Brian estaba conversando sobre las últimas noticias con Rachel.—¿Quieres decir que ese sujeto sabe acerca de lo que están planeando ahora contra mí? —preguntó con voz queda la joven presidenta de industrias Hamilton.—Así es —respondió Brian con presteza.—¿Y cuándo piensas interrogarlo?—Apenas se recupere, es decir, que esté fuera de peligro —dijo Brian— El doctor dijo que debíamos esperar, lo mantienen en coma inducido y parece que está mucho mejor.—Espero que pueda despertar antes de que nos ataquen de nuevo —dijo Rachel.—Eso espero también —dijo Brian asintiendo— Pero me temo que el doctor tiene razón, muerto no nos sirve para nada.—Pero ya ha pasado casi una semana desde que lo encontraron —refunfuñó Rachel.—En cualquier momento nos avisan —dijo Brian con optimismo.—Voy hasta las oficinas —dijo Rachel levantándose para salir.—¿Irás en el helicóptero, verdad? —preguntó Brian mirándola con los ojos entrecerrados, porque Rachel estaba cada vez más audaz, a veces salía con so
Brian había hecho arreglos para mantener una estrecha vigilancia sobre Scrubb y sus más allegados, por lo que apenas iniciaran un movimiento extraño él lo sabría.Era hora de pescar al secuaz más importante de Alexander Grassman.…………………….Pero éste estaba lejos de pensar que lo estaban arrinconando, al menos a sus secuaces. Alexander Grassman tenía otras preocupaciones más urgentes que atenderHabían pasado ya cuatro días desde que había sentido un agudo dolor en el pecho y su brazo izquierdo le había hormigueado ferozmente, los dos hombres que siempre lo acompañaban, desde que había llegado a Europa, tuvieron que sostenerlo mientras hacía el esfuerzo por llegar hasta el restaurante adonde iba a comer.Al sentarse, un mesero le había dado un poco de agua tónica y una fruta dulce para que se repusiera. Al poco rato había recobrado el color de la cara, pero sabía que ese dolor no había sido algo casual.El estrés al que había estado sometido en las últimas semanas parecía que le estaba
Alexander Grassman aspiró el aire medio viciado de la populosa capital norteamericana, increíblemente le gustaba ese olor, Nueva York era una ciudad bastante contaminada, con un inmenso río que la atravesaba y serpenteaba a traves de ella, y los olores no eran muy gratos a veces, pero era su ciudad.Allí se había levantado como empresario, allí había crecido, había progresado hasta convertirse en uno de los hombres más poderosos de la capital. Allí había amado y había disfrutado, pero también se había amargado por varias cosas, en especial porque nunca tuvo por completo a la que había considerado la mujer de su vida.Una mueca curvó sus finos labios… ¡Para lo que había valido!Había hecho muchas cosas torcidas en su vida, pero para ayudar a Ivonne había llegado a límites de la locura. Los atentados contra los Hamilton había sido algo drástico, ni siquiera a sus enemigos había tratado de esa manera, todo para complacer a la que creía “el amor de su vida” Pero esta lo había traicionado,
Después de una semana de haber llegado a Nueva York, Grant Perlman tuvo la oportunidad que había estado esperando.Él y Alexander habían estado reunidos con unos socios que tenían en la costa oeste de los Estados Unidos y la reunión se había decantado hacia una discusión por los tiempos de entrega de unas mercancías que debían haber llegado ya a la ciudad.Grant estaba pendiente de su “socio” y notó que este se puso muy pálido y sudoroso, por lo que intervino para que la reunión terminará y sugirió que se reunieran más tarde o al día siguiente.Cuando todos hubieron salido, Alexander se reclinó un poco sobre el escritorio.—Gracias por librarme de estos ineptos, Grant —le dijo con voz cansada— A veces me sacan de quicio los novatos.—Lo sé, jefe —dijo Perlman— Deberías tomar la tarde libre.—Sí, no es mala idea —dijo Grassman mientras comenzaba a ponerse de pie, pero de pronto pareció que le faltaban las fuerzas y cayó medio desmayado sobre la silla.Perlman se acercó rápidamente para
Grant Perlman no perdió mucho tiempo, ya tenía la información que necesitaba el químico loco de Kurt Daine, así que sin perder el tiempo se dirigió directamente hasta donde pernoctaba el científico.—Ya tengo lo que me pediste —le dijo nada más entrar en el cubículo donde pernoctaba Daine.—Eso fue rápido, lo que demuestra el interés que tienes en el asunto, Perlman —le dijo mientras lo miraba con esos ojillos maliciosos que Perlman detestaba.—Pues sí, estoy interesado —le dijo calibrando las intenciones del otro, que seguramente le pediría más dinero si se mostraba demasiado interesado— Es sólo para ayudar a un amigo.—Bien, muéstrame la historia clínica —le dijo extendiendo las nudosas y blancas manos. Daine tenía una piel de un blanco fantasmal, como si su piel nunca hubiera conocido ni un rayo de sol, resultaba a veces repugnante..Perlman le extendió las hojas que había impreso en un local donde hacían impresiones cerca de la clínica donde estaba Grassman. Daine examinó con cuid
Alexander Grassman se despertó un poco desorientado, pero al poco rato ya se había hecho cargo de la situación. Recordó que se había sentido particularmente mal en una reunión en la oficina y eso lo contrarió.«No podía haberme alterado cuando estaba en la oficina —se reclamó— Ahora Perlman está enterado de que no estoy bien»Alexander sabía que no podía darle mucho cuartel a sus enemigos, y Grant Perlman era el mayor enemigo que había tenido nunca, e Ivonne no era sino la guinda del pastel de la conspiración. Estaba seguro de que era ella quien había inducido a Perlman a traicionarlo y más seguro estaba de que ahora planeaban quitarlo de en medio.El asunto era averiguar de qué manera lo iban a hacer… y cuándo, por supuesto.Aunque eso no le importaba mucho, una amarga sonrisa se dibujó en los otrora labios crueles, porque ahora se veían flojos y sin la fuerza de antaño.Alexander había pedido al doctor que le hablara muy claro y este le había dicho con absoluta franqueza lo que le e
Grant Perlman descendió de su auto luego de aparcarlo en una calle lateral, de allí se dirigió a la oficina del químico loco. Entró en el edificio y se dirigió al cubículo de Daine.Este parecía que lo hubiera estado esperando en ese preciso momento, porque estaba sentado en su precario escritorio con una amplia sonrisa, y delante de él estaba un frasquito como los de muestras de perfume, el líquido era transparente.—Señor Perlman —dijo abriendo los brazos para darle la bienvenida— Parece que llega justo a tiempo.—Eso es lo que pienso —dijo señalando el pequeño frasco.—Por supuesto que lo es —su torcida sonrisa se amplió, haciendo que se viera más terrorífico de lo normal— Ya está listo.—Excelente —dijo Perlman mientras sacaba del bolsillo de su bolso un voluminoso paquete de papel amarillo— Aquí está lo acordado.El sujeto lo miró con complacencia y le extendió el pequeño frasco.—Aquí está la solución que estaba buscando —le dijo el hombre— Con una sola gota le puede provocar un
Unos días después Alexander Grassman estaba tomando un poco de jugo de frutas para desayunar, esa noche no había dormido bien, tal cual le había pasado las últimas semanas.Su salud se había deteriorado ostensiblemente desde que habían regresado a los Estados Unidos. Los tratamientos que le habían mandado poco o nada hacían para aliviar su enfermedad, pero a pesar de las poco agradables perspectivas, Alexander Grassman estaba en paz consigo mismo.Una suave sonrisa suavizaba sus usualmente duras facciones, se sentía satisfecho consigo mismo.Miró su reloj y se dispuso a ir a sus oficinas como acostumbraba. Cuando llegó se sintió un poco extrañado de que Grant Perlman no estuviera ya allí, como acostumbraba.Tampoco se preocupó demasiado, así que se dispuso a revisar los asuntos que tenía para ese día.…………………….Rachel se levantó temprano como acostumbraba y a los pocos minutos estaba de nuevo en el gimnasio entrenando como si su vida dependiera de ello.Cuando ya había entrado en calo