—Deja de apretar el bolso como si tuvieras el cuello de tu marido en las manos. Aunque, pensándolo mejor, entrena con el bolso y después acabas con él —le dijo su hermana cuando ya estaban en el taxi.Delilah se percató de la forma en que lo estaba agarrando y del dolor que tenía en la mandíbula de tanto apretarla.—En la cárcel te dan techo y comida, ¿no? Porque no sé si pueda aguantarme las ganas —siseó y cuando vio al taxista mirarla por el espejo retrovisor sintió sus mejillas encenderse—. Solo estoy bromeando, no voy a matar a nadie al menos no de forma premeditada.—¿Qué harás cuando lo veas? —preguntó su hermana—. Volverás a engañarlo o le retorcerás el cuello directamente.El taxista carraspeó y volvió a mirar por el espejo retrovisor.—Qué bromista eres, hermanita —gruñó—. No creo tener tanta fuerza para estrangularlo, pero un rodillazo… —El taxista apretó los ojos por un momento como si sintiera el dolor en su propio cuerpo—. No hablemos más de esto. La verdad no tengo la me
—Cuánto tiempo sin venir por aquí, Zafiro. No creí volver a verte desde la vez que te escapaste de mi habitación —le dijo Maximiliano incapaz de guardar silencio por más tiempo.Su esposa se dejaba llevar por él con docilidad, pero no le engañaba ese pequeño momento de calma. Cada vez la miraba podía ver que se estaba aguantando y quería soltar todo su temperamento.—¿Qué esperabas que me quedara a esperar a que me pidieras matrimonio? —la escuchó decir con un tono de burla—. Lo que ocurrió no fue tan memorable como para eso.—Auch, ya veo que vienes guerrera hoy. —Fingió que recibió un golpe y se sacudió la camisa, después la miró hasta detenerse en el escote—. Si fue una experiencia tan mala, ¿por qué regresas a buscarme?Su esposa hizo un sonido involuntario con la garganta, casi podría ser un gruñido de rabia. ¡Cómo iba a disfrutar domar a esa fiera!—En ningún momento te dije que viniera a buscarte. Ya te probé, para qué querría repetir. Aquí hay más hombres, por si no te diste c
Marco no sabía qué hacer con aquella mujer que lo miraba como si quisiera que se la llevara a una de las habitaciones.No estaba de ánimos para eso y como bien le dijo a Maximiliano lo habría hecho gratis, pero por ayudarlo no por la compañía femenina.La mujer se veía bonita, pero en aquel momento estaba bastante enfadado consigo mismo, con la esposa de su amigo y con esa hermana que se creía con el derecho de jugar con las personas.Ni siquiera le había prestado demasiada atención.A ver marcharse a su amigo con su esposa y sentir remordimientos por sentir un poco de celos, no le quedó otro remedio que dirigirle la mirada a la mujer que tenía a su lado.Lo veía con ojos brillantes y provocaba cualquier ocasión para acercarse a él con una sonrisa enigmática en su rostro.Marco se quedó estático, con sus pies bien plantados en el mismo lugar porque cuando le dirigió la mirada al rostro y sintió que algo estaba mal.—Veo que no hablas mucho, eres el dueño de este lugar, ¿cierto? —le pr
Cuando llegaron del club, Delilah se fue corriendo detrás de su hermana que no dejaba de decir incoherencias y de quejarse de los viejos prepotentes que se creían la última Coca Cola del desierto.Deseaba ir junto a su marido y arreglar el pequeño malentendido que había ocurrido en el club, pero no podía dejar de esa forma a su hermana.Tal vez podría decirse que la noche había sido un fracaso por la forma en que se habían marchado, pero todavía no podía creerse que Maximiliano le hubiera dicho que la amaba.Después todo se descontroló como siempre pasaba cuando estaban juntos. Él comenzó a besarla, ella comenzó a agobiarse por estar amarrada y no poder tocarlo.Una cosa llevó a la otra, Maximiliano le hizo prometer que la soltaba si regresaban otro día a esa habitación y ella accedió.Lo vio tan emocionado con probar todos los artilugios que había que pensó que podría hacerlo feliz si se mostraba como la mujer que había visto en la otra habitación.Ella iba vestida de cuero y él homb
Habían pasado tres meses desde que Maximiliano y Delilah decidieron darse una oportunidad y tenía quince días de retraso en su periodo.Sospechaba que estaba embarazada, pero aún no se había hecho la prueba. Antes de ir al doctor decidió comprar una prueba casera, pero el miedo a que saliera negativa le hizo postergarla.Le hubiera gustado que su hermana estuviera con ella en ese momento, pero se había marchado del país, al final escogió una universidad en Londres para alejarse de Marco y de lo que sentía por él.Faltaban unos días para las vacaciones de Navidad y Aurora le había prometido que viajaría para estar juntas, así que esperaría a su hermana para hacerse la prueba de embarazo.Se encontraba a punto de salir de casa cuando Andrea la retuvo.—Señora, ¿a dónde va? —le preguntó y se frotó las manos con nerviosismo.Delilah apreciaba mucho a la espía de su suegra, pero era como una mamá gallina con sus pollitos y el para su mala suerte ella era su pollito preferido.Lo único que
La brisa fría del invierno acariciaba suavemente las calles empedradas de la ciudad, mientras las luces navideñas parpadeaban en cada rincón.Serían sus primeras fiestas Navideñas, desde hacía muchos años, en las que se sentía muy feliz. Casi no recordaba cómo era cuando su madre vivía, pero ahora estaba formando una nueva familia.Estaba deseando contarle a Maximiliano sobre su embarazo, pero su prueba de embarazo se encontraba en un pequeño regalo bajo el árbol de Navidad.Por más ganas que tuviera de decírselo, quería ver su expresión cuando abriera el regalo y lo viera.Había necesitado muchas amenazas a su suegra y prometerle que si era niña la llamaría como ella para que guardara silencio.De nuevo, sentía que la había manipulado solo para conseguir lo que quería.«Es una bruja», pensó.Faltaban apenas dos días para Navidad, podía aguantar un poco más para decírselo, además esa noche Maximiliano había organizado una cena romántica en un restaurante precioso.Llevaban una semana
Delilah salió del baño cuando se sintió un poco mejor, no quería hacer esperar a Maximiliano y que comenzara a preguntarle los motivos de su malestar y estropeara la sorpresa.Ya recompuesta, salió y se dirigió a su mesa, pero conforme se iba a acercando se percató de que su esposo no se encontraba solo.Maximiliano se había puesto de pie, le daba la espalda y frente a él se encontraba la misma mujer que entró al baño tras ella.¿De qué la conocería su esposo?¿Sería alguna de las clientas del club?La inseguridad comenzó a instalarse en su pecho, no era que Maximiliano no pudiera hablar con ninguna mujer, era la familiaridad con la que ella le tocaba el brazo y la forma en que lo miraba.Eso era un coqueteo en toda regla, no una simple conversación. Era hasta la forma en que alzaba el pecho como si quisiera que su marido metiera la cabeza en sus escote.No podía ver la expresión de su esposo, tampoco saber si a él le agradaba o estaba coqueteando también. Le habría encantado poder ve
Maximiliano no entendía por qué una noche que iba a disfrutar con su esposa tenía que terminar de esa forma.Apenas llegaron a casa tuvo que meterse en la ducha para evitar la mirada de Delilah, quería decirle la verdad, pero no sabía cómo afrontar un tema tan delicado.Su matrimonio era muy frágil aún, ella todavía no confiaba en él, lo sabía. La había tratado tan mal y despreciado tanto que eso no se sanaba de la noche a la mañana.Eran felices, mucho, pero todo parecía ponerse en contra.Desde la llegada de sus familiares a su casa, sobre todo sus primas, su esposa se había retraído mucho más.Le pidió a su madre que mejor celebraran la cena de Navidad en su casa y se los llevara allí por el tiempo que decidieran quedarse, pero su madre no quería ni oír hablar de eso porque cada rincón de su casa le recordaba a su padre.Si no fuera por eso, todo lo demás era perfecto entre ellos, hasta las discusiones le gustaban.Era consciente y sabía que iba por buen camino para ganarse la conf