𝓜𝓪𝓭𝓻𝓲𝓭

Entramos corriendo a la urgencia, preguntamos por el italiano y nos hicieron pasar a verlo.

Estaba tirado en una cama, llorando y completamente angustiado.

—¡Llegaron! —exclamó. Tenía cara de dolor.

—Renato, ¿qué paso? ¿Estás bien? —pregunté, preocupada. Le tomé la mano.

—¡No lo estoy, miren! —Se bajó la frazada que lo tapaba y nos mostró su pene completamente inflamado y morado.

Ambos con Nicholas, cerramos los ojos, sintiendo su dolor.

—¿Qué fue lo que te paso? —preguntó Nicholas, aguantando la risa y las ganas de burlarse.

—Fui donde un amigo para que me recomendara algo, porque mi aparato acá abajo no había caso que reaccionara. Quería darle una sorpresa a mi polli polli, pero resultó todo mal. Había pedido mucho sushi para esperarlo en nuestra mesa, tapado de rolls y, obviamente, listo para que tuviéramos acción.

Fue imposible no reírnos a carcajadas de la situación.

—No les pedí que vengan para que se rían, par de calientes. Ya los quiero ver cuando empiecen con problemas o cuan
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