«Por amor día a día me mato de hambre, para poder ser lo que él necesita en su vida».
Elena limpia con esmero el retrato de una joven pareja de recién casados. Del otro lado de la habitación Sophia y Quella, la hermana de Ethan, advierten su tristeza. Ellas temen que en cualquier momento se quiebre emocionalmente. Se observan una a la otra sin saber con exactitud cómo proceder. Luego de un par de minutos, Sophia, se cansa de esperar y toma la iniciativa.
Se acerca a Elena con paso lento, la toma de los hombros y la sacude suavemente para llamar su atención.
—Elena, cariño, deja eso de una vez —dice Sophia con voz dulce y maternal. Porque su amiga, podía secarse las lágrimas y ponerse maquillaje, no obstante, sus ojos no ocultan la verdad: está devastada. Odia mirarla así, hundida hasta el cuello por un hombre que no la
«Y el color de las paredes no es el mismo y tampoco lo son las cortinas».Pasaron la tarde del domingo visitando departamentos. Ninguno tenía el tamaño correcto ni la mejor vista a la ciudad ni una buena ubicación. Ahora sentados en una mesa del restaurante del hotel donde Ethan está hospedado, se da cuenta de que la mujer no es exactamente lo que pensó que era.Lo acepta o al menos trata de entenderla; después de todo, esperó demasiado tiempo sin pedir algo a cambio. Es decir, ahora lo quiere todo.—¡Mira! ¿No son hermosas?Ella le muestra un juego de cortinas rojas desde su tableta. No le agrada el color.—No tienes por qué preocuparte por esas cosas, podemos contratar a un diseñador de interiores —menciona con delicadeza, sin querer ofender su pésimo gusto.—Sí, pero no quiero que nadie
«Pero, una vez que te rompes, ya nada vuelve a ser lo de antes».Ha trascurrido una hora cuando él entra a la habitación. Ella está en el lugar que siempre ocupa en la cama, dándole la espalda. Elena no quiere incomodarlo y tampoco creyó que dormiría en la misma habitación que ella. ¡Es la primera vez en meses! Prefiere fingirse dormida, sin embargo, lo siente, su peso en la cama. En el instante que Ethan se acuesta, el calor que de su cuerpo emana, le brinda la sensación de bienestar y nostalgia por su compañía; sus movimientos para acomodarse sin despertarla, son torpes. Puede imaginarse su incomodidad al recostarse en un estrecho lugar, así que se mueve un poco más a la orilla. Supone que «ella» es delgada y hermosa; lo imagina abrazándola por detrás, o tal vez ella se recuesta en su pecho para dorm
«Es mejor culpar a otros de obligarte hacer lo que realmente quieres hacer»Ha estado atrapado en ese hotel por casi tres meses, hastiado del lugar, ha tenido que tomar la decisión de visitar a Elena con el pretexto de recoger las cosas que aún tiene con ella. No las necesita. Pero quiere saber si ya firmó el divorcio. Caroline lo ha presionado para apresurar las cosas. Ella no sabe que Elena está pasando por un momento difícil con su abuelo. La salud del hombre ha mermado, o, al menos, eso le dijo Quella hace un mes; ella tampoco la ha visto y no puede decir que no siente algo de curiosidad pues al parecer, lo visita diariamente.En tres días dejará el hotel. No le importa que, en su nuevo hogar, no tenga nada más que una cama; si Caroline sigue empeñada a decorarla con sus propias manos, no se opondrá. Sin embargo, tampoco moverá un d
«A veces lo que desea el corazón no se puede silenciar».Sale deprisa del departamento, quiere huir. Se arrepiente por regresar a su lado. No entiende por qué de pronto esta indecisión de marcharse sin mirar atrás si lo que más desea es su libertad. Sube al coche y lo arranca; las llantas rechinan en el estacionamiento dejando un eco de la furia contenida que experimenta dentro de su pecho. En realidad, no requiere de sus pertenencias, tiene lo necesario con Elena. Además, solo estará con ella unos cuantos días y luego todo acabará, será libre de verdad. Pero es tan grande su tormento que necesita aire fresco y alejarse un momento. No comprende por qué aquella mujer a la que alguna vez amó lo condena. La odia por retenerlo a pesar de saber que ya no siente nada por ella. La culpa por obligarlo a la infidelidad. Al llegar al hotel, entra a su hab
Elena se removía nerviosa en el asiento del coche, sus manos estaban sudorosas y frías. Ethan que la conocía bien, sabía que él era la causa. Nunca le habló mucho sobre sí mismo; no porque no quisiera, en realidad, su único deseo era que lo amara a él y no a la posición social de su familia. Cuando se estacionó frente a la casa de sus padres, se bajó y luego abrió la puerta del auto para ayudarla a salir. Al sentir el temblor de sus manos, permitió que respirara un poco de aire fresco antes de tocar la puerta de la casa.—Tranquila. Todo saldrá bien, ellos van a quererte —tomó su mano—, y depositó un suave beso en su palma.—Ethan, no estoy segura. ¿Qué haremos si no les gusto?—Elena, ¿es que no lo entiendes? Eres la mujer perfecta.—¿Por qué solo no me presentas como
«Las mentiras son mentiras, y casi nunca nos salvarán».Elena da vueltas dentro de la habitación, siente que las cuatro paredes que la rodean, se hacen cada vez más grandes y que de un momento a otro la aplastarán.—¡Maldita mujer! ¡Déjalo regresar! ¡Él es mío! —grita con desesperación mientras hala su cabello.De pronto, escucha la puerta de entrada del departamento abrirse y luego cerrarse. Al fin, Ethan ha regresado. Corre a la cama para recostarse y fingir que duerme. Apenas logra cubrirse la cabeza con la sábana cuando Ethan entra a la alcoba haciendo el menor ruido posible.Lo escucha detenerse al pie de la cama, no oye nada más, ni siquiera el roce de su ropa por lo que piensa que está mirándola, tiene esa sensación, lo siente. Tras unos minutos más lo escucha suspirar y lue
«Y el silencio fue nuestro peor enemigo».En la cocina después de que Elena lo dejara solo, Ethan hizo un gran esfuerzo por no ir detrás de sus pasos y explicarle la llamada que escuchó. «¿De qué le serviría?», pensó. Ya sabía que había una nueva mujer en su vida y más que consciente de las razones por las que estaba allí prestándose a esa ridícula farsa. Fue ella quien propuso semejante plan, lo único que él busca es terminar su matrimonio en cinco días, sin drama, ni objeciones. Entonces, ¿por qué debería ir tras su esposa e intentar negarlo todo? Sin embargo, no puede dejar de sentir aquella terrible sensación de culpa por sus infidelidades. Las que comenzaron cuando supo que no podrían ser padres, para él fue una noticia insuperable.
Ethan entró al departamento haciendo un poco de ruido para hacerse notar, apreció con gusto el calor reconfortante de estar bajo techo luego de sentirse adormecido por el aire frío del exterior; olía a flores silvestres tras la ardua limpieza de su esposa. Le agradaba el aroma. Le gustaban muchas cosas de ella que no creía encontrar en alguien más. Pero, sobre todo, el que Elena lo amara a pesar del daño que le causaban sus palabras, la convertía en algo muy valioso, porque lo amaba. Aunque no estaba muy seguro de poder atesorarla. Al atravesar la estancia la escuchó hablar en la cocina. Se acercó y la vio sujetar el teléfono entre su cabeza y su hombro, mientras sacaba del congelador cubos de hielo. —Claro, sí me interesa, ¿a qué hora?...