ambas mujeres eran discretas. Tal vez era por eso que, a pesar de que Caroline era amiga de su esposa, había durado mucho tiempo siendo su secretaria antes de que se convirtieran en amantes.
—Para nada. E
«Dicen que a las palabras se las lleva el viento. A las promesas, la cobardía».Quella está sentada frente a Ethan muy asombrada por lo que le ha confesado. Ethan, con la paciencia que en realidad no tiene, espera a que Quella de su veredicto. Aunque había desviado su mirada a otra parte, muy lejos de su rostro, podía sentir sus ojos en él.—No lo entiendo. ¿Por qué, Ethan?Ella intenta sujetar sus manos, pero él es más rápido y se echa atrás antes de mirar sus ojos llorosos.—Porque ya no la amo —declara con seguridad, o, al menos, lo intenta. Su voz le ha temblado al final.—No puedo creértelo.—¿Por qué?—Porque este hombre que tengo enfrente, no parece ser tú. Ethan, recuerdo el día que me dijiste que te casarías. Lo que vi en tus
«Dicen que el primer amor es el verdadero, porque nunca volverás a sentirlo tan intenso, grande, ciego, único, soñador, irreal y valiente».Ethan ha llegado a la oficina mucho antes que Caroline, pero este día no se molesta por tener que atender sus propias llamadas; en realidad está nervioso, porque sabe que está a punto de darle un giro a su vida. Cuando Caroline al fin llega, él ya ha confirmado su próxima reunión. Ella lo encuentra guardando algunos documentos en su portafolio.—Has una reservación de hotel para mí —le ordena con voz clara y suave.—¿Vas a viajar?—No. Necesito que esté cerca de la oficina. Esta noche dejaré a Elena.La ve abrir la boca y cerrarla como un pez. La comparación es estúpida y graciosa, sin embargo, no se le ocurre una mejor.&
«Si la cordura me hubiera llegado antes, lo habría visto. Pero fui ciego, o, simplemente no quise verlo. Ella no estaba bien. Todo fue mi culpa».En el instante en que Ethan entra al estacionamiento del hotel —donde Caroline le hizo la reservación—, la adrenalina se ha esfumado. Es libre para hacer lo que quiera, ¿no? Entonces ¿por qué siente que no está en el lugar correcto?, ¿por qué tiene el mal presentimiento de haber cometido un error al abandonar a Elena?, ¿se ha apresurado?, ¿se siente culpable? Es lo que se pregunta. Sus temores y el miedo al fracaso lo ponen de mal humor. Después de casi ocho años de matrimonio, no era fácil dar la media vuelta e irse, como si no hubiera pasado nada en ese tiempo.Entra a la habitación para encontrar a su amante desnuda con una botella de champán
«Por amor día a día me mato de hambre, para poder ser lo que él necesita en su vida».Elena limpia con esmero el retrato de una joven pareja de recién casados. Del otro lado de la habitación Sophia y Quella, la hermana de Ethan, advierten su tristeza. Ellas temen que en cualquier momento se quiebre emocionalmente. Se observan una a la otra sin saber con exactitud cómo proceder. Luego de un par de minutos, Sophia, se cansa de esperar y toma la iniciativa.Se acerca a Elena con paso lento, la toma de los hombros y la sacude suavemente para llamar su atención.—Elena, cariño, deja eso de una vez —dice Sophia con voz dulce y maternal. Porque su amiga, podía secarse las lágrimas y ponerse maquillaje, no obstante, sus ojos no ocultan la verdad: está devastada. Odia mirarla así, hundida hasta el cuello por un hombre que no la
«Y el color de las paredes no es el mismo y tampoco lo son las cortinas».Pasaron la tarde del domingo visitando departamentos. Ninguno tenía el tamaño correcto ni la mejor vista a la ciudad ni una buena ubicación. Ahora sentados en una mesa del restaurante del hotel donde Ethan está hospedado, se da cuenta de que la mujer no es exactamente lo que pensó que era.Lo acepta o al menos trata de entenderla; después de todo, esperó demasiado tiempo sin pedir algo a cambio. Es decir, ahora lo quiere todo.—¡Mira! ¿No son hermosas?Ella le muestra un juego de cortinas rojas desde su tableta. No le agrada el color.—No tienes por qué preocuparte por esas cosas, podemos contratar a un diseñador de interiores —menciona con delicadeza, sin querer ofender su pésimo gusto.—Sí, pero no quiero que nadie
«Pero, una vez que te rompes, ya nada vuelve a ser lo de antes».Ha trascurrido una hora cuando él entra a la habitación. Ella está en el lugar que siempre ocupa en la cama, dándole la espalda. Elena no quiere incomodarlo y tampoco creyó que dormiría en la misma habitación que ella. ¡Es la primera vez en meses! Prefiere fingirse dormida, sin embargo, lo siente, su peso en la cama. En el instante que Ethan se acuesta, el calor que de su cuerpo emana, le brinda la sensación de bienestar y nostalgia por su compañía; sus movimientos para acomodarse sin despertarla, son torpes. Puede imaginarse su incomodidad al recostarse en un estrecho lugar, así que se mueve un poco más a la orilla. Supone que «ella» es delgada y hermosa; lo imagina abrazándola por detrás, o tal vez ella se recuesta en su pecho para dorm
«Es mejor culpar a otros de obligarte hacer lo que realmente quieres hacer»Ha estado atrapado en ese hotel por casi tres meses, hastiado del lugar, ha tenido que tomar la decisión de visitar a Elena con el pretexto de recoger las cosas que aún tiene con ella. No las necesita. Pero quiere saber si ya firmó el divorcio. Caroline lo ha presionado para apresurar las cosas. Ella no sabe que Elena está pasando por un momento difícil con su abuelo. La salud del hombre ha mermado, o, al menos, eso le dijo Quella hace un mes; ella tampoco la ha visto y no puede decir que no siente algo de curiosidad pues al parecer, lo visita diariamente.En tres días dejará el hotel. No le importa que, en su nuevo hogar, no tenga nada más que una cama; si Caroline sigue empeñada a decorarla con sus propias manos, no se opondrá. Sin embargo, tampoco moverá un d
«A veces lo que desea el corazón no se puede silenciar».Sale deprisa del departamento, quiere huir. Se arrepiente por regresar a su lado. No entiende por qué de pronto esta indecisión de marcharse sin mirar atrás si lo que más desea es su libertad. Sube al coche y lo arranca; las llantas rechinan en el estacionamiento dejando un eco de la furia contenida que experimenta dentro de su pecho. En realidad, no requiere de sus pertenencias, tiene lo necesario con Elena. Además, solo estará con ella unos cuantos días y luego todo acabará, será libre de verdad. Pero es tan grande su tormento que necesita aire fresco y alejarse un momento. No comprende por qué aquella mujer a la que alguna vez amó lo condena. La odia por retenerlo a pesar de saber que ya no siente nada por ella. La culpa por obligarlo a la infidelidad. Al llegar al hotel, entra a su hab