No recuerdo muy bien cuando llegue, ni como llegue, ni en qué estado estábamos cuando llegue al pueblo… pero Palt ya no lloraba en aquel momento, solo sabia que era como un cuerpo viviente caminando sin rumbo fijo, solo caminaba. Miré a Palt y entonces desperté de mi trance, respiraba con dificultad y estaba tan pálida. Mi hija…—¿¡Palt… Palt cariño que te pasa!? —la toque y estaba tan fría como un cubo de hielo, corrí con ella en brazos, mire las calles, los edificios y estaba seguro de que esto era Hackett, con rapidez corrí en medio de la calle para detener un taxi que me llevara al hospital más cercano, pero fue como si fuera una piedra en un río, las personas me ignoraban como si de la peste se tratase. Uno de ellos me insulto apretando el claxon mientras me insultaba.—Necesito ayuda, por favor… mi hija. —Me acerqué a un transeúnte que pasaba y con rapidez se alejó susurrando mientras me miraba con desagrado, se apartó alejándose. Mire a Palt y lleno de ira camine a la calle det
—Ángela… —alce mi mirada al escuchar su llamado, y su mano aparto una de mis lágrimas, provocando que nuestros ojos se encontraran, y con vergüenza aparte mi rostro de sus manos. Seque mis lágrimas con rapidez levantándome del sillón.—Lo siento, creo que estoy cansada… Q-quiero descansar —en silencio me observo y dije para intentar animizar el ambiente.—Siento… lo de tu familia Paul, no debió ser fácil para ti… debiste estar muy solo todo este tiempo, lo siento... —Murmuré y con rapidez subí las escaleras, sintiendo como mi garganta se cerraba, y mi pecho dolía. Me encerré en aquella habitación oscura de invitados mientras las gotas de lluvia golpeaban mi ventana. Había sentido culpa por muchas cosas después de descubrir quién era realmente mi madre, y todo lo que me había hecho a mí, pero esto… este sentimiento, esta rabia y desagrado no se iban a ir jamás. Hasta cuando tendría que pagar por los pecados de esa mujer. Entonces por fin todo cobro sentido, el odio y desprecio de Paul
Con torpeza abrió la puerta, empujándonos a trompicones, mientras yo le besaba con una necesidad dolorosa, penetrando nuestras bocas con voracidad, mientras me despojaba de mis prendas mojadas, al intentar quitarme el camisón cubrió mi cara mojándola. Cuando por fin pude ver su expresión, solté una carcajada. —¿Ahora de qué te ríes? —Es que… es que… si vieras tu expresión de apuro, parece que no lo estás pasando bien —volví a sonreír viendo su expresión incómoda. —Joder… como puedes estar riéndote en esta situación, ¡pues normal que esté tenso! No quiero que tu primera vez conmigo… sea una completa m****a —dijo pasando su mano por su cabello mientras las gotas del agua se deslizaban por su rostro, una sonrisa de ternura en mi boca dándome la confianza que necesitaba para tomar el primer paso. —Ven… —tome su mano y la pase por mis pechos, mi cuerpo tembló presa del placer de sentir el toque de su mano fuerte, como si un botón que estuviera ansioso por ser tocado, se hubiera encendid
—Está conmigo, Gaspar, solo fue un día… volveremos hoy.—¿Acaso crees que le haría daño? Ángela no es una niña —abrí mis ojos adormilada escuchando aquella discusión en la lejanía, me quejé con dolor al sentir el cansancio de mi cuerpo, anoche me sentía como una flor revitalizada, ya ahora parece que doble mi espalda en dos.—¡Ya sé que es la alcaldesa, pero quiero pensar que también tiene derecho a tener un poco de vida fuera de sus labores! —Me erguí, miré la hora y era medio día, había muchas cosas que necesitaban mi atención hoy.—¡Crees que quiero disuadirla de hacer su trabajo! —me levante y enrollándome la sabana, salí dirigiéndome al salón.—¡No vine a joder todo el trabajo del pueblo, quiero lo mismo que todos! —tomé el celular de su mano y entonces dije.—¿Gaspar que ha pasado?—Señorita alcaldesa, se supone que tenía que estar aquí temprano para la reunión del comité, tenemos que detallar el tema del festival de la cosecha.—Lo sé, Gaspar, no me he olvidado… solo estaba tom
—Muchas gracias, por venir. Sé que está investigando el atentado de la bomba. Al principio no quise hablar del tema, porque pensé que todo había sido obra de las bestias, pero creo que esta es la única manera de saber la verdad —dijo mientras me entregaba una taza de café. —Como se lo dije, señora Deniz, queremos encontrar la verdad de este caso, yo sé lo que es perder una familiar de forma injusta, así que haré todo lo que esté en mi mano por encerrar a los culpables, pero necesito que me cuente cualquier detalle extraño de su marido días posteriores a su muerte —Entre lágrimas, bebió de su taza temblorosa. —Ya le dije lo mismo a la policía. Todo fue normal, él iba a su trabajo como todos los días, y volvía con su familia a la misma hora. —¿Está segura? No vio que algo cambio en él, por muy sutil que le parezca. —pensativa me miro y dijo. —Ahora que lo pregunta... una semana después mi esposo llego de su trabajo de camionero, se veía preocupado más de lo normal. A veces le bajaba
—Te estás equivocando… —increpo Galaxy mientras me preparaba para la reunión. Guarde silencio y me mire al espejo, no me reconocía con aquella barba desprolija y larga, me había descuidado demasiado.—¿No sabemos con qué intenciones realmente se quieren unir con nosotros, solo piénsalo, ¿qué ganaría? ¡Nada! Nos quieren convencer y cuando tengan la oportunidad nos apuñalarán como en el pasado. —Suspire alto viendo una de las hermanas de la manada vestirme en supervisión de la gran sabia. Las telas de aquel conjunto de toga y pantalón de estilo nórdico eran de un color verde pasto apagado, dorado y rojo. Cada una de las telas que, acomodaban sobre mí, llevaba dibujos triviales de runas, con decorados y hebillas de plata, con tantos ardimientos que empezaba a sentirme otra persona, pero como siempre era tradiciones que no se podían romper, cuando terminaron de vestirme salieron de la carpa y solté mirándome en el espejo.—Basta… por favor, Galaxy… no lo hagas más difícil.—Entonces porqu
—Vamos, Jouna, me conoces… déjame entrar con el preso un rato, solo quiero comprobar algo. —Ya le dije que no puedo, señor Paul, si se enteran de que el preso tuvo visitas antes de su juicio me echaran a mí. —Respire hondo apoyándome en el cristal del segurata. —Solo necesito esos minutos con él… y te juro que te recompensaré —dije deslizándole algunos billetes, alzo su mirada y dije. —Serás recompensado, sé que te juegas tu puesto, pero necesitó este favor —debatiéndose aceptarlos o mandarme a la m****a. Tomo el dinero e indico nervioso. —E-está bien… pero que sea rápido, señor Paul, no podré dejar la cámara en bucle por mucho tiempo. —Asentí con una sonrisa mirando a nuestro alrededor, abrió las puertas y le seguí con agilidad hasta la celda del preso, tomo las llaves tecnológicas y abrió el pabellón, empujo la reja dejándome entrar y en un pasillo de puertas blancas, la sección de máxima seguridad, se puso frente a una de las puertas, e introdujo la llave. Escuchando el bip de l
—¿Alfa se encuentra bien? —inquirió Makena con preocupación, intentando seguirme el paso, cuando de repente me derrumbe en el suelo.—¡Alfa! —Alce mi mano con rapidez en el suelo, impidiendo que se acercaran, algo quería brotar de lo más profundo de mi ser. Tembloroso enterré las uñas de mis manos en mi pecho, reteniéndolo con el dolor físico.—¡Aléjense! —increpé con una voz profunda mientras mis garras se enterraban en la tierra y mi respiración era incontrolable. Mis dientes empezaron a salir perdiendo totalmente el control de mi cuerpo.—Ya oyeron, alfa, ¡Largo! Escolten a su luna a la manada, yo me encargaré de esto —increpo Makena y los demás se alejaron cumpliendo sus órdenes. Peguen un grito que se trasformó desgarrando mi piel mientras impedía que saliera. De repente mis huesos empezaron a romperse, eran como puñaladas una tras otra, me revolqué en el suelo intentando soportarlo, pero era algo que jamás había sentido. ¿Qué mierda me pasaba…?—¡Beliat, para! —grite intentado q