Perlman no soltaba la mano de Ivonne y ella tampoco hacía esfuerzo alguno por quitarla de la posesiva mano del hombre. Ambos se miraban a los ojos, como tratando de mirar dentro de los pensamientos del otro, había como un aire de sensualidad y picardía entre ellos en ese momento.Hasta que sonó la puerta de las oficinas de Grassman. De inmediato se soltaron las manos y comenzaron a darse vuelta hacia donde estaba la puerta, en ese momento la figura de Alexander Grassmann se recortó en el marco de la puerta y miró hacia donde estaban los dos.—¡Ivonne! —dijo Grassman con un gesto de alegría— Menos mal que has bajado, pensaba enviar por ti, y Grant se me adelantó, por lo que veo.—En realidad no había subido aún hasta las habitaciones de la señora Ivonne —dijo Grant Perlman— Cuando me disponía a ir al ascensor ella salió de allí.—Por favor, señor Perlman —dijo Ivonne con su voz afectada— Ya le dije que me llame Ivonne, a secas.—Claro Grant —apoyó Grassman— Se pueden tratar en confianz
Rachel pegó un salto al escuchar lo que dijo la enfermera y Brian bajó la vista mientras tomaba a Rachel por el hombro para darle su apoyo. El doctor salió como una exhalación sin decir nada más.—Va a estar bien —dijo Brian casi que automáticamente, pero su voz tuvo una inseguridad que no pasó desapercibida para Rachel.Rachel no le dijo nada, pero sus ojos llorosos expresaban lo que no decían sus palabras.Estuvieron esperando por unos veinte minutos o más. Brian caminaba de un lado al otro en la sala de espera y Rachel solo apretaba las manos en su regazo, donde sostenía un delicado pañuelo de encaje que Patrick le había regalado en su cumpleaños.Al poco rato entró de nuevo el doctor Friedman, venía secando su rostro con un gran pañuelo. Al verlo Rachel se puso de pie de inmediato y Brian dejó su paseo para acercarse también.—No les voy a mentir —dijo sin ninguna introducción o saludo— Por ahora logramos sacarlo de la crisis, pero su corazón está muy dañado, necesitamos un milagr
Habían pasado unos diez minutos desde que el doctor les había dado la terrible noticia, pero para Rachel parecía que hubieran pasado años mientras estaba parada allí, en medio de la sala de espera. Apenas escuchaba la voz de Brian tratando de reconfortar mientras él mismo estaba anonadado, pero su voz le llegaba como si estuvieras kilómetros de allí. Tampoco podía ver nada, solo unos borrones de luz de las lámparas de alumbrado.Un dolor sordo le atenazaba el corazón, pero su mente se resistía.«Él va a superar esto, él se va a recuperar —repetía en su mente como un canto mágico»No sabía a ciencia cierta cuánto tiempo había transcurrido desde que el doctor les dio la noticia, sólo sabía que estaba allí, con su dolor y con la lucha contra lo que parecía imposible.Hasta que sintió que la zarandeaban por un brazo, haciendo que de alguna manera volviera a la conciencia, a la realidad abrumadora.—¡Rache! ¡Rachel! —le gritaba Brian mientras la movía con fuerza para que reaccionara, porq
El funeral fue muy íntimo, y lo hicieron en una remota capilla en las afueras de Harrisburg, en donde iban de camino hacia la hacienda en Ohio, donde iban a refugiarse por recomendación de Brian.Esa noche, después de la muerte de Patrick, Rachel esperó que llegara mamá Emma para despedirse de su hijo, porque después de allí se lo llevarían a una funeraria y de allí a Harrisburg para un breve funeral para después quemarlo y mandar sus cenizas con un guardia, quien las esparciría en el Río Hudson, cerca de donde estaban las oficinas de la Corporación Hamilton.Ambas se abrazaron con fuerza, pero mientras mamá Emma lloraba a mares, Rachel parecía como si se hubiera secado por dentro, sus ojos se humedecían, pero no soltaba ni una lágrima.Todos, sin excepción la miraban un poco preocupados, en especial Brian y mamá Emma. Ellos sabían lo que sufría, y se maravillaban de que no diera muestras de dolor más intensas. Sólo se veía su semblante adusto, una serenidad que parecía fuera de lo no
El tío Buck llegó un par de días después. Cuando entró en la casa mamá Emma lo saludó con mucho cariño y los niños corrieron a abrazarlo porque siempre les llevaba golosinas. La agente Susan Nolan estaba allí también junto con la otra niñera.—¿Y Rachel? —preguntó después de abrazar a todos con cariño.Mamá Emma y Susan se miraron a los ojos.—Sólo hay un par de sitios donde puede conseguir a Rachel en estos días, sargento —le dijo la agente Nolan— En el gimnasio o en la cancha de tiro.Lo dijo con una voz que sonaba preocupada.—Entiendo —dijo el tío Buck sin agregar ningún comentario adicional.—Y si no está allí, podrá encontrarla en la capilla del conjunto —agregó mamá Emma— La verdad es que nos tiene muy preocupada.—Yo creo que está procurando llevar su dolor de una manera no convencional —dijo el Buck pensativo— Eso no es malo, pero puede ser dañino a la larga, iré a reunirme con ella.—Yo lo acompaño, sargento —dijo poniéndose de pie.Ambos salieron por la puerta del frente. M
Esa noche, Alexandre Grassman se acostó pasada la medianoche, estaba sumamente ebrio por haber abusado del alcohol celebrando la muerte de Patrick Hamilton. Y para un observador perspicaz no le sería extraño suponer que Ivonne Coleman contribuyó bastante a la embriaguez de Grassman, sirviendo copa tras otra mientras conversaban.Después de ayudar a un camarero y a Ivonne, a subir a Grassman a sus habitaciones particulares, Grant Perlman se retiró a su propia habitación, un piso más abajo de donde estaban Grassman e Ivonne.A él no le gustaba beber en exceso, eso era algo que siempre le había criticado a Alexander. Este sucumbía con cierta facilidad al deseo de beber de más. Sonrió a la imagen que se reflejaba en el espejo de su habitación; si no fuera por él, Alexander Grassman no habría podido “resolver” muchos de sus asuntos.Él era la “mano siniestra” en los negocios de Grassman, y de hecho, casi todos los contactos para esos “negocios” no conocían a Grassman en persona sino a Perl
—¡Esto es sencillamente una locura! —se escuchó la voz de Brian Harper, que sonaba entre sorprendida y enojada— No puedo creer que me estés diciendo eso en serio, Rachel.—No solo te lo estoy pidiendo, Brian —le dijo con voz dura— Te lo estoy exigiendo.—¿Pero cómo crees que voy a permitir que te arriesgues como si fueras una vulgar carnada? —dijo Brian con tono exasperado— ¡Patrick nunca me lo perdonaría!—¡Patrick no está ya aquí, Brian! —gritó también Rachel— Esos malparidos me lo quitaron, ¿sabes? No hay una sola condenada noche en que no piense en ello por horas sin poder conciliar el sueñoBrian había abierto la boca dispuesto a replicar en el mismo tono, pero, al escuchar las palabras que había pronunciado Rachel, se le congelaron las palabras en la boca y un sordo dolor le recorrió el pecho al recordar la muerte de su amigo.Tomó un sorbo de aire como si hubiera estado ahogándose y luego se aclaró la garganta antes de hablar.—Sabes que es un riesgo muy grande —le dijo con cal
Rachel entró en las oficinas de la corporación Hamilton con paso seguro como siempre, al pasar por el vestíbulo sintió un dejo de nostalgia que le congeló el estómago, porque recordó el primer día que había llegado a las oficinas para solicitar el empleo.Había pasado mucho, muchísimo tiempo, desde esa vez. Ahora era prácticamente la dueña de todo eso, y sus hijos lo heredarían y luego seguirían con su legado y el de su padre hasta décadas después.Una lágrima furtiva escapó de sus ojos al recordar a Patrick, pero fue la única muestra de debilidad que demostrara al entrar en las oficinas.Ese mismo día se reunió con el consejo administrativo y dejó bien claro que estaría viniendo todos los días para la empresa, algo que les sorprendió a todos por la situación, pero nadie se atrevió a cuestionar ni mucho menos a preguntar un por qué.La mayoría veía a Rachel como una mujer decidida y firme, y ahora había que sumarle el hecho de que se veía más madura, y también más seca y cortante, se