𝓑𝓻𝓾𝓷𝓸

No sé cuánto tiempo habré estado dormida, pero desperté con la habitación oscura y con un dolor de cabeza horrible. No era por el golpe que me había dado, si no por lo que había tomado, seguramente.

Me senté y escuché a Andrés hablar por teléfono. Sin emitir ningún ruido me acerqué.

—Está bien, lo quiero mañana a primera hora aquí. Quien entra no sale. Espero que estés claro con eso. Tú y yo la conocemos bien. Si recuerda, no descansará hasta salir de acá.

Fue muy duro oír esas palabras. Sobre todo, porque me confirmó lo que ya sabía. Si no hacía bien las cosas, mi hija quedaba sin madre. Así de sencillo.

Volví a la cama y resignada, decidí bloquear el pasado e intentar un futuro con Andrés. Vi su sombra sentada a mi lado y, haciéndome la que venía recién despertando, le dije:

—¿Por qué hiciste eso?

—Porque me estás mintiendo.

—No lo hago, no sé a qué te refieres. Yo te amo a ti.

— ¿Y por qué me dijiste Nicholas, entonces?

—No lo sé, tienen que haber sido las drogas. Es imposible que
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