Elena se removía nerviosa en el asiento del coche, sus manos estaban sudorosas y frías. Ethan que la conocía bien, sabía que él era la causa. Nunca le habló mucho sobre sí mismo; no porque no quisiera, en realidad, su único deseo era que lo amara a él y no a la posición social de su familia. Cuando se estacionó frente a la casa de sus padres, se bajó y luego abrió la puerta del auto para ayudarla a salir. Al sentir el temblor de sus manos, permitió que respirara un poco de aire fresco antes de tocar la puerta de la casa.
—Tranquila. Todo saldrá bien, ellos van a quererte —tomó su mano—, y depositó un suave beso en su palma.
—Ethan, no estoy segura. ¿Qué haremos si no les gusto?
—Elena, ¿es que no lo entiendes? Eres la mujer perfecta.
—¿Por qué solo no me presentas como
«Las mentiras son mentiras, y casi nunca nos salvarán».Elena da vueltas dentro de la habitación, siente que las cuatro paredes que la rodean, se hacen cada vez más grandes y que de un momento a otro la aplastarán.—¡Maldita mujer! ¡Déjalo regresar! ¡Él es mío! —grita con desesperación mientras hala su cabello.De pronto, escucha la puerta de entrada del departamento abrirse y luego cerrarse. Al fin, Ethan ha regresado. Corre a la cama para recostarse y fingir que duerme. Apenas logra cubrirse la cabeza con la sábana cuando Ethan entra a la alcoba haciendo el menor ruido posible.Lo escucha detenerse al pie de la cama, no oye nada más, ni siquiera el roce de su ropa por lo que piensa que está mirándola, tiene esa sensación, lo siente. Tras unos minutos más lo escucha suspirar y lue
«Y el silencio fue nuestro peor enemigo».En la cocina después de que Elena lo dejara solo, Ethan hizo un gran esfuerzo por no ir detrás de sus pasos y explicarle la llamada que escuchó. «¿De qué le serviría?», pensó. Ya sabía que había una nueva mujer en su vida y más que consciente de las razones por las que estaba allí prestándose a esa ridícula farsa. Fue ella quien propuso semejante plan, lo único que él busca es terminar su matrimonio en cinco días, sin drama, ni objeciones. Entonces, ¿por qué debería ir tras su esposa e intentar negarlo todo? Sin embargo, no puede dejar de sentir aquella terrible sensación de culpa por sus infidelidades. Las que comenzaron cuando supo que no podrían ser padres, para él fue una noticia insuperable.
Ethan entró al departamento haciendo un poco de ruido para hacerse notar, apreció con gusto el calor reconfortante de estar bajo techo luego de sentirse adormecido por el aire frío del exterior; olía a flores silvestres tras la ardua limpieza de su esposa. Le agradaba el aroma. Le gustaban muchas cosas de ella que no creía encontrar en alguien más. Pero, sobre todo, el que Elena lo amara a pesar del daño que le causaban sus palabras, la convertía en algo muy valioso, porque lo amaba. Aunque no estaba muy seguro de poder atesorarla. Al atravesar la estancia la escuchó hablar en la cocina. Se acercó y la vio sujetar el teléfono entre su cabeza y su hombro, mientras sacaba del congelador cubos de hielo. —Claro, sí me interesa, ¿a qué hora?...
PRESIÓNEthan sale de su hogar con sentimientos encontrados, por un lado, estaba el remordimiento, por otro, el rencor y por qué no mencionar lo que significa para él su mujer; ¿costumbre, incertidumbre o nada? Se siente extraño al haber dormido con ella después de meses, y, aunque solo compartieron un espacio en la cama no deja de sentirse raro. No es como con su amante, donde puede ser de nuevo el mismo de antes; pero el sentimiento de culpa le dicta que debe complacer a su esposa por última vez. Sabe, que le será muy difícil encontrar un hombre que pretenda permanecer en su vida por amor. ¿Quién iba a amarla si es estéril?Ethan suspira frustrado ante aquel recuerdo amargo cuando su móvil timbra, por el tono sabe que es su amante. Sin deseos de discutir tan temprano, continúa el camino hacia la oficina. Podr&iacut
CAROLINE, CAROLINE«Y cuando la princesa conoce la traición, se convierte en una bruja y ya nada puede hacer para volver hacer la misma de antes».Al verse ignorada sale de la habitación para encontrarse con que, Brisel, ya no está. Toma su bolso y le hace señas a su jefe. Cuando él levanta la mirada, ella sacude un cheque frente a ella para que lo note. «Voy al banco», recita en silencio marcando el movimiento de sus labios para que él pueda leerlos. Al recibir su asentimiento, da media vuelta y se marcha de la oficina. Y una vez fuera del edificio, camina más deprisa, con un nudo en la garganta quemándola por dentro y solo cuando está a dos cuadras de distancia, se derrumba su fachada de chica fuerte. Maldice a Elena por brindarle caridad, por mostrarle t
Caroline y Jessie llevaban un par de semanas en Chicago hospedadas en un hotel, y ella todavía estaba sin empleo, solo con el dinero suficiente para sobrevivir un par de días más. Se preguntó, qué había pensado cuando creyó que lograrían salir de esa casa horrible y poder tener una vida tranquila. Un toque en la puerta la sacó de sus pensamientos sombríos. Caminó hacia ella y la abrió sin preguntar antes, confiando en que era Jessie pues llevaba fuera hace más de una hora, había salido a comprar una pizza. Se sorprendió al encontrar a Elena con una maleta en mano y con Jessie a su lado sosteniendo dos cajas de pizza y una soda familiar.—Me encontré a Jessie y compramos una pizza más. Cargar esta maleta tan pesada me abrió el apetito —dijo Elena adentrándose al cuarto de hotel sin esperar el permiso de su amiga.Caroline
Al siguiente día, Caroline caminaba deprisa con sus altas zapatillas rojas, un poco raspadas de las puntas, pero solo se notaba si las veías con atención. Vestía una minifalda y blusa blanca que compró cuando su exnovio Kevin la llevó a una fiesta familiar en casa de sus padres. Sabía que mostraba un poco las piernas, no obstante, tenía miedo de que el esposo de Elena reconociera la ropa de su esposa. No fuera a pensar que estaba abusando de Elena; así que, tercamente, se puso su propia ropa y no los vestidos que Elena le regaló. En cuanto al dinero que recibió para las zapatillas negras, ella simplemente lo guardó para los gastos hasta que recibiera su primera paga. Solamente hasta entonces no utilizaría los vestidos de Elena, ella se los pagarí
Seis meses después, Caroline había comenzado a ver a Ethan con algo más que admiración.—Señor Donovan, aquí tiene los documentos que me pidió y también le recuerdo que tiene una cita con Zack Reynolds a las dos te la tarde.—Gracias, Caroline, de verdad estaría perdido sin ti —le respondió antes de dar un sorbo a su café humeante, para posteriormente cerrar los ojos y saborearlo bajo la mirada de veneración de su secretaria—. ¡Es delicioso! Ni siquiera mi esposa hace un café tan rico.Caroline sonrío.—Gracias, señor. —Tras un momento dejó a su jefe en la oficina y tras cerrar la puerta suspiró con el corazón latiéndole de forma apresurada.Lo que había comenzado como agradecimiento y gran respeto por aquel hombre quien le dio un voto de confianza a ella, una completa