14.

14. Corriendo a la oscuridad.

Salí por la puerta de la cocina tan pronto como me percaté de que mi padre y mi madre me observaban patidifusos. Corrí hacia el único lugar dónde me sentía segura, hacia la laguna.

Mientras lo hacía, caía en la cuenta de algo: él nunca fue para mí, desde el principio mi hermana ya le había conseguido. Ahora entendía sus duras palabras en el día de la mazorca, por qué le había molestado tanto que él me hubiese defendido. Ella pensaba que se lo estaba arrebatando.

Algo dolió dentro de mí, era cómo eso que suelen decir, mi corazón se rompió tan pronto como descubrí que para ella todo aquello no era más que un juego, un juego por ganar.

No podía dejar de pensar en él, en todo lo que él había hecho desde ese beso en e

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