Aida apagaba la pequeña lamparita de la mesa de noche para quedar bajo el pequeño rayo de luna que se filtraba por las cortinas de la habitación, dándole un toque bastante enternecedor.
-Creo que lo necesitamos, desconectarnos de todo, no tendré problema mayor, dejaré a Jim encargado del proyecto -.
-Yo hablé con mi jefe, no habrá mayores inconvenientes, dejaré todo listo en una semana, portadas cubiertas, dos artículos que debo entregar, tendremos esos días sin llamadas de trabajo, imagino una que otra para los chicos, tus padres…-
-Entonces no se diga más cariño, iremos a renovar nuestros votos matrimoniales, alguna capilla en un lugar pequeño, discreto, solos tu y yo-
-Nuestra fiesta de mañana será perfecta, compartiremos con todos, señora Kent nos aguardan días de pasión, besos, aventuras, y mucho amor-.
-Que sugestivo…-
-Tentadoramente diría, es un peligro-.
-Créeme no permitiré que duermas, tendremos una apretada agenda de cenas, vino, noches locas-.
-Cuenta conmigo, lleva tu agenda-.
Los besos cubrían a Aida quien cerraba sus ojos dejándose perder en las caricias que ahora la invadían, haciéndole sentir que estaba flotando por las nubes del amor.
El jardín había sido decorado con total gusto, todos comentaban sobre los detalles que le daban el toque, Mark hizo su entrada junto a Sara y su hija, en ese instante llegaba Jim, Emma su secretaria y amiga de la familia, algunos otros amigos en común del matrimonio Kent.
Minutos después Keila y Michael hacían su arribo, ella envuelta en un hermoso traje color rojo vino que resaltaba su cabellera castaña y ojos verdes, Keila trabajaba para una firma de abogados, por eso Ciara había inclinado su gusto por el derecho, quería ser como la tía Keila.
George y Katia llegaban a la fiesta, la orquesta era magnifica, la mesa colocada al fondo del jardín decorada con exquisitos ramos delicadamente en tonos rojos, blanco y dorado.
Aun así, era una fiesta solo para los más allegados, Oscar quien había preparado la cena, les había enviado el pastel, las entradas, y el postre como regalo especial de su parte.
Keila y Leila habían hecho toda la decoración, la habilidad de Leila de convertir una hoja de papel en una belleza era destaca tenía el talento en sus manos, la verdad era que había hecho del jardín todo un salón espléndido.
Esa noche tomarían algunos aperitivos, vinos, y uno que otro whisky, la verdad es que tomarían uno que otro invitado algún trago.
Aida hizo su aparición en el lugar, un vestido azul medio, hacia juego con su nuevo color de cabello había pasado a un rojo borgoña que le resaltaba sus preciosos ojos y blanca piel, se veía hermosa, el collar de perlas le daba un toque de glamour. Los aplausos no se hicieron esperar, Horacio reaccionaba admirado de la hermosa chica que ahora tenía frente a él.
-Oh Aida estas hermosa esta noche-.
-Cariño espero que te guste, obra de Mark-.
-Linda, luces hermosas, es tu noche toda tuya-. Mark le tomaba la mano para que ella diera la vuelta.
La música inundaba el lugar, ante lo cual Horacio invitaba a su esposa a bailar, lo mismo hicieron algunos invitados, era una apacible y preciosa noche, los invitados charlaban entre sí, Ciara y su amigo bailaban en ese momento, el chico la pretendía, aunque ella quería esperar un poco, Martin bailaba con Leslie su novia de un año, estaban enamorados y con muchos planes, pero solo el tiempo te va llevando solía decir.
La música que tocaban les llevaba a recuerdos, cuando se habían conocido, los días de universidad, los paseos, los días que habían pasado sin verse cuando Horacio había enfermado, la ventaja era que vivían cerca y por eso solían trepar por las ventanas para dejarse notas.
-Aida querida, estas bellísimas, les deseo a los dos, muchas felicidades, que estén unidos por muchos años más-. Los ojos de Katia se dejaron nublar por unas pequeñas lágrimas.
-Vamos Kat, no quieres que llueva ¿O sí? -.
-No para nada, se arruinaría este hermoso jardín, no me prestes atención hijo, ya sabes es un poco de emoción que me envuelve, pero basta, es una noche para estar felices -. Katia sonrió.
-Mamá, no tienes que disimular puedes llorar, una pequeña lluvia vendría bien, jugaríamos como cuando éramos chicos-.
-Jajaja, Keila que ocurrencias las tuyas-.
-Papá sabe que no miento, solías bañarte bajo la lluvia-.
-Que épocas-. George soltó una carcajada, y todos pasaron a la mesa, una campanilla anunciaba que la cena seria servida.
Leila decidió por un whisky, la ocasión lo ameritaba y ella también, y ágilmente le llevaba uno a Horacio.
-Bien esta noche no te puedes negar, es tu aniversario-.
-No soy de licor, pero un aperitivo puede ser-.
-Cielo tomaré un vino, ya regreso, Leila cariño gracias por todo lo que hiciste, convertiste mi jardín en todo un salón de película-.
-Fue con todo mi corazón para ti-.
-Lo sé, luce hermoso-.
Leila tomaba asiento al lado de Jim, era un alto ejecutivo en la empresa de Horacio, tenían quince años trabajando juntos, Lewis era un hombre de unos cuarenta años, atractivo, ojos cafés claros, cabellos castaños.
-Buenas noches… ¿No nos han presentado? -.
-No, nadie ha tenido el gusto-.
-Es un placer conocerte, Jim Carpentier-.
-Leila Madison-.
-Leila déjame decirte que luces muy hermosa-.
-Que observador-.
Ella sonreía coquetamente, no estaba nada mal, sus ojos en un momento miraron hacia donde Horacio, quien en ese instante cruzaba su mirada con ella, una sonrisa se dibujaba en sus labios, para seguir platicando con sus padres.
Leila se levantaba de la mesa para solicitar otro trago en la barra, Lewis aprovechaba el momento para ir por uno.
-Veo que somos dos con la misma intención un trago- ella levantaba su trago, haciendo ademán de un brindis-.
-Tal parece, no suelo tomar a menudo, pero conocerte amerita un brindis-.
-Pienso igual- Y diciendo esto se encaminaba hacia la mesa, su ajustado vestido dejaba ver sus formas, su cabello caía sobre su espalda, Jim se adelantaba para correr su silla, ella coqueteó un poco, le gustaba sentirse mirada, admirada, y porque no deseada.
Pero sus ojos no podían dejar de mirar de tanto en tanto a Horacio, siempre había sentido esa atracción, aunque no había querido dejar volar su imaginación, era el esposo de Aida, eso complicaba sentir algo más allá de simple amistad.
Horacio hizo sonar su copa logrando que todos quedaran en silencio.
-Gracias a todos por estar en esta noche especial con nosotros, noche en la cual festejamos veinte años juntos, Aida eres la compañera perfecta, la madre ejemplar, el amor de mi vida, además que has empujado la nave de tantos sueños compartidos, es inevitable no llenarme de emoción, felicidad, por todo lo vivido, gracias cielo, por nuestros dos maravillosos hijos, por tu entrega, y lo más importante, porque jamás hemos perdido el arte de sorprendernos, por ti Aida pido un brindis-.
Las copas se levantaron en alto, todos brindaron -Aida y Horacio, por muchos años juntos-. Los aplausos no se hicieron esperar, silbidos y gritos de beso, beso, a lo que Horacio le daba un tierno y maravilloso beso.
La cena llegaba a la mesa, la música reanudó su acompañamiento, Horacio tomaba a su madre de la mano para una pieza de baile, Katia era una magnifica en la pista de baile, Horacio le contaba acerca del viaje que harían, ante lo cual su madre dijo estar totalmente de acuerdo con Aida, seria renovador, además Italia tenía su encanto.
-Italia tiene encanto, belleza, paisajes para enamorarse y quedarse allí para siempre-.
-Me imagino que echas de menos viajar con papá como solían hacerlo-.
-No querido, en nuestra casa a campo abierto la vida es mucho más placentera, decidimos no volver a esas excursiones y viajes, siempre todo agendado, en el país hay lugares de ensueño, con una pequeña casa rodante se hacen maravillas-.
-Te lo creo- Horacio bailaba con la mujer más especial del mundo, su madre, Katia era única.
-Madre ¿Alguna vez papá y tu…?
-Oh… inevitablemente hay días grises, algunos de buen sol, como todo en la vida, aunque te aseguro que es cuestión de tomar las decisiones correctas-.
-Es difícil hacer todo correcto-
-Es difícil cuando solo actúas por el impulso, por la ceguera de las emociones, pero jamás es imposible-.
-Mamá siempre te he admirado-.
-Hijo, hay días que despiertas, quizás sientas que tus sentimientos se cruzan, hay momentos difíciles, solo tienes que buscar dentro de ti, no es buen paso irse apresuradamente en lo primero que se viene a la mente, hay tormentas que vienen, el hecho es como las afrontarás-.
-Lo se madre, hay días de días como dices-.
-Jajaja, ten siempre presente lo que te ha llevado a construir lo que tienes-.
Katia le miró haciéndole sentir confortado, así era ella, su palabra en el momento justo, adecuado, a tiempo era única. Siempre sabía que decir, como decirlo, y en qué momento, infinita ternura le embargó el corazón, sus padres eran especiales, maravillosos y unicos.
Katia miró de costado hacia donde Leila tomaba lugar en la pista, su mirada no dejaba de ver a Horacio, le daba la impresión que cierto mal se envolvía en el ambiente. Ambiente que parecía opacar esa noche, podía ser tan solo una leve impresión, Leila era amiga de la familia, compañera de Aida hacia un buen par de años, Katia conocía a su madre Olivia, solían verse de tanto en tanto.-Horacio, he notado que Leila te mira con ojos hermosamente llamativos, debes ser cuidadoso, lo noté, pero pensé que eran cosas de madre con algo de intriga, ya sabes uno ve cosas a veces donde no las hay, o hay cosas que no se ven objetivamente-.-Madre creo que son impresiones, no me interesa Leila en lo absoluto, pero estaré en alerta-.-Te haría bien que estes alerta hijo, un traspié siempre trae complicaciones en la vida-.En ese instante George se acerc
Tenía una extraña sensación de temor, se cuestionó por unos segundos mientras estacionaba el auto, podía ser por Leila, estaba seguro que deseaba tener una seria relación con ella, aunque ella le generaba aquella extraña sensación,se sentía feliz, casi que no lo creía, pero sin embargo aquellos pálpitos fuertes estaban allí, sin irse, sin ausentarse, --La felicidad también da pálpitos…Pensaba-.Desde la primera vez que le conoció le gustó de tal manera que se quedó prendado, siempre que se cruzaban en algunos eventos o lugares, ella le miraba con aquella picardía, con aquellos ojos que le sugerían más, ahora era real, mejor dejar los pálpitos y ser feliz, había aguardado tanto tiempo por este momento y ahora se presentaba, como si todo estuviera hecho para que fuera as&iacu
Leila despertaba con rapidez mirando su reloj en la mesa de noche, las copas de la noche anterior fueron demasiadas, más de una botella.Caminando a paso algo lento, llegaba al baño en el instante que cerraba la puerta, miró de reojo hacia la cama, Jim dormía profundamente.En que estaba pensando en invitarle a su cama, estaba loca quizás.Se quedaba sentada allí mientras sentía como descansaba su vejiga.Se lavaba las manos, recogía su cabello para ir directo a la cocona por una buena taza de café.Colocaba la cafetera y esperando tomó lugar en uno de las sillas de la barra, entre las cosas que recordaba, tenía presente la pasión, el placer y los deseos con los cuales habían hecho el amor, no ocultaba que era atractivo, sensual, y muy pasional…ella también lo era, pero no era más que un deseo carnal que pensaba seguir mientras todo siguiera.Le gustaba Horacio, era algo que la estremecía de pies a cabeza, no podía mantener por mas tiempo su fidelidad por amistad, su objetivo era desf
-Oh que exquisito día que hemos pasado, la verdad sea dicha que todo te quedó de maravilla hija mía, pasado mañana volveremos a casa, y dos días después nos iremos de crucero con Marla, al final esta inquietante mujercilla me ha convencido, aquí ya terminó nuestro viaje de aventuras, así que hija fue maravilloso compartir en familia-.-Mamá tengo que hacerte una confesión-.Todos miraron a la pareja con curiosidad.-Nos tomaremos un año sabático para viajar, y regresando nos casaremos, estamos comprometidos oficialmente, en este viaje iremos a casa de los Dublín, padres de Michael para visitarles… mi anillo de compromiso señoras-. Extendía la mano con una gran sonrisa.Los aplausos y abrazos surgieron, Kat estaba feliz aquella noche, la felicidad visitaba su familia, sus hijos estaban con las personas que habían escogido para pasar el resto de sus días, era motivo para brindar y desear lo mejor, era motivo para no preocuparse de algún viento gris en el horizonte de sus vidas.George f
Kate y George se despedían con miles de abrazos y besos para todos, Marla cerraba su cosmetiquera revisando que nada faltara. Los días habían pasado a velocidad.-Todo está en orden…cariño deseo que tu viaje sea placentero, y lo importante…felicidad-.Horacio y Aida despedían a sus padres respectivamente, quedando en verse nuevamente en unos meses, Kate, había dado un giro a su look, corte nuevo, color.-Te ves hermosa mamá- Keila abrazaba a su madre.-Tu padre esta de seductor-.-Eso es perfecto, tendrán mucho tiempo en el crucero para jugar a perseguirse por todos los rincones-.-Es un divertido juego-.-Hijo cuídate… te llamaremos desde el crucero, aunque tan pronto estemos en casa te avisaremos que llegamos bien-.-Eso me deja más tranquilo, igual llama por el camino…mamá te extrañaré mucho, me harás una enorme falta-.-Cariño…. En pocos días ya ni te acordaras de nada, estarás rumbo a tus codiciadas vacaciones, y ni echarás de menos a esta vieja gruñona-.-Ni digas eso en broma m
Horacio reaccionando de manera algo abrupta soltaba a Leila.-Esto es nefasto Leila, estoy en mi oficina-.-Y eso lo hace más excitante Horacio, es así, nada está mal, es un romance pequeño, no pasará más allá de esto, ven aquí-.Su blusa era soltada por sus manos, ella se acercaba de aquella manera tan seductora y voraz que le hizo cerrar los ojos, en ese instante el timbre del teléfono le traía al presente.Abrió sus ojos de golpe, Leila venia hacia el para tomar la copa de sus manos, en aquel instante Horacio miraba su traje, y la veía ahora con verdadero rostro de asombro, ella estaba vestida, su cabello en orden…cuando hace solo unos minutos estaban en una escena totalmente indecorosa, había algo en ella que le atormentaba los sentidos, ya hasta tenía alucinaciones, esas eran de temer podían llegar a volverse una completa realidad.Horacio le dejó la copa sobre la mesa, para caminar hacia su escritorio con rapidez, su rostro había dado un cambio de expresión.-Horacio… ¿Te siente
Kat y George bajaban sus maletas, colocando en orden algunos paquetes, la casa era hermosa, amplia, con iluminación, acogedora, y con sus grandes espacios verdes, tenían una hermosa huerta, un vivero y un estudio armado al fondo para Kat, le gustaba pintar en sus ratos libres, la verdad era que tenía el talento, sus cuadros plasmaban cada detalle con sumo cuidado.Marla y su marido, estaban acomodando sus maletas en la habitación de huéspedes, tenía un balcón amplio y con una vista increíble.Marla tomaba un confortable baño en la amplia tina, las salas, y la espuma lograban darle ese confort, su esposo estaba en la terraza platicando con George, en dos días ellos estarían en un crucero fabuloso, un viaje necesario.Kat se había colocado un holgado vestido y se encontraba preparando la cena, no llamaría si no hasta el siguiente día, George había hablado con Keila para decirle que estaban en casa.La pasta emanaba un olor exquisito. Mientras hacia la salsa y cortaba el pan, un pensamie
Un Horacio apasionado, ardiente, voraz, intensamente voraz por primera vez, Aida llegaba al clímax en ese instante, él le seguía aferrándose a su cuerpo, por segundos veía los ojos de su amada Aida, y luego aquellos profundos ojos que la miraban con extremo placer mientras susurraba palabras que le hacían perder la cordura y la razón.-Horacio, no deberías detenerte…esta noche es toda nuestra-.-La noche es toda nuestra cariño-.Aida se aferraba a su cuerpo, se sentía renovada, pero inquieta, aunque quizás no era necesario estarlo.-Ven vamos a el estudio, allí podemos continuar, además no perdemos nada, nuestra relación debe salirse de estas cuatro paredes-. Horacio miraba ahora a la puerta de la habitación con cierto juego en su mirada.-Cariño me parece muy llamativa la propuesta-.Se colocaron sus salidas de baño, y de la mano bajaron por la escalera procurando hacer el ruido menos posible… Horacio tropezaba sin querer con el neceser de Aida que ahora caía de cabeza.Sus risas joc