- ¡Por Dios!, creo que llegaré tarde a mi cita con Mark, tengo el cabello hecho un completo desastre- Aida se miraba en el espejo del automóvil.
-Creo que piensas hacerte algo novedoso, lo noto por tu expresión Aida-. Leila su amiga buscaba en su bolso una revista, estaba segura que la tenía allí mismo.
-La tengo- Leila hizo una mueca, Aida ahora conducía a velocidad, tenía que ir a la peluquería, después pasaría por el pastel de chocolate, nueces, almendras y cubierta para su esposo.
-Creo que me haré un corte al hombro, secado, y listo, quedaré perfecta para esta noche-. Aida sonreía, estaba feliz, su esposo Horacio cumplía sus 48 años, y en días celebrarían su aniversario número (23) se habían casado y después de unos años llegaba al hogar su primera hija, Ciara era ahora una chica hermosa, blanca, ojos azules como su madre, alta, esbelta, a sus 20 años cumplidos, se perfilaba como una excelente abogada, Martin de 19 estudiaba Arquitectura, eran dos lindos chicos, buenos estudiantes, amaba su familia, la verdad que era muy bendecida, así ella lo veía, siempre habían estado juntos, apoyándose.
Vivian en Portland, los chicos asistían a la universidad a unas horas de casa, así que cada oportunidad que tenían venían a casa a compartir en familia.
Aida giró a la izquierda buscando donde estacionar, y encontró lugar justo cuando se estaba dando por vencida, tomando su bolso, teléfonos, cerrando el auto se encaminaba hacia la peluquería.
-Oh, Aida querida por fin llegas, te dejaré hermosa para esta noche-
-Siempre confío en tus manos, lo quiero al hombro, un toque más arriba mejor, y por ahora no me cambiare color-
-Bien un día lo decidirás, te dejaré estupenda-
-Veo que tu esposa, está ahora en la peluquería que bueno-.
-Hemos hecho este salón a pulso entre los dos, ella es magnífica maquillando, y además, maquilla uñas como ninguna otra, te cuento que ya son años trabajando, pronto mi hija se graduará de estilista, quería que escogiera otra profesión, pero lo lleva en la sangre-. Es inevitable cariño-.
-Pues me alegra por ti, te conozco bien, somos amigos, siempre en todos los momentos de Horacio y míos, ¿Qué te parece? 20 años juntos, el tiempo pasa veloz-.
-Así es Aida, el tiempo pasa volando-. Por cierto, esa amiga tuya nunca me ha parecido agradable, cuida tu esposo Aida, estas son como víboras-.
-Oh, es una buena chica, trabajadora, responsable, Horacio no es coqueto por suerte, es un hombre serio, fiel, leal-.
-Querida estos ojos han visto tantas cosas, esta peluquería es centro de muchas historias-.
Las manos rápidas y agiles de Mark, le daban los últimos toques al corte, lucia esplendida, era una mujer de hermoso rostro, figura envidiable, siempre activa, deportista desde joven, inteligente, y buena amiga, consideraba Mark a Aida, se conocían desde jóvenes, los padres de Mark siempre habían desaprobado que aunque había estudiado, se había dedicado a la estética, con el paso de los pocos meses de graduarse, se conoció con Sara, al cabo de un tiempo de novios decidieron abrir una peluquería, ahora con los años, era un salón muy equipado, junto a estética, era de dos pisos, en la planta baja, el salón, y en la segunda planta, su casa, eran dos personas hermosas, con un carisma, los padres de Mark no le visitaban casi pues la noticia les había caído como plomo.
No gustaban de su matrimonio y mucho menos que hubiera dejado una ambiciosa oferta en una empresa de contadores, por un saloncito de cortar cabello, arreglar uñas, pies y recoger hongos, según los padres de Mark, pero eran felices, algún día lo entenderían.
Aida se miraba al espejo, el corte resaltaba sus ojos azules preciosos que poseía, así que, dando los últimos toques, tomando su café a prisa, agradeció a Mark, quien ahora no quería recibir el pago, a lo que ella tuvo que amenazarle con no volver.
-Entonces querida, cobraré el doble-.
-Puedes hacerlo cariño- has hecho una completa obra de arte-.
Mark se echó a reír entregándole el cambio, luego de un abrazo, le recordó que en punto a las ocho, sería una sorpresa para Horacio.
-Estaré minutos antes, ya me conoces corazón, siempre puntual-.
-No me queda duda alguna-.
Salió con paso firme, sin mucha prisa, Leila le pidió que la dejara en el almacén que estaba de camino, pasaría por su vestido para esa noche.
-Leila quiero pedirte un pequeño favor, puedes pasar por la pastelería de Silvina tiene unos encargos para mí, pasas justo por allí-.
-Sí, con gusto, no hay problema, los recogeré-.
Aida frenaba, justo en la esquina donde daría el giro para pasar por el pastel, Leila tomaba su gran bolso, dando las gracias por acercarla, entraba en la tienda a buscar su vestido.
Horacio terminaba una junta cuando su secretaria Emma le entregaba una fila de documentos para firmar, sabía que al siguiente día Horacio no vendría a la oficina, siempre tomaba la mañana después de su cumpleaños para ir con su esposa a un lugar hacia las afueras a desayunar, su aniversario de bodas seria en siete días, el 25 ya era una fecha programada, estaría por fuera todo el fin de semana. Luna de miel, no lo dudaba, era una pareja hermosa.
Horacio tenía una constructora grande, un gran proyecto estaba en camino a llegar, poseía una inmobiliaria, allí manejaba la venta de propiedades, que el compraba, restauraba dando un toque único, sutil, elegante, para luego ser vendidas, tenía reconocimiento en el sector, decía que lo hacía por hobby, le encantaba colocarse a la cabeza de la remodelación, Aida de tanto en tanto le daba una mano con la decoración de los interiores.
Horacio firmaba los documentos dejando todo organizado, se tomaría no solo la mañana si no también el día. Tenía claro que después de la celebración solían irse a ver el amanecer, era su romántica idea, llevaban café, y algún pastel que Aida preparaba como sorpresa, no sabía con cual lo sorprendería esta vez, pero todo lo que ella hacia quedaba de maravilla.
Aida terminaba de maquillarse un poco, sus ojos hermosos resaltaban, se dio una rápida mirada al espejo, lucia hermosa, Horacio quedaría sorprendido, un vestido rojo oscuro elegante era esa noche su elección.
Aida fue directo al jardín, todo estaba listo, entraban en ese momento los dos meseros que atenderían, los invitados llegarían en unos minutos, sumarian algunos cuarenta invitados, la madre de Horacio, Katia y su esposo llegarían para pasar el fin de semana y regresar, por el contrario, sus padres no vendrían, estaban de crucero por el mediterráneo.
Keila, hermana de Horacio, llegaba en ese momento caminando directo a donde Aida se encontraba.
-Aida, estas realmente hermosa-.
-Gracias cariño, tú también lo estas-.
-Horacio se va llevar una grata sorpresa-.
-Sí, espero que le guste todo-.
- ¿Celebraras el aniversario en el club? –Mirando a Aida encendió su cigarro.
-No, será una cena pequeña, algunos amigos, nuestros cuñados en común y los chicos-.
-Bien tendré que alistar entonces algo lindo, iré con Michael, estamos saliendo hace unos meses, y va muy en serio, realmente Michael es adorable-.
-Bueno pues bien por ti- Aida caminaba en dirección a la sala de recibo del jardín.
-Aquí llegan los suegros, en ese instante el auto parqueaba en la entrada, Katia descendía del auto con George, la abrazaron mientras colocaban un paquete en sus manos.
-Katia no debiste haberte molestado, es hermoso-.
-No es molestia, lo hacemos con mucho amor…espero que te guste. -
-Seguro, lo adoraré, es un chal precioso-.
Entraron en casa, George abrazaba a Keila, Katia sacaba otra caja totalmente decorada. Te
-Cariño, de paso te compramos este detalle, espero que te guste-.
-Madre, es hermosa, la blusa totalmente tejida era preciosa, de un rosa pálido que hacía tono a esos ojos verdes.
-Estamos pensando en quedarnos unos días mas, asi podemos celebrar el aniversario, seria maravilloso, no todos pueden contar que tienen 23, años en su historia de amor…
-Abuelos… que bonito que estén aquí, díganme que estarán para la celebración próxima, mucha música, baile, brindis, en especial esa parte… brindis-.
-Vaya Martin, el brindis….
-Sí, y claro la comida no podemos negar que mis padres siempre salen con sorpresas exquisitas-.
Los abuelos y todos allí presentes reían, al tiempo se escuchaba una voz en la cocina donde todos estaban reunidos, era amplia, con un comedor auxiliar tipo vintage, la barra con cocina al centro, los ventanales amplios y el precioso mármol negro le daba un toque único.
Los amigos de Horacio llegaron, su secretaria Emma, Mark, su esposa e hija, y algunos invitados que ya estaban en casa. Se colocaron en sus lugares estratégicamente para apagar las luces, Horacio estaba por llegar a casa, Aida le había dicho que cenarían en familia, y le daría su regalo sorpresa.
No esperaba una fiesta como la que Aida le había organizado, ni tenía la más remota idea que sus padres estaban allí.
Leila tomaba su lugar era la encargada de encender las luces cuando Horacio ya estuviera en la sala, estaba de un tono azul oscuro, zapatos blancos y accesorios grandes, su collar era sencillo, elegante y llamativo, en especial por la piedra del centro. No era muy alta, de curvas, exótica, bulliciosa, llamativa, picara y coqueta, pero a Aida eso no le hacía sentir temor alguno, eran amigas hace mucho tiempo, trabajaba en la parte de redacción de la revista Company Aresti, una revista Cosmopolitan, Aida hacia las fotografías para algunos artículos, y escribía en su columna sobre temas en general de las citas, romances, detalles para sorprender como destinos para dos, una sección bastante leía, buenas fotos, y hermosos lugares.
El auto de Horacio llegaba a casa, solo la pequeña luz del jardín iluminaba, generalmente cenaban fuera de casa por lo que asumió que estarían alistándose, o mejor aún, recién llegando de la peluquería, el auto de Aida se encontraba estacionado, pero el de sus hijos, no, ni ningún otro coche, no pensó en nada fuera de lugar. Avanzaba por el corredor, luces apagadas, eso significaría que tendría que esperarles para ver qué lugar seria el elegido para la cena, mientras subiría a su habitación, se cambiaría pronto dando tiempo a que llegaran todos.Estaba a punto de subir por las escaleras, cuando las luces se encendieron quedando sorprendido.- ¡Sorpresa! -. Todos al tiempo estallaron en aplausos y silbatos, Horacio no daba crédito a cada detalle, la casa había sido totalmente decorada, la amplia mesa con galletas, budines, cho
El fin de semana transcurrió sin muchas novedades, Horacio y Aida se habían tomado su día para almorzar, compartir y hacer compras, habían re diseñado su jardín por lo que estuvieron mirando plantas, lámparas, y demás motivos, los trabajadores llegarían en contados minutos, un nuevo juego de sillas, mesa, y techo serian la novedad, le colocarían unas luces para la noche y unas lámparas que la misma Aida las había hecho, eran hermosas, sinceramente nadie hubiera creído en las toallas viejas de casa hechas ahora verdaderas obras de arte, bellezas que ahora decoraban el nuevo jardínLa noche llegaba en pleno, Aida y Horacio ya descansaban en la habitación, mientras leían sus respectivos libros, Aida ojeo su libro saltando algunos capítulos.-Horacio querido, mañana debo dejar organizada la cena para nuestro aniversario-.
En ese momento entraba tomando lugar en la barra, algo ligero y rápido, para volver a la oficina, había visto una agencia de viaje, entraría para mirar los planes, una semana o dos, era maravilloso el plan, tomaría fotos, visitarían pequeños poblados, cenas, vino, de paso podrían ir en auto de paseo, la idea sería renovar sus votos matrimoniales.Una ensalada fue suficiente, pagaba la cuenta con rapidez, le daría el tiempo en la agencia de viajes.Cruzando la calle tocaba a la puerta, unos pocos minutos después una amable mujer le atendía.-Hola, bienvenida, pase usted-.-Gracias…estoy interesada en su destino Italia, se ve atrayente-.-Oh si, ocho días, con todo incluido, vuelos, hotel, traslado, y si desea algo más, puedo ayudarle-.-Justo lo que busco, ocho días son perfectos, me gustaría alquilar un auto, sería interesan
Aida apagaba la pequeña lamparita de la mesa de noche para quedar bajo el pequeño rayo de luna que se filtraba por las cortinas de la habitación, dándole un toque bastante enternecedor.-Creo que lo necesitamos, desconectarnos de todo, no tendré problema mayor, dejaré a Jim encargado del proyecto -.-Yo hablé con mi jefe, no habrá mayores inconvenientes, dejaré todo listo en una semana, portadas cubiertas, dos artículos que debo entregar, tendremos esos días sin llamadas de trabajo, imagino una que otra para los chicos, tus padres…--Entonces no se diga más cariño, iremos a renovar nuestros votos matrimoniales, alguna capilla en un lugar pequeño, discreto, solos tu y yo--Nuestra fiesta de mañana será perfecta, compartiremos con todos, señora Kent nos aguardan días de pasión, besos, aventuras, y mucho am
Katia miró de costado hacia donde Leila tomaba lugar en la pista, su mirada no dejaba de ver a Horacio, le daba la impresión que cierto mal se envolvía en el ambiente. Ambiente que parecía opacar esa noche, podía ser tan solo una leve impresión, Leila era amiga de la familia, compañera de Aida hacia un buen par de años, Katia conocía a su madre Olivia, solían verse de tanto en tanto.-Horacio, he notado que Leila te mira con ojos hermosamente llamativos, debes ser cuidadoso, lo noté, pero pensé que eran cosas de madre con algo de intriga, ya sabes uno ve cosas a veces donde no las hay, o hay cosas que no se ven objetivamente-.-Madre creo que son impresiones, no me interesa Leila en lo absoluto, pero estaré en alerta-.-Te haría bien que estes alerta hijo, un traspié siempre trae complicaciones en la vida-.En ese instante George se acerc
Tenía una extraña sensación de temor, se cuestionó por unos segundos mientras estacionaba el auto, podía ser por Leila, estaba seguro que deseaba tener una seria relación con ella, aunque ella le generaba aquella extraña sensación,se sentía feliz, casi que no lo creía, pero sin embargo aquellos pálpitos fuertes estaban allí, sin irse, sin ausentarse, --La felicidad también da pálpitos…Pensaba-.Desde la primera vez que le conoció le gustó de tal manera que se quedó prendado, siempre que se cruzaban en algunos eventos o lugares, ella le miraba con aquella picardía, con aquellos ojos que le sugerían más, ahora era real, mejor dejar los pálpitos y ser feliz, había aguardado tanto tiempo por este momento y ahora se presentaba, como si todo estuviera hecho para que fuera as&iacu
Leila despertaba con rapidez mirando su reloj en la mesa de noche, las copas de la noche anterior fueron demasiadas, más de una botella.Caminando a paso algo lento, llegaba al baño en el instante que cerraba la puerta, miró de reojo hacia la cama, Jim dormía profundamente.En que estaba pensando en invitarle a su cama, estaba loca quizás.Se quedaba sentada allí mientras sentía como descansaba su vejiga.Se lavaba las manos, recogía su cabello para ir directo a la cocona por una buena taza de café.Colocaba la cafetera y esperando tomó lugar en uno de las sillas de la barra, entre las cosas que recordaba, tenía presente la pasión, el placer y los deseos con los cuales habían hecho el amor, no ocultaba que era atractivo, sensual, y muy pasional…ella también lo era, pero no era más que un deseo carnal que pensaba seguir mientras todo siguiera.Le gustaba Horacio, era algo que la estremecía de pies a cabeza, no podía mantener por mas tiempo su fidelidad por amistad, su objetivo era desf
-Oh que exquisito día que hemos pasado, la verdad sea dicha que todo te quedó de maravilla hija mía, pasado mañana volveremos a casa, y dos días después nos iremos de crucero con Marla, al final esta inquietante mujercilla me ha convencido, aquí ya terminó nuestro viaje de aventuras, así que hija fue maravilloso compartir en familia-.-Mamá tengo que hacerte una confesión-.Todos miraron a la pareja con curiosidad.-Nos tomaremos un año sabático para viajar, y regresando nos casaremos, estamos comprometidos oficialmente, en este viaje iremos a casa de los Dublín, padres de Michael para visitarles… mi anillo de compromiso señoras-. Extendía la mano con una gran sonrisa.Los aplausos y abrazos surgieron, Kat estaba feliz aquella noche, la felicidad visitaba su familia, sus hijos estaban con las personas que habían escogido para pasar el resto de sus días, era motivo para brindar y desear lo mejor, era motivo para no preocuparse de algún viento gris en el horizonte de sus vidas.George f