Me levanté alrededor de las cinco de la mañana, no era como deseaba iniciar mi cumpleaños, pero la cama se sentía igual de dura que una piedra, quise pensar que se debía a los pensamientos que rondaban en mi cabeza, a la ausencia de mis padres y a los reclamos de Roy. Tome de mi guardarropa un bonito chal azul que el capitán Collins me había enviado las primeras semanas después de mi llegada, él lo había enviado con una carta mencionando que recordaba que el clima era muy húmedo por esa zona y ocasionalmente había neblina tanto de día como de noche. El capitán Collins no se equivocaba, el frío calaba los huesos y la mansión Dashwood a pesar de ser grande y ostentosa, no lograba conservar el calor en algunas habitaciones. Sabía que a esa hora muchos empleados comenzaban a laboral, como la cocinera que ya debía estar encendiendo los hornos para iniciar, no esperaba que hicieran un gran bufete debido a mi cumpleaños, de hecho, ni siquiera debían saber nada por qué yo jamás lo había menc
Mi andar fue rápido, no quería que nadie me viera vestida de esa forma, en especial Lewis o peor aún Roy. Cuando salí de la casa me sentí aliviada, pero, aun así, camine directo a las caballerizas, Chris esperaba recargado frente a la puerta de las caballerizas, jugaba con una fusta para caballo, pero al verme se reincorporó e inmediatamente acudió a mi encuentro. —Buenos días—sonrió jugueteando con la fusta—Felicidades, disculpa que no pueda obsequiarte nada, espero que el paseo lo recompense. —No importan, salir de la casa hoy es mucho mejor que cualquier regalo—gire rogando a Dios que Lewis o Roy no se asomaran por ninguna ventana en ese momento— ¿A dónde iremos? —Quiero llevarte al pueblo, nunca has ido ¿Verdad? —No —Excelente, me alegra ser yo quien te lo muestre. Repentinamente, me tomo de la mano, gesto que ocasiono que mis mejillas enrojecieran. Me llevo al interior de las caballerizas y ahí esperaban dos caballos, un blanco y un negro. Como era la primera vez que subía
Escuché un tumulto mientras Roy caminaba, vi rostros preocupados y algunos otros curiosos, pero finalmente me llevo a mi habitación, donde me coloco con suavidad sobre la cama. —¡Por Dios, niña!—exclamo la señora Martha mientras colocaba una manta sobre mi cuerpo húmedo. Al verla me di cuenta de que había estado llorando, temí que Roy la hubiese reprendido por cómo había terminado mi paseo. —No la mueva hasta que regrese, iré por un médico. —El auto se atascará en el lodo—replico mi dama de compañía. —Iré a caballo—insistió, su voz se notó tensa y hasta en cierto punto severa, debía estar enfadado, pues le había causado demasiados problemas. Se dio media vuelta y salió de la habitación sin decir otra cosa. —Lo lamento mucho mi niña—trato de arrodillarse la pobre señora Martha frente a mí, no paraba de llorar. —Estaré bien— traté de consolarla, pero sus lágrimas no cesaron. Al final me uní a ella, porque me angustiaba la opinión que tendría Roy de este asunto y me preocupaba que a
Asentí y sonreí, ahora un poco más tranquila. Luego la señora Martha salió de la habitación y yo me recosté sobre la enorme almohada que había detrás de mi espalda, cerré los ojos, pero al hacerlo recordé las palabras que Roy me había expresado y no me había dado cuenta del verdadero significado de sus palabras "Eres muy inocente como para darte cuenta de mis errores y muy joven para comprender lo arrogante e insolente que he sido contigo. De no ser así, seguramente yo habría sido tu acompañante el día de hoy, realmente deseaba poder celebrar tu cumpleaños, pero finalmente mi orgullo pudo más que mi anhelo de estar contigo y te abandone. De verdad lo lamento" Había actuado extraño desde el día de su llegada, si las circunstancias hubieran sido diferentes, si yo tuviera la misma edad que Roy, cualquiera diría que esa discusión habían sido la de un hombre celoso, quizás a eso se refería al aceptar que había sido arrogante, pero. ¿Por qué admitir que deseaba estar conmigo? Mis mejillas
Poco a poco y gracias a esa hermosa mujer se fue convirtiendo una persona más educada y trabajadora, no podía pagarle a la señora Dashwood más que con su dedicación y esfuerzo al trabajo de cada día, por lo que las personas que visitaban a su señora también comenzaron a conocerla a ella, porque era innegable no reconocer su compromiso y lo sobresaliente que se había vuelto en tan poco tiempo que, un cierto día, una amiga de la señora Dashwood la invito trabajar para ella, para cuidar a su hijo, ya que su institutriz había renunciado y no había logrado conseguir una que le durara más de tres meses porque su niño era muy inquieto, latoso y consentido. Aunque en un principio la señora Martha se había negado a servir a esa mujer, la señora Dashwood le pidió como un favor para que asistiera a su amiga, ella estaba pasando por una etapa en su matrimonio en que debía ser más atenta con su esposo, ya que creía que lo estaba perdiendo y las travesuras de su hijo la estaban volviendo más nervio
—No quería escuchar que palabras como esas salieran de tus labios, alguien como tú no debería siquiera pensar en que alguien merezca la muerte, pero supongo que es un daño colateral de la guerra—manifestó decepcionado o al menos eso me pareció. Un golpeteo llamó nuestra atención, alguien llamaba a la puerta así que Roy se levantó de su lugar y acudió a revisar de quien se trataba. —Disculpe que lo interrumpa señor—escuche la voz de Lewis, era extraño como a veces ese hombre se mostraba como un cachorro asustado frente a Roy. —¿Qué sucede?—cuestionó Roy en tono con cierto tono altivo, tal vez le había molestado ser interrumpido nuevamente por ese subordinado suyo. —Un telegrama—manifestó Lewis bajando el tono de su voz. Desde mi lugar pude ver cómo Lewis le entregaba una pequeña hoja de papel y Roy comenzaba a leerla—¿Desea que haga los preparativos para recibir a la señorita Garden? Lo vi mirarme de reojo, para después dirigirle la mirada a Lewis y negar con la cabeza. —No, yo ir
—Pronto servirán el té— dijo la señora Martha al entrar por la puerta, luego se sentó en un sofá cercano a mí y se acomodó para poder descansar su espalda, empujarme por la casa no debia ser sencillo para alguien de su edad. —Me estaba contando sobre la señora Garden...—me atreví a mencionar para averiguar que era lo que había tratado de insinuar al mencionar a la madre de la señorita Garden. —¡Ah sí!— manifestó con cierta emoción, quizás por tener algo de que hablar—la señora Garden es una mujer con mucha influencia política, no sé si lo sepas, pero su esposo es un importante general de la milicia, podría decirse que es el jefe de mi niño Roy, pero no lo conoció hasta hace un año en una fiesta. Por lo que supe, mi niño fue el hombre más popular entre las damas jóvenes, aunque también entre sus madres, estamos en guerra y las personas de esos círculos siempre buscan aumentar sus fortunas así como sus influencias y, ya que mi niño Roy era el joven más acaudalado, la señora Graden no l
A pesar de que la señora Martha se encontraba detrás de mí, no dijo nada, solo empujo mi silla hasta un lugar donde Roy amablemente había retirado la silla y posterior a eso se marchó, dejándome a merced de las mujeres a mi lado. Las damas acapararon la conversación hablando de temas de los cuales no tenía conocimiento alguno, pero sobre todo hablaban del círculo social al que todos pertenecían, claro, excepto yo. Poco después sirvieron algunos platillos exquisitos, algunos de los cuales nunca había probado y no sabía exactamente como debía comerlos, había demasiados utensilios sobre la mesa que no sabía cuál era el adecuado para comer lo que parecía ser un pastel de carne relleno con tocino, hasta que extrañamente la señorita Garden quien se encontraba frente a mí levanto un cuchillo y un tenedor a cierta altura para que lograra verlos, al identificar de cuáles se trataba, los tome y ella sonrió para después comenzar a comer. Por suerte, su madre estaba más ocupada preguntando cuáles