* CANDICE *—Confirma la reunión con el equipo de publicidad de nuestros clientes para esta noche —dijo Giovanni, hundiéndose en su cómodo asiento de primera clase, mientras las luces tenues del avión creaban una atmósfera de calma.A su lado, abrí mi laptop, sumergiéndome en mi trabajo.Por el rabillo del ojo, noté cómo se colocaba su antifaz listo para tomar una siesta, mientras un suave murmullo de música clásica llenaba el espacio, creando una barrera entre nosotros por el resto del viaje.Aquello me llenó de alivio. Mi jefe estaba claramente molesto conmigo; los chupetones en mi cuello le dieron una idea bastante clara de cómo iba mi relación con mi esposo.Tal vez esto lo haría desistir. Ambos estábamos casados y, en teoría, nuestros matrimonios iban más que bien. No existe ninguna necesidad de que continuemos traicionando a nuestras parejas.Lo de aquella vez… fue un error. No tenía por qué repetirse.Cuando llegamos a Viena, nos dirigimos a nuestro hotel, un elegante edificio
* GIOVANNI *—Mira lo que me hiciste hacer —abrí bruscamente el grifo del lavamanos, dejando que el agua fría corriera sobre mis manos temblorosas.Había pasado más de media hora intentando recobrar la calma antes de regresar a la habitación, donde sabía que encontraría a Candy sumida en su trabajo, con un ceño fruncido y una expresión de decepción en su rostro.¿Por qué ella tenía que arruinarlo todo? No tiene sentido. Supuestamente, ella se divorciaría de Marcus en poco tiempo. Había sido testigo de la ruptura de ese matrimonio el tiempo suficiente como para saber que una reconciliación era poco probable, pero aquí estamos.—Mierda… ¿Ahora qué se supone que debo hacer?Desde que la vi llegar al aeropuerto de la mano de Marcus, supe que Candice estaba decidida a cortar de raíz nuestra relación. Tanto así, que no le importó que yo estuviera dispuesto a contarle todo sobre nuestra relación a su esposo.Jamás tuve intenciones de revelarle mi jugada contra Marcus y la razón de su despido
* GIOVANNI *—Buenos días —solté en cuanto la vi levantarse de la cama con una expresión de pocos amigos. El vino de anoche le estaba cobrando factura mientras intentaba erguirse sin sentir las punzadas de dolor en su cabeza.—En la mesita de noche tienes un vaso de agua y un analgésico —dije, en cuanto leía las noticias en mi Tablet junto con mi café y un emparedado—. Cuando estés lista, dime qué deseas para desayunar, lo pediré para ti.Ella asintió quedadamente y se puso de pie para dirigirse al baño.Esta mañana desperté de mejor humor. Tuve toda una noche de insomnio para reflexionar sobre mi situación actual con Candy, y decidí hacer borrón y cuenta nueva.Las desventajas de haberme fijado en una mujer que, además de bella, era muy inteligente y de difícil trato, era aprender a lidiar con esto. Amo a mi esposa, Antonella jamás me haría pasar un mal rato como Candice, pero, para ser honesto, eso era parte de su encanto. Los defectos de Candy eran compensados con la gracia y solem
* CANDICE *Los días transcurrieron entre reuniones, cenas y paseos, todos disfrazados como asuntos de negocios. Esta noche, Giovanni habló con un viejo colega que se comprometió a darle trabajo a Marcus. Cuando colgó la llamada, soltó una petición inesperada.—Quiero que le pidas el divorcio.—¿Qué? —inquirí, mis manos se paralizaron en medio de la cena. Estábamos en nuestra habitación, así que dejamos de lado las formalidades.—Sé que es complicado que lo hagas apenas regreses a la ciudad. Aún hay muchas cuestiones económicas que te atan a él, pero te daré tiempo para que comiences a resolverlo. Empezando por la hipoteca y todos los préstamos compartidos. Dime cuánto dinero necesitas y yo te lo daré, con tal de que puedas tener un divorcio simple y sin contratiempos.
* GIOVANNI *—Te amo —susurró Antonella mientras se acurrucaba en mi regazo con un dejo de tristeza—. Desearía tanto que las cosas fueran distintas, que pudiera hacerte completamente feliz…Su voz apagada hizo eco en mi cabeza, y sus ojos, de un color avellana profundo parecían perforar mi alma.Acaricié el cabello de mi bella esposa, disfrutando de la suavidad que le proporcionaba a mi mano y deposité un casto beso sobre sus labios luego de que, con un tacto delicado, detuviera su esfuerzo por excitarme.Ella, esta noche luego de la cena, se acercó a mi mientras miraba la televisión en el sofá y se trepó a horcajadas sobre mis caderas. Antonella llevaba un sexy vestido de satín que abrazaba sus curvas, y desde su escote podía ver el inicio de sus bonitos y dulces pezones.Ella agitó sus caderas sobre mi pene dormido bajo mis pantalones holgados y no hubo respuesta ni de mi parte, ni de la suya.El sexo con Candice
* CANDICE *—Me siento genial, deberíamos seguir haciéndolo —dije, acomodándome en mi silla mientras esbozaba una sonrisa. A través del teléfono, la voz de Marcus resonó con entusiasmo, mostrándose de acuerdo con la idea de convertir el trote matutino en nuestra nueva rutina.—¿Cómo va tu capacitación en el nuevo trabajo? —pregunté, y la alegría se desbordó en su respuesta mientras compartía detalles emocionantes sobre las actividades en la nueva constructora que le había brindado una oportunidad.Entre risas, Marcus mencionó algo sobre preparar la cena esta noche, y mis cejas se alzaron en incredulidad.—¿Estás seguro de que no incendiarás la casa?La carcajada de Marcus resonó al otro lado de la línea, creando un cálido eco en mi oído. Finalmente, entre risas y complicidad, decidimos que era hora de colgar y volver a nuestras rutinas laborales.—Bueno, cielo, nos vemos en casa —solté, y él respondió con un sincero
*GIOVANN*La puerta del departamento de desarrollo se abrió con un suave tintineo, y en ese instante, la energía en la habitación cambió. Levanté la vista de mi conversación con Candice, y mi sonrisa se desvaneció cuando vi a Carlo entrar, llevando consigo un pequeño adorno floral de colores pasteles.Candice, al notar el cambio en el ambiente, siguió mi mirada y se volvió para encontrarse con Carlo y su sonrisa vanidosa.—¡Candice! —exclamó Carlo con una sonrisa amplia y un deje de coquetería—. Antes de venir a la empresa, pensé que podrías necesitar un toque de color en tu escritorio. ¿Qué opinas?Candice parpadeó sorprendida mientras aceptaba el adorno. Estaba claro que ella estaba tan o más consternada que yo.—Oh, señor Mancini… luce genial. No era necesario, pero gracias.Mi ceño se frunció involuntariamente.Carlo estiró su mano para estrecharla con Candice, quien, parpadeando varias veces, aceptó el g
*ANTONELLA*Tres años atrás…—Estoy muy nerviosa —susurré, mientras caminaba de la mano de Giovanni a través del majestuoso jardín de la familia de mi esposo. Las hojas crujían bajo nuestros pies, liberando un aroma fresco y terroso.Noté que mi esposo estaba más callado de lo habitual desde que nos estábamos alistando para asistir a esta reunión familiar. La luz del sol filtrándose a través de las hojas de los árboles creaba un juego de sombras en su rostro, haciendo que sus ojos parecieran más profundos y reflexivos.Normalmente, disfrutaba de nuestro tiempo en Italia, pero eso cambiaba por completo cuando debía compartir espacio con su medio hermano, Carlo.—No lo estés —dijo él, apretando mi mano con más fuerza para hacerme sentir protegida—. Ambos haremos acto de presencia, charlaremos un poco con la familia, y luego nos iremos a nuestro hotel.A