El estruendo de la multitud se desvanecía en un distante segundo plano mientras Nadir y Lianet se detenían en la pista, sus corazones aún galopando al ritmo frenético de la carrera. Se miraron primero con una incredulidad que reflejaba la sorpresa mutua de su logro, los ojos brillantes no solo por el esfuerzo sino por la emoción que los embargaba. Luego, como si un velo se levantara, la realización de su clasificación para la final se asentó sobre ellos, y una oleada de felicidad los inundó, tan palpable que parecía extenderse y tocar a todos los presentes.Pero fue más profundo lo que sus corazones reconocieron en ese momento; en el clamor de los vítores y aplausos, encontraron una melodía que resonaba solo para ellos dos. Era como si cada grito de ánimo y cada palma que se unía en celebración no fueran más que el eco de un conocimiento ancestral: Nadir y Lianet nacieron el uno para el otro. La tensión de la carrera dio paso a una conexión más intensa, un deseo de abrazarse, de sella
Nadir ha dado alcance a las chicas y sin más se coloca en el centro de las dos, pasando su brazos por encima de los hombros de ellas que se dejan sonrientes. Lianet al ver cómo la observa preocupado suspira.—No es nada, padezco de miedo escénico como te conté la otra vez, cuando me siento rodeada de tantas personas así, me falta el aire y hasta me desmayo — le cuenta bajando su mirada —es que no sé ni cómo participo en estas competencias, sino fuera por Nube y por ti…, no lo hubiera logrado. Gracias.—Entiendo —dice Nadir comprensivo— mi mamá sufre de eso, pero a las tempestades, se esconde en los closes cuando comienzan. Así que no te de pena, me tienes a mí para protegerte.—Y a mí —interviene Nina feliz de ver lo comprensivo que es Nadir—. ¿Y no piensan decirme que pasa entre ustedes dos? Lianet y Nadir se miran y sonríen. Nina no es tonta, los conoce muy bien y ha podido percibir el cambio en ellos, sabía que Nadir estaba esperando por la respuesta de Lianet, por eso al ver co
Ismael retiene la mano de la linda y ruborizada Camilia que no le sostiene la mirada y sonríe visiblemente nerviosa. Es muy claro para un hombre como él acostumbrado a conquistar a las mujeres, que le gusta a ella, y eso le agrada mucho. — ¿Berlín dijiste? ¿Periodismo? ¿Esa no es la facultad al lado de la de ingeniería? ¿Como nunca te había visto? Mira que tengo buen ojo para las chicas hermosas — comenta Ismael complacido de ver como ella se ruboriza con su cumplido.—Sí, así es, mi facultad queda al lado de la de ustedes —asegura mirando con interés a Ismael—. Es que apenas me relaciono con nadie, estudio mucho en la habitación, ahora porque fui asignada a cubrir este evento y tuve la dicha de que el enigmático y famoso Ransett Fresneda me respondiera dos preguntas. Pero en realidad me enviaron por ser joven y estudiante a ver si averiguaba qué fue lo que hizo que tu hermano y Lianet corrieran en la primera calificación sin sillas.—Vaya, ya veo que te hizo famosa esas dos pregun
Nadir y Lianet, tras despedir al padre de Nina, regresan de su paseo por la ciudad y se topan con un entrenador visiblemente agitado. —Vaya, chicos, creí que no iban a llegar a tiempo. Cambiaron la hora de la práctica, ¡y es ahora! Nube y Ébano ya están preparados —dice el entrenador, iniciando una marcha apresurada mientras continúa hablando sin pausa—. Me da la impresión de que cambiaron el horario a propósito al verlos partir en el coche, pero conseguí reajustarlo para este momento. ¡Vamos, rápido!Nadir y Lianet reaccionan de inmediato, corriendo tras su entrenador mientras Nina y Raidel se dirigen a la casa rodante en busca de la pequeña fusta y los zapatos de montar. Al llegar al campo de práctica, el ambiente se siente cargado. Un grupo de jinetes profesionales ejecuta sus rutinas con precisión mecánica, pero al notar la llegada de Nadir y Lianet, sus expresiones cambian sutilmente.Sus rostros revelan una mezcla de respeto y preocupación, recordando la sorprendente habilidad
El rector se endereza, ajustando las gafas que se deslizan por el puente de su nariz, y con una mirada que revela una mezcla de cautela y cálculo, responde:—No es un solo interesado. Tenemos a varios magnates del mundo ecuestre y a coleccionistas privados. Pero uno en particular ha sido extremadamente insistente, alguien que usted conoce bien.El entrenador asiente lentamente, su mente acelerada tratando de anticipar el siguiente movimiento en este ajedrez de pasiones e intereses que se juega en el mundo ecuestre. Mientras tanto, en la pista, Lianet y Nadir continúan su práctica, ajenos a las intrigas que se tejen a su alrededor, centrados únicamente en la conexión con sus monturas y el próximo salto que tienen por delante.—¿Se ha preguntado quienes son esos jóvenes realmente en sus países? —habla el entrenador como lo hizo el rector antes—. Creo que debería averiguar bien antes de tomar cualquier decisión. ¿O no se ha percatado del ejército de guardias de seguridad que los siguen?
En la finca "Los Limonta", Manuel, después de haberse emocionado con la carrera de su hija y de haber llorado al recordar a su querida Cecilia, tiene un momento de claridad al recordar las palabras que Lianet le dijo cuando conversaban. Con el corazón aún henchido de emoción, se dirige al baño para arreglarse, ansioso por compartir su alegría con su mejor amigo, Josué. Está orgulloso de que su niña haya elegido como compañero al hijo de su mejor amigo. Nadir e Ismael, compañeros de universidad de su hija, son una garantía de que ella no estará sola en un país tan lejano.Se viste con sus mejores ropas y, montando uno de sus mejores caballos, sale al galope, sintiendo que esa acción lo llena de vida y lo conecta con el recuerdo de su difunta Cecilia. Al cruzar el gran portón de la hacienda "Los Figueiro", nota que hay un ambiente festivo. Todos sonríen, felices, y le parece que, como él, han presenciado la carrera de los jóvenes.Siguiendo su costumbre, entra por la puerta de la cocina
La emoción es palpable en el aire desde el amanecer, con una hilera interminable de vehículos que desembocan en el recinto, transportando a una multitud expectante que se agolpa para presenciar la competencia final. El interés del público ha alcanzado cotas insospechadas, avivado por los eventos recientes. La inusual carrera sin sillas de Nadir y Lianet en la primera ronda ha capturado la curiosidad general, deseosos todos de entender qué ocurrió exactamente. En un segundo plano, pero no menos impresionante, fue la increíble carrera de obstáculos en la que ambos jóvenes se alzaron con la victoria, deslumbrando como si hubieran descendido de una esfera celestial. Tanto es así que sus caballos han alcanzado precios exorbitantes y las ofertas no cesan de llegar al rector de la universidad. Además, Nadir y Lianet, quienes parecen una pareja forjada en el firmamento, han sido el centro de los rumores al confirmarse su compromiso amoroso.La hermosa periodista Camila Meyer se mantiene al l
El entrenador se queda mirando a su pupila. Jamás se le habría pasado por la cabeza que tendría el honor de entrenar a la hija de la campeona a quien tanto admira. Asiente, aunque en ese momento desea gritarlo a los cuatro vientos: entrena a la hija de la campeona del mundo y poseedora de numerosos récords, Cecilia López. Pero se contiene y va a buscar lo que le han pedido. Nadir observa a Lianet, incrédulo.—¿Por qué se lo dijiste si no quieres que nadie lo sepa? —le pregunta, echando un vistazo a su alrededor, temeroso de que oídos indiscretos los hayan escuchado y todo se vuelva un caos.—Porque está muy asustado y yo también; se me escapó —responde Lianet, al borde del llanto—. Esto no es lo mío, Nadir. De niña siempre me negué; no sé por qué me dejé convencer por Nina. Solo lo practico porque me recuerda a mis padres que tanto extraño y me relaja estar cerca de los caballos, yo no quería venir.Nadir avanza y la abraza. Puede ver que es sincera en lo que dice; por su manera de se