El tío Buck llegó un par de días después. Cuando entró en la casa mamá Emma lo saludó con mucho cariño y los niños corrieron a abrazarlo porque siempre les llevaba golosinas. La agente Susan Nolan estaba allí también junto con la otra niñera.—¿Y Rachel? —preguntó después de abrazar a todos con cariño.Mamá Emma y Susan se miraron a los ojos.—Sólo hay un par de sitios donde puede conseguir a Rachel en estos días, sargento —le dijo la agente Nolan— En el gimnasio o en la cancha de tiro.Lo dijo con una voz que sonaba preocupada.—Entiendo —dijo el tío Buck sin agregar ningún comentario adicional.—Y si no está allí, podrá encontrarla en la capilla del conjunto —agregó mamá Emma— La verdad es que nos tiene muy preocupada.—Yo creo que está procurando llevar su dolor de una manera no convencional —dijo el Buck pensativo— Eso no es malo, pero puede ser dañino a la larga, iré a reunirme con ella.—Yo lo acompaño, sargento —dijo poniéndose de pie.Ambos salieron por la puerta del frente. M
Esa noche, Alexandre Grassman se acostó pasada la medianoche, estaba sumamente ebrio por haber abusado del alcohol celebrando la muerte de Patrick Hamilton. Y para un observador perspicaz no le sería extraño suponer que Ivonne Coleman contribuyó bastante a la embriaguez de Grassman, sirviendo copa tras otra mientras conversaban.Después de ayudar a un camarero y a Ivonne, a subir a Grassman a sus habitaciones particulares, Grant Perlman se retiró a su propia habitación, un piso más abajo de donde estaban Grassman e Ivonne.A él no le gustaba beber en exceso, eso era algo que siempre le había criticado a Alexander. Este sucumbía con cierta facilidad al deseo de beber de más. Sonrió a la imagen que se reflejaba en el espejo de su habitación; si no fuera por él, Alexander Grassman no habría podido “resolver” muchos de sus asuntos.Él era la “mano siniestra” en los negocios de Grassman, y de hecho, casi todos los contactos para esos “negocios” no conocían a Grassman en persona sino a Perl
—¡Esto es sencillamente una locura! —se escuchó la voz de Brian Harper, que sonaba entre sorprendida y enojada— No puedo creer que me estés diciendo eso en serio, Rachel.—No solo te lo estoy pidiendo, Brian —le dijo con voz dura— Te lo estoy exigiendo.—¿Pero cómo crees que voy a permitir que te arriesgues como si fueras una vulgar carnada? —dijo Brian con tono exasperado— ¡Patrick nunca me lo perdonaría!—¡Patrick no está ya aquí, Brian! —gritó también Rachel— Esos malparidos me lo quitaron, ¿sabes? No hay una sola condenada noche en que no piense en ello por horas sin poder conciliar el sueñoBrian había abierto la boca dispuesto a replicar en el mismo tono, pero, al escuchar las palabras que había pronunciado Rachel, se le congelaron las palabras en la boca y un sordo dolor le recorrió el pecho al recordar la muerte de su amigo.Tomó un sorbo de aire como si hubiera estado ahogándose y luego se aclaró la garganta antes de hablar.—Sabes que es un riesgo muy grande —le dijo con cal
Rachel entró en las oficinas de la corporación Hamilton con paso seguro como siempre, al pasar por el vestíbulo sintió un dejo de nostalgia que le congeló el estómago, porque recordó el primer día que había llegado a las oficinas para solicitar el empleo.Había pasado mucho, muchísimo tiempo, desde esa vez. Ahora era prácticamente la dueña de todo eso, y sus hijos lo heredarían y luego seguirían con su legado y el de su padre hasta décadas después.Una lágrima furtiva escapó de sus ojos al recordar a Patrick, pero fue la única muestra de debilidad que demostrara al entrar en las oficinas.Ese mismo día se reunió con el consejo administrativo y dejó bien claro que estaría viniendo todos los días para la empresa, algo que les sorprendió a todos por la situación, pero nadie se atrevió a cuestionar ni mucho menos a preguntar un por qué.La mayoría veía a Rachel como una mujer decidida y firme, y ahora había que sumarle el hecho de que se veía más madura, y también más seca y cortante, se
Los impactos sobre la carrocería se sucedían, y los atacantes estaban extrañados de que los vehículos se quedaran detenidos en lugar de salir de allí a toda velocidad, pero todo tenía una razón de ser.Los sujetos estaban apostados en dos camionetas de carga grandes, con las puertas traseras abiertas de para en par, dejando ver las poderosas ametralladoras calibre punto cincuenta, las que hacían un daño enorme a los vehículos pero sin conseguir penetrar el duro blindaje que les habían instalado.Los autos donde se desplazaba Rachel habían sido modificados por expertos del ejército y la marina de los Estados Unidos, de manera que habían convertido los autos en una versión pequeña de un tanque de guerra prácticamente. Era tan pesado el blindaje en acero, aparte del Kevlar que habían utilizado para revestir los autos, que tuvieron que instalarle llantas especiales antipinchazos, las cuales tenían un anillo de un duro compuesto de polietileno, lo que le permitiría seguir rodando en caso
Alexander Grassman seguía sentado en la terraza del hotel, había decidido cenar allí mismo, pero hacía mucho rato que los meseros habían retirado los platos con los restos de la cena. Una idea fija le rondaba por la cabeza: “Ivonne no estaba satisfecha con él”Lo notó desde el primer día, pero lo disimuló bastante bien… Él bien sabía de la naturaleza fogosa de Ivonne desde que eran apenas un par de adolescentes. Alexander trabajaba para su padre en las oficinas y ella iba con frecuencia a las oficinas a ver a su padre, y aunque era menor que él, ella fue quien lo sedujo una vez en los archivos de la empresa.Este era un lugar solitario, casi siempre Alexander era el que iba allí a buscar libros de cuentas y listados de clientes, por ello fue sencillo para Ivonne seguirlo, ella apenas había pasado los quince años, pero él no pudo resistirse a su insistencia.Cuando por fin estuvieron juntos fue porque ella se desnudó para él y comenzó a hurgar en sus pantalones como si fuera una exper
Después de varios días, Brian se reunió de nuevo con Rachel en su apartamento.—Hola, Rachel —la saludó mientras se sentaba en una de las butacas de la sala.—Hola —dijo— ¿Qué lograste averiguar?—Tenemos ubicado al sujeto —dijo Brian con rapidez— Y de hecho estamos siguiendo a uno de su grupo que parece su mano derecha. Estamos esperando a que dé un paso en falso para ponerle las manos encima sin que sospechen de nosotros.—Entiendo —dijo Rachel, pero la expresión de su cara era de fastidio por tener que esperar.Brian se dio cuenta de inmediato de ello.—No tenemos más remedio —le dijo— Sabes que yo deseo esto tanto como tú, pero debemos ser cuidadosos.—Lo sé, pero no deja de molestarme un poco la tardanza —Dijo ella.—Es importante que lo capturemos con cualquier excusa, para que no sospeche que estamos tras ellos por los atentados —puntualizó Brian.Rachel no dijo nada más, pero asintió para hacerle saber a Brian que lo entendía.—Voy a regresar a la oficina —dijo este poniéndose
Alexander Grassman sostenía el teléfono en la mano, pero no se movía. Acababa de recibir una llamada desde su casa en Nueva York donde le informaban que su esposa había fallecido en un accidente de auto en los Hamptons.Se quedó sin palabras unos segundos, pero luego sus sentido práctico se activó de nuevo y le dió instrucciones específicas al ama de llaves para que ordenara a la funeraria que preparara el cuerpo para el funeral que se llevaría a cabo en una semana cuando él regresara.La sorpresa había sido por lo inesperado, porque entre él y su esposa no habían habido sentimientos desde hacía varios años, incluso ya tenían casi una década desde que habían tenido algún contacto físico. Pero la noticia no dejaba de sorprenderlo.—¿Aún está allí, señor Grassman? —se escuchó la entristecida voz del ama de llaves a través de la bocina.—Sí, aún estoy aquí —dijo Grassman casi automáticamente, y luego algo le pasó súbitamente por la cabeza— ¿Estaba mi esposa conduciendo, Abby?—Sí, señor.