Casualidad

No supe cómo acercarme a ella y saludarla. Me quedé como un completo idiota en el medio del pasillo, viéndola a detalle y experimentando una taquicardia terrible en el interior de mi pecho. Deseaba verla, pero ahora que la tengo a pocos pasos de mí, no tengo palabras para decirle.

Ahora trae el cabello completamente negro y suelto hasta la cadera, un vestido de tiras que le llega un poco más arriba de las rodillas y que se ajusta perfectamente a cada una de sus curvas. Incluso su mirada se ve muy diferente, como más llena de vida y esperanza. Sus ojos azules siguen tan intensos y bonitos como los recuerdos en la oscuridad de esa habitación de Hotel.

¿Qué habrá hecho durante estos tres meses que no nos vimos? ¿Será que se permitió conocer a alguien más? ¿Quién es ese hombre que la acompaña?

—¡Papi, ven!

—¿Acaso no piensas saludarme, Dorian solamente? — sonríe ladeado y mi corazón se acelera más de lo que se encuentra.

Me acerco a ellos y aparto a Dylan de sus brazos, pues apenas si la
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