Bruno hizo que mis días fuesen mucho más entretenidos. Alice lo adoraba y lógicamente yo tenía que estar muy agradecida de él por estar encerrado en este lugar por mí.Llevábamos cuatro días desde su llegada, y no habíamos vuelto a tocar el tema, ya que era muy peligroso. Las paredes tenían ojos, nariz y boca. Sobre todo, porque Andrés no estaba.Necesitaba el momento para hablar y que me contara lo que estaba ocurriendo afuera. ¿Cómo llegó a ese lugar? Eso para mí significaba una cosa: no todo estaba perdido. Nicholas no se había rendido y tenía qué hacer algo para ayudar a los que estaban tratando de sacar a Alice y a mí de esa casa.Mi ropa nueva había llegado, al fin no tenía que andar recogiendo mis pantalones o amarrando las blusas y camisetas para que no se vieran tan holgadas.Vi a Bruno trabajar con las etiquetas, pero no quise molestarlo en sus quehaceres, ya que se vio muy concentrado. Mientras tanto, yo seguía probándome lo que había llegado.Teníamos todo colgado, reímos
Nuestra conversación tuvo que terminar. La luz había regresado, así que disimulamos, hablando de trivialidades y de mi nuevo closet, ya que no sabíamos con exactitud si alguien nos estaba escuchando o no.Andrés se acercó, y nos dio las órdenes: —Muy bien. Ambos me van a escuchar con atención. Emilia, tú y Bruno van a tomar a Alice. —Con su dedo índice nos apuntó a ambos—. Ustedes dos no se van a separar en ningún momento. —Miró a Bruno—. Tú vas a cuidar de ellas. —Sacó un manojo de llaves que tenía en el bolsillo—, cualquier cosa, van a esconderse en alguno de los lugares que estas llaves abren. —¿Y dónde están estos lugares? —pregunté, preocupada. —Síganme.Nos llevó al jardín trasero, por arte de magia abrió una puerta en el suelo. La cual estaba cubierta de pasto, y ni en mis sueños habría imaginado que existía. —Pasé mil veces caminando por ese sitio y jamás vi esto —dije, extrañada, ya que siempre que paseaba a Alice buscaba algo que me ayudara a salir del lugar o, por lo me
Capítulo 53: ¿Me recuerdas?—Por favor, Andrés, no puedes hacer esto —le dije mientras sostenía fuertemente a Alice, quien de tanto llorar se quedó dormida en mis brazos. —¿Desde cuándo me estás engañando? —¿A qué te refieres? —respondí, llorando. —¿Desde cuándo sabes la verdad? —No dejaba de apuntar a Bruno.—Por favor, él no tiene la culpa.—Ahora me vas a responder tú, idiota. —Miró a Mi compañero—. ¿Te mandó Nicholas? ¿Cómo lo hiciste para evadir y engañar a mi equipo de seguridad? Responde. —Le dio una patada.—Andrés, por favor, detente. —Me agache para ver cómo estaba Bruno—. Esto es entre tú y yo, no tiene que salir más gente dañada. ¿Me quieres a mí? Pues, ya me tienes, me has tenido por casi dos años.—¡Ninguno de los dos ha respondido a mis preguntas! —gritó tan fuerte que la bebé se despertó.—Por favor, asustas a la pequeña —le grité, desesperada y ahogada en llanto.—Entrégamela. —Estiró un brazo para recibirla.—No, por favor, Andrés. Haré lo que quieras, pero no te
La cabeza me daba vueltas, no recordaba. Me sentía estresada y muy presionada. Los llantos de Alice me hicieron reaccionar.—Lo siento, tengo que ir a ver qué le pasa a mi bebé. —Me di la vuelta y subí rápidamente por las escaleras.Llegué al cuarto y tomé en brazos a mi pequeña para calmarla. El ambiente últimamente no había sido el adecuado para mantener tranquila a una criatura tan pequeña, y no dejaba de culparme por ser tan tonta y haberme permitido caer en ese juego.Estaba cantándole a mi bebé para que volviera a dormirse y Andrés entró en silencio a la habitación.—Shh... —le pedí silencio para que la pequeña no volviera a despertar.Con el dedo y su cabeza me hizo el gesto de que saliera en ese mismo instante de la habitación. Hice caso, ya que no quería más gritos, y menos tener aún más problemas. Necesitaba mantener la fiesta en paz para poder sanar heridas del pasado y seguir adelante para Alice.—Emilia, qué falta de respeto. Ni siquiera saludaste —me dijo en voz baja y m
Todo el camino estuvo dedicado a pensar en cómo escapar. Andrés era inteligente y sabía que no haría nada por miedo a que algo le pudiese pasar a mi pequeña.Llegamos a Caesars Palace en el centro de la ciudad. Era el hotel más bonito que había visto en mi vida, pero estaba muy lejos de ser el lugar de mis sueños por el momento.En la recepción, Renato hizo todos los trámites y habló con la gente.Personal de seguridad me llevó a una habitación, abrieron la puerta y me encerraron ahí. La vista era espectacular, todas las luces de la ciudad hacían que el mundo se viera íntimo y, a la vez, iluminaban algo de aquel dormitorio que permanecía oscuro esperando a quien yo tenía que conquistar.Un suave y cálido cariño sentí por mi espalda. No quería mirar quien estaba detrás de mí, sentía miedo, asco de mí misma y repulsión. —Al fin te encuentro, escondida en medio de la oscuridad —me hablo al oído.De inmediato giré y pude encontrar a Nicholas. No podía verle bien su cara por la poca luz,
Me levanté con mi bebé en brazos y me quedé mirando por la ventana. Había mucho movimiento, pero nada fuera de lo común.Fui en busca de ropa deportiva para vestirme, corrí de regreso al dormitorio de la pequeña, me preocupé de vestirla, llenar un bolso de emergencia y tomé el celular que Nicholas me había entregado.La puerta de la habitación de la pequeña Alice se abrió de golpe y frente a mí estaba Ryan. —¿Qué haces aquí? —pregunté, mientras lo veía acercarse rápidamente.—Pago mi libertad. Vamos, tienes que irte conmigo. —Me tomó de un brazo.—¡Suéltame! —exclamé, enojada y tratando de esquivar que me tocara.—Deja de ser tan idiota y ven conmigo si no quieres que el plan de Nicholas se vaya con él a la tumba.—¿Lo estás ayudando?—¿Qué? ¿No es obvio? Vamos, avanza, tenemos poco tiempo.—Las cámaras de seguridad nos van a delatar. —Le mostré las que había en el dormitorio.—La luz está cortada, tenemos solo unos segundos para salir de aquí antes de que los generadores empiecen a
Tomé el arma que Maritza me había entregado. No sabía disparar, así que tendría que haber tenido mucha suerte para apuntarle desde el lugar en el que estaba.Caminé cuidadosamente hacia él, hasta llegar por detrás de su espalda. Nicholas a lo lejos ya me había visto, pero disimuló muy bien. Me posicioné justo detrás de él y le apunté por el lado derecho de su cabeza.—Suelta tu arma ahora —dije—. Si disparas, te mato.—No serías capaz.—Una vez me dijiste lo mismo, y lo hice. Ahora mi arma sí tiene balas.Con un movimiento rápido, se giró y apuntó a mí.—¿Quieres jugar a quién dispara primero?Miré a Nicholas, buscando alguna señal sobre su plan.—No mires tanto a tu amor, ya le quité el arma. —Siguió mirándome a los ojos— ¡Mi espalda tiene ojos, Nicholas, así que no se te ocurra moverte o le disparo a la puta que tengo al frente!Vi a Nicholas levantándose y sabía que tenía que distraer de alguna manera a quien me tenía amenazada.—Estoy dispuesta a jugar contigo, pero primero quiero
Una parte de mí se levantó feliz al ver que desperté en casa. Todo estaba muy reciente. Solo había transcurrido un día. Mis recuerdos habían llegado nuevamente a mi cabeza y mi corazón estaba lleno de amor, pero la otra parte estaba destruida. Nada volvería a ser como antes.Nicholas trataba de acercarse a Alice, pero ella se alejaba.Encendí la televisión para dejar una película de niños y disfrutarla en familia, pero en vez de eso aparecieron las noticias. La imagen de Andrés y mucho de lo que había ocurrido estaba siendo relatado a la perfección. Alice de inmediato corrió a la pantalla gritando:—¡Papi!Pude notar la cara de pena de Nicholas. Su frustración era visible a kilómetros.—Cariño, dale tiempo. Poco a poco lo olvidará. —Me acerqué y le di un tierno beso.Nicholas apagó la televisión, volvió hacia su pequeña y empezó a hacerle cosquillas, pero en vez de conseguir risas solo consiguió llantos desesperados.La tomé en mis brazos, me senté con ella en el suelo y empecé a juga