¿Qué les parece el capítulo? 💕
—Isadora, te dije que dejaras de llamarme Áyax.Te permití hacerlo con los demás por tu insistencia ante el respeto de mi rango.Cosa que no me importa.Pero no me gusta que lo hagas conmigo a solas.—Lo siento Valerio.Es que no me acostumbro.Eres muy importante.Debo tratarte con respeto.Valerio bufó por lo bajo sabiendo que nunca podría hacer que Isadora lo tratara como a un igual.Incluso aunque su hijo fuera su mejor amigo.Caminó hasta detenerse en la ventana viendo a sus lobos luchar entre ellos.El entrenamiento era muy importante para los Arkallanos.Su pueblo era el más fuerte y por ende tenía muchos enemigos.—¿Se puede saber por qué anoche Katya tenía el vestido que le regalé a mi esclava, Isadora?Isadora se quedó un momento en silencio hasta que finalmente respondió.—Yo no lo sé, Áy... Valerio.Se lo pregunté a esa muchacha pero no me respondió concretamente.Él se giró para mirarla con el ceño fruncido.—Búscala y tráela aquí.—Ella está...—No quiero excusas.Su únic
Livana contuvo el aliento nerviosa. No se había esperado que Valerio viniera por ella. Mucho menos después de lo que Isadora debía haberle dicho. —Y-yo no puedo. Inevitablemente Livana deslizó sus ojos por su cara hasta llegar a los labios de Valerio, pero conociendo sus pensamientos descabellados, cerró los párpados. —No me hagas enojar, mujer. La Thalassi se forzó a abrir los ojos nuevamente encontrándose con las enigmáticas orbes suyas que la hipnotizaban. Los mismos ojos que un año atrás la habían atrapado, colándose en su corazón. —Pero... Él no dejó que Liv volviera a hablar. Su boca no tardó en colonizar la de esa mujer con brutalidad haciendo que los dos olvidaran absolutamente todo, salvo de la lujuria que rasgó dentro de ellos. Su lengua penetró su boca con hambre como había hecho con anterioridad. Solo que ahora parecía más vehemente y entregado. Todo parecía estar ardiendo a su alrededor. Livana jamás se había imaginado lo excitante que se sentiría un beso. H
La química sexual desbordada. —Estás húmeda, mujer. —Soy Liv, deja de llamarme "mujer". Sus ojos lo miraron con un orgullo que solo lo poseían las mujeres que habían nacido en la realeza. El Alfa le dio una sonrisa malvada ladina que hizo que ella se humedeciera aún más. "¿Cómo puede excitarme eso?" Se preguntó Livana pero lo olvidó cuando el macho golpeó con su palma su nalga, haciendo que esta escociera pero que también su clítoris palpitara. —¡Eres un salvaje! —gritó de todas manera furiosa con ella misma por desearlo. —Móntame, ahora —le ordenó y la mujer contuvo la respiración por un segundo. —¿Estás ansioso, señor? Valerio la miró hambriento. Era la primera vez que la dejaba ver sus emociones. —Volveré a azotar tu trasero. La advertencia jugetona casi la hace sonreír, sin embargo, ella logró mantener la seriedad. Se sentó sobre sus piernas, colocando las de ella una a cada lado de la otra, quedando completamente abierta para él. Al contemplarse así, Livana no pudo
Valerio vio entrar a Katya moviéndose con sensualidad en su dirección, sin embargo, de repente el macho no se sentía demasiado atraído por ella. Desde hacía casi una semana había compartido sexo con su esclava y desde ese momento había hecho que sus fantasmas del pasado desaparecieran. Él no sabía cómo, pero poco le importaba. El solo pensamiento sobre su cuerpo lo hacía arder en deleite. Pero eso era algo que solo él sabría. —Áyax Valerio —habló Katya con la voz suave que la caracterizaba. Sin embargo, Valerio sabía que había algo en su actitud mesurada que no parecía del todo sincera. —Buenos días, Katya. Él no levantó la vista de los papeles que tenía sobre la mesa cuando ella se acercó con lentitud en su dirección. Por lo que no pudo ver la sonrisa que esbozó la mujer. —¿Qué quieres? —Áyax, sabe cuanto lo respeto y quería pedirle como su concubina que eche a la esclava de la cocina. No soporto verla por más tiempo. Es muy desagradable para mí. Esa mujer arruina todo l
Livana logró curarse ella misma como le había dicho a Isadora. Las dos compartían el secreto de su cachorro perdido. Todavía el recuerdo hacía que su corazón se apretara de dolor. Unas semanas habían pasado pero afortunadamente el Áyax había tenido que viajar esa misma noche hacia el reino de Arion. Su reino. Por Isadora sabía que quien estaba al mando de su reino era el hermano menor de Valerio. Con cada segundo que pasaba en ese lugar, Livana había alimentado el odio por ese lobo despiadado que le había robado todo. Agradecía a la diosa luna que en Arkalla todos protegieran su aroma y la hubieran enseñado a hacerlo mismo. Gracias a esto nadie había sospechado que estaba embaraza, ni siquiera ella misma lo sabía hasta que fue muy tarde. Pero esto solo hizo que Livana fuera más prevenida. Estaba utilizando hierbas que bloqueaban su fertilidad ahora. No podía arriesgarse a quedar preñada una vez más de Valerio. ¿Qué pasaría con su cachorro? ¿Cómo podría sobrevivir ante la e
Temblorosa, Livana se levantó de la cama para verse al espejo, notando que como por arte de magia sus golpes habían desaparecido. —Pe-pero ¿Cómo es posible? —susurró. La sangre de su amo debería curarla al ser ingerida, por el vínculo que tenían, pero no de esa forma. Ella frunció el ceño dándose cuenta de que algo muy extraño estaba ocurriendo. —¿Quién eres realmente Valerio? * —¿Qué demonios te pasa? —le preguntó Eric a su mejor amigo al ver lo furioso que estaba. No entendía qué le estaba sucediendo a Valerio, pero de repente parecía ser otra persona. Una que él desconocía. El Áyax clavó su mirada letal en él. Cualquier otra persona se estremecería al ver esos ojos bravíos del Áyax, sin embargo, Eric lo conocía demasiado bien. —Reune a las mujeres del Harem. Las quiero a todas allí. Su órden gélida lo sorprendió enseguida. —¿Qué es lo que pasa, Valerio? ¿Pasó algo con las mujeres? —Ya lo sabrás. Valerio se sentó en su trono intentando controlar la furia que le ardí
—Date la vuelta, mujer. Su poderosa voz causaba estragos en el cuerpo de la Thalassi, incluso cuando no alzaba la voz él seguía siendo imponente. Y aunque no lo buscara, seductor. Livana se mordió el labio inferior antes de darse la vuelta lentamente como él había pedido. Lo sintió acercarse a su espalda erizándole la piel, su aroma masculino llegó a sus fosas nasales casi derritiéndola, logrando que la excitación palpitara en su interior pero se dio una bofetada mental por esos tontos pensamientos que estaba teniendo. Pensamientos que no tenían cabida en su vida. —Ah... Un jadeo escapó de sus labios en el momento en el que Valerio se inclinó sobre ella rozando con su nariz su cuello. "¿Qué demonios me está pasando?" Pensó ella afligida por las emociones que cada vez experimentaba con más fuerza con la cercanía de ese macho. Livana intentó dar un paso adelante para no tocarlo, para no sentirse tentada por él, sin embargo, Valerio no tenía los mismo planes. —Quieta —ordenó dom
"¿Quién demonios se cree que es para despreciarme?"Rugió Valerio en su interior.Estaba más que furioso, a pesar de que se había descargado en su cuerpo descubrió que no era una vez que la necesitaba y eso lo irritaba mucho más."¿Es una maldita hechicera?"—Si le pediste a esa mujer que fuera una de tus concubinas es porque sientes algo por ella.Eric intentó golpear a Valerio, sin embargo, ni siquiera logró alcanzarlo.Que tuviera guardias por todo el castillo solo era un protocolo de la realeza.Él era perfectamente capaz de cuidarse a sí mismo.De hecho, siempre lo hacía cuando debía enfrentarse a enemigos fuertes.Eso lo hacía diferente a otros Áyax como el del Tercer Reino, o como el maldito Davc, antiguo gobernante de Arion, quienes se refugiaban a las espaldas de su manada esperando que pelearan por ellos.El Alfa se giró proyectando un sonoro golpe en las costillas de su oponente, logrande que este contuviera el aliento.—Deja de decir estupideces, Eric.Valerio se apartó de