ARIANo entiendo qué le sucede a Dylan. Hoy amaneció como que con los cables cruzados y queriendo meter mano a donde no debe. Él nunca había actuado tan animado en lo que lleva trabajando para mi padre, ni siquiera cuando estuvimos a punto de tener sexo se comportó de esta manera tan extraña, pero que pone a mi corazón a latir como loco. Parece un hombre distinto al frío y serio King Kong que estoy tan acostumbrada a ver.—Todavía no me has dicho a dónde vamos a ir.—¿No puedes esperar a que tu atractivo novio te dé la sorpresa?—¡Ja, quisieras! — me percato de que estamos tomando la misma carretera por la que entramos a la ciudad y miro la intersección de la salida—. ¿Por qué estamos saliendo?—¿Siempre sueles hacer tantas preguntas?—Sí y a ti no te gusta responder ninguna de ellas.—A veces no es necesitamos conocer las respuestas, créeme.—No sé por qué lo sigo intentando contigo, sabiendo que eres imposible y difícil de convencer para que sueltes la lengua.—Depende el sitio que
Nos separamos por falta de aire, pero él no hace ningún intento de soltarme. Todo lo contrario, me captura en un abrazo que no puedo y tampoco estoy dispuesta a rechazar. La calidez de sus brazos y el mismo calor que brotan me derriten entre ellos.«¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué es lo que está haciendo? ¿Por qué me abraza de esa manera? ¿Por qué me besa de la nada si aquí no tenemos que fingir? ¡¿Qué diablos se fumó?!». Entre tantos porqués que se hacían en mi cabeza no soy capaz de hablar, separarme de él o enfrentar su bipolaridad.Lo cierto es que se siente muy cómodo y cálido estar engullida entre unos brazos tan fuertes y grandes como los suyos.Cierro los ojos y me permito disfrutar el momento, acercándome más a él, percibiendo en el aire no solo su rico aroma, sino todo ese deseo que nos une y nos envuelve desde hace un tiempo y los dos queremos esconderlo con nuestro ridículo juego. De repente, sus labios descansan en mi hombro desnudo y el gemido que escapa de mis labios
De regreso a su casa mantuvimos un silencio incómodo y denso. Yo no estoy dispuesta a hablarle, mucho menos a pedirle alguna explicación que no hace falta. Con lo que dijo en esa montaña fue más que suficiente y entendí a la perfección que lo único que busca de mí es llevarme a la cama.Sabiendo ese hecho, ¿por qué siento ganas de llorar? ¿Por qué duele tanto el pecho? Por más que me haga la fuerte y la indiferente, no soy más que una jovencita que sueña y se idealiza muchas cosas en la cabeza. No puedo creer que, muy en el fondo de mi subconsciente, me estaba haciendo una idea errónea con Dylan.¿Un hombre como él, qué otra cosa podría buscar de mí? Fui una completa tonta al pensar que tal vez podría gustarle y, aunque no sueño con un gran amor junto a él, pensé que podíamos vivir una aventura...«Tengo que sacarlo de mi mente, no puedo seguir pensando en ese estúpido». Ya he perdido la cuenta de las veces que me he dicho esas palabras a mí misma, porque Dylan me roba toda capacidad
—¿Qué dijiste? — me giro, dándole la cara y muerde sus labios esbozando una leve sonrisa—. No te escuché muy bien.—Ah, ¿no? — enarca una ceja, deslizando su mano por mi cintura suavemente—. ¿Ni porque te lo haya dicho al oído?—Dijiste palabras muy confusas que no logré entender nadita. ¿Las podrías repetir, por favor?Acerca su cuerpo al mío, su boca a mi oreja y me sopla de su cálido aliento provocando cosquillas en todo mi interior.—Me gustas mucho, lapa hermosa.—Tú también me gustas y te odio como no tienes idea, King Kong.Reímos, antes de unir nuestros labios en un beso lento, pero apasionado y que me arrebata un suspiro. El roce de su lengua en la mía hace que me pierda en su experiencia y humedad. Sus labios son tan suaves.Siento que muchas mariposas revolotean en mi estómago con cada segundo que corre en el reloj y nuestros labios se aclaman con más necesidad y pasión. No queda nada del beso lento y suave, ahora nos besamos con total locura y desenfreno, queriendo arrebat
—¿Estás completamente segura de querer esto? — desliza sus manos por mis caderas, guiándolas suavemente hacia mis piernas—. Tú...—Si no lo quisiera, no estaría confiando en ti, Dylan — me acerco a su boca y dejo un beso en sus labios, otro en su barbilla y reparto otros más por su cuello.—¿Confías en mí, a pesar de que yo no lo hice? — inquiere tembloroso y suelto una risita, acercando mis labios a su oreja.—Así de masoquista soy. ¿Puedes creerlo?Enreda su mano en mi pelo y me obliga a mirarlo a los ojos. Su mirada me abruma, es tan intensa y profunda. No sé lo qué está pensando de lo que estoy haciendo y, de cierto modo, me gustaría saberlo.«¿Será que todavía no cree en mí?».—¿Eres consciente de lo que vas a provocar si te entregas a mí, mamacita?—No... pero quisiera saber lo que voy a provocar en alguien tan serio como tú.—No soy un hombre serio.—Lo eres y no voy a discutir contigo por eso — retomo mis besos por su cuello y su respiración se agita.Lentamente desabrocho su
Lo veo levantarse de la cama y ponerse un preservativo sin dejar de recorrer mi desnudez con su mirada. No puedo creer que mi primera vez sea con él y en un escenario que nunca llegué a imaginar.Los nervios se apoderan de mi ser en cuanto se acomoda en el medio de mis piernas, pero su beso me roba el aliento y borra de mi mente todo el miedo que me gobierna por un instante. Sus besos son muy suaves, tiernos y apasionados, son tan capaces de hacerme olvidar hasta el más mínimo temor que pueda existir en mi mente.En medio de ese beso tan abrumador y suave, siento la punta de su pene en mi entrada y me tenso. Mi corazón late muy rápido y, aunque muero de ganas de sentirlo, es difícil no reaccionar ante lo que voy a experimentar por primera vez.—Tranquila — susurra sobre mis labios, mirándome fijamente a los ojos—. Relájate.—Es que... dame un segundo, ¿sí?No quiero arruinarlo todo con nuestras ridículas discusiones, por esa razón respiro hondo, tratando de relajarme, pero me es impos
DYLANNo merezco que Aria se haya entregado a mí como lo hizo. Ella guardaba lo más preciado de sí para el amor de su vida, pero sería un vil mentiroso si digo que hubiera sido mejor que se entregara a otros brazos y a no los míos. Imaginar que otro hubiera sido el afortunado de robar su pureza y no yo, me molesta en demasía. Es que pienso en ese día que estuvo a punto de entregarse a Rodríguez y la furia crece en mi interior.Fui un completo imbécil. Por más que ella me lo dijo, todavía en el acto tuve el descaro de no confiar en su palabra. Fueron sus lágrimas y esa barrera que me llevé por delante lo que me dio una fuerte patada en los huevos y me hizo dar cuenta de que ella era tan solo una niña envuelta entre mis brazos. No la merezco, pero soy tan egoísta que no la podía dejar escapar de mí. No me arrepiento de haberla hecho mía.La veo dormir a mi lado y aspiro el aroma que desprende su piel. Es hermosa, parece un bello ángel capaz de poner el mundo al revés con su inocencia y
La mañana ha sido un completo caos, ya había olvidado lo que era trabajar con mis padres en el camión. Mientras mis hermanas y mi hermosa novia falsa atienden a los clientes, mi padre y yo nos encargamos de realizar todos los pedidos, pero no puedo dejar de mirar a Aria en lo que trato de cocinar.Siempre me burlé de mi padre por ser celoso y estar con un ojo en la estufa y otro encima de mi madre. Ahora no me parece tan gracioso como antes, menos cuando hay una masa de hombres coqueteando con ella y mi hermanita.—Vas a dejar quemar las carnes, Dylan — mi padre se burla de mí y bufo—. Por fin tengo justicia divina. Ahora que estás en mi lugar, sufre como nunca.—¿Eso es una broma? Déjame decirte que no ha sido para nada gracioso.—Para nada — les da la vuelta a las costillas, soltando una fuerte carcajada—. Solo digo que la justicia divina existe. Tanto que te burlaste de mí y mírate ahora, apretando cada vez que un hombre más atractivo que tú se le acerca a tu novia.—Ninguno de eso