Abro los ojos de sopetón y mi corazón se dispara cuando la primera imagen que veo, es el rostro de Luc sobre el mío, a pocos centímetros. Estudio sus ojos que me observan sorprendidos, en silencio, antes de alejarse y volver a su lugar. Me incorporo de golpe y me paso una mano por el pelo, todavía algo confundida con lo que acabo de soñar. Otro sueño al que no le encuentro sentido y que, una vez más, trae consigo el desagradable sentimiento de pérdida y la maldita confusión.—¿Dónde estamos? —pregunto mirando a mi alrededor, desorientada. —Tranquila —toca a mi hombro, pero en un acto reflejo me alejo. Parece verme incómoda, porque aparta las manos. — No hemos llegado aún. Falta un poco, pero quería despertarte antes… no parecías estar teniendo un buen sueño. Hay preocupación en su voz, pero no puedo mirarlo. No quiero hacerlo, porque el inconfundible dolor que sentí por la mañana ahora atenaza y estruja más mi corazón. ¿Qué es todo esto? No son cosas he vívido, pero, ¿por qué apar
Detengo a Luc cuando intenta interponerse entre Tristán y yo.Todo su cuerpo irradia enfado, lo cual me parece totalmente irracional. Baja la mirada fruncida para observarme y yo sacudo la cabeza en silencio, para que se mantenga quieto y callado. No quiero, y no puedo, permitir una discusión sin sentido en este momento. Sobre todo porque este es mi trabajo y él debería comprenderlo. Sí, se me olvidó a quién venía a ver hoy, pero fue su culpa por colarse en mi mañana y haber desbaratado mis planes. Luego de su arrebato y nuestra posterior discusión, volví a llamar a Tristán. No hablamos demasiado, pero sí lo suficiente para averiguar qué quería. Y ahora estoy frente a la casa donde se hospeda, haciendo lo que prometí: Una cita personalizada para crear un fondo de guardarropa para su novia.Tristán se reúne con nosotros y se saca los lentes de sol mientras sonríe. Se ve casi exactamente igual a como lo recuerdo; alto, guapo y rubio. Sus ojos marrones brillantes, algo oscuros y tambié
—¿Me puedes explicar que haces? — pregunto, intentando deshacerme de él. —Cuidarte — me aprieta más y evita que lo suelte. Abro la boca e intento soltarme, pero Edith aparece en la entrada con su gran sonrisa. —Por aquí, chicos — nos anima a avanzar. —Claro — compongo una sonrisa, aunque lo que quiero hacer es soltarme de este estúpido hombre que me arrastra adentro. El calor de su mano inunda la mía, e incluso enojada, las motitas de energía que suelen reaccionar a su cercanía, vuelven a hacerse presentes y se extienden por todas mis extremidades. Flexiono los dedos y él baja la mirada, suaviza el gesto y también la presión. Cambia de posición su mano y entrelaza sus dedos con los míos. ¿Qué pretende? ¿Qué entre en combustión espontánea? Porque si ese es el caso, está yendo por el camino correcto. Estoy a punto de que todo mi interior comience a arder. ¡Y solo está tomando mi mano!Me obligo a mirar al frente, a apartar lo máximo posible al hombre que tengo a mi lado de mi m
Alguien carraspea. Ambas levantamos la mirada del portafolio y las anotaciones que hemos hecho.Luc está al lado de Tristán, parece tenso y serio. Más aún de lo que estaba cuando salió de aquí, en cuanto a Tristán, mantiene la misma sonrisa amable. ¿De qué habrán hablado?—Claire, deberíamos irnos — me dice con seriedad, acercándose a mí.Frunzo ligeramente la frente y doy un vistazo a mi reloj de pulsera. Rayos, han pasado cuatro horas y no me había dado ni cuenta. —¿Ya? — pregunta Edith con alarma y decepción —. Pero si la estaba pasando bien…Se levanta y va donde su novio quién la recibe con los brazos abiertos. —Debemos marcharnos. Se nos ha hecho tarde — comienzo a guardar mis cosas y Luc me ayuda. Al parecer él tiene más urgencias que yo en salir de aquí —. Tendré las prendas listas a mitad de semana, puedo enviarlas a tu dirección o puedes pasarte por la boutique para hacer una prueba. Recomiendo realizar lo último, así podremos estar cien por ciento seguras de que te sien
—¿Cómo era mi novio en sus años jóvenes? — pregunta Edith, desde el otro lado de la mesa. Tristán oculta su sonrisa, justo detrás del borde de la copa de vino, antes de dar un sorbo. —Me haces sentir un anciano — reclama él con humor. —Lo eres. Mayor, gruñón, mandón…, y muy sexi — contesta Edith y se encoje de hombros graciosamente, antes de volver la mirada expectante hacia nosotros. Luc y yo estamos sentados lado a lado, en la alargada mesa del comedor. Es un sitio espacioso, impregnado de colores cálidos al igual que el resto que hemos visto. Definitivamente nos quedamos a cenar, una decisión que causó el cabreo de Luc, que ocultó - y está ocultando -, bajo la fachada de tipo encantador que deja suspirando a Edith de vez en cuando. Es el efecto Cox, que ha perfeccionado a través de sus años de artista. Me entretiene que en cuando le dedico una mínima mirada o sonrisa, su semblante se vuelva algo más duro. ¡Dios! No me sentía tan bien de cabrearlo, desde hace mucho, mucho tiem
La urgencia de su voz me descoloca, al igual que la tormenta y miedo en sus ojos mientras estudia mi rostro y acuna mis mejillas. Su mirada azul está repleta de inquietud, mientras acaricia con los pulgares. Parpadeo confundida por ello. Por su reacción y mi propio dolor, el mismo que apretuja mi pecho y que va disminuyendo con el vigor de un recuerdo que no logro atrapar. Un recuerdo que los envuelve a los dos y que se disuelve en mis dedos perdiéndose en la parte oscura de mi memoria. —¿Claire, estás bien? Alzo ligeramente la cabeza y veo a Edith cerca de mí, a unos pasos de distancia, mirándome con preocupación. Asiento torpemente, mientras me incorporo en la silla y cuadro los hombros. Luc deja caer las manos, pero no se aparta, sigue estudiándome inquieto. —Lo siento — me disculpo bajito —. Solo fue dolor de cabeza. Ella asiente y Tristán detiene sus palabras al otro lado de la línea para mirarme. —¿Segura que no quieres ir al hospital? — pregunta, con el móvil aún en la o
Me muerdo el labio inferior y doy un pasito atrás, sorprendida. Mis manos se esconden tras mi espalda. He sido pillada in fraganti y siento el calor subir por mi pecho e inundar mi cara. Él ladea el rostro, acorta la distancia con el ventanal, hace a un lado el visillo translúcido y abre. Trago con fuerza cuando él sale y se recarga en el marco, con los brazos cruzados y la mirada curiosa, brillante y oscura. —¿No te sentías mal? — cuestiona, con una ceja alzada. —Te dije que estaba perfectamente — alzo la barbilla y desvío la mirada. Ahora mi mente se lo imagina quitándose el cinturón y luego desabrochando el botón para luego bajar lentamente el cierre del pantalón. Trago con fuerza.—Entonces, ¿me estabas espiando por qué…? — descruza una mano y hace un ademán para que prosiga. —Solo estaba explorando el jardín — contesto. Y en un intento de sacarlo de encima, agrego —; Sin ánimos de ofender, pero no eres algo demasiado agradable como para querer mirar.Él alza ambas cejas asom
Tengo las manos de Conrad sobre mis hombros, que me ayuda a caminar a ciegas por el pasillo del restaurante donde me han citado hoy. Mi madre me ha ordenado venir, algo que no me causó extrañeza. Aunque sí el hecho de que nada más llegar, el hijo de Elizabeth, una amiga de mi madre, me recibió con un ramo de rosas rojas perfumadas, una sonrisa soberbia que pretendía ser amable y una venda negra. También alabó mi vestido y lo hermosa que me veía esa noche, no pasé desapercibida la mirada obscena con la que recorrió mi cuerpo.No confiaba en él lo suficiente para dejarme guiar por todo el lugar, en especial teniendo en cuenta que este sitio también es un hotel. Siempre hubo algo en él que no me agradó, aunque sospechaba que se debía a que era tan arrogante como todos los que me rodeaban. Al final, luego de que le pidiera dos razones por las que debía confiar y él respondiera con la que creía era una encantadora sonrisa, terminé cediendo y solo porque recibí un mensaje de mi madre para