Escucharlo hablar sobre todo lo que tuvieron que hacer para rescatarme, no era fácil, sobre todo, porque lo veía sufrir, pero tenía razón. Si no hablábamos, jamás sería un temacerrado.—Nicholas, ¿qué pasó después?—Regresé a reunirme con todos los que han trabajado en tubúsqueda. Teníamos que llegar a Andrés.—¿Y cómo lo hicieron?—A Renato se le ocurrió hacerse pasar por el mayor de misenemigos, inclusive, haciendo públicas muchas cosas personales. Tenía que ser mediático, que el mundo viera cuánto me odiaba, quien había trabajado conmigo por años. Todo enemigo mío sería amigo de Andrés o, por lo menos, sería más fácil llegar a él.—Con ayuda de periodistas, televisión, revistas y periódicos, hicimos una telenovela. Renato, todos los días aparecía declarando que yo era lo peor del mundo, que incluso, te golpeaba y que habías caído en las drogas. Empezó a destruir mi carrera. Andrés aún no se acercaba, no era suficiente que Renato me odiara, así que metimos al italiano al mundo de
Capítulo 3:Bruno.—Llegó el día en que Bruno tenía que entrar a cuidarte, ya te habías cambiado de casa, así que muy nerviosos por lo que podía ocurrir, nos despedimos de quien te acompañaría en la que fue una pesadilla. Sabíamos que lo revisarían completamente antes de entrar, así que se fue aciegas. Amanda, solo tenía que hacer una cosa.—¿Qué cosa?—Aprovechar lo aprendido en tres años de estudio dearquitectura, y hacer un plano de la casa.—¿Estudió en la universidad? ¿Y cómo se supone que lesentregaría eso si estaba igual de encerrada e incomunicada que yo? —Sí, tenía estudios, pero la droga la consumió y dejó todo. ¿Recuerdas el día en que entraron balas a la casa? ¿El día en quemurió Bruno?—Imposible olvidarlo.—Ese día, Renato se enteró de que Andrés tenía todo listopara llevarte fuera del país, así que inventó que quería regalarle una droga que le había llegado, para que supiera cuál era su competencia y mejorara lo suyo. Así, teníamos la dirección y podíamos actuar.
Andrés estaba en la cárcel y no existía nadie hostigándonos. Nicholas poco a poco recuperaba su carrera, aclaraba asuntos con la prensa y eso ayudaba a mantener el ambiente más relajado. Sobre todo, por el acoso periodístico cuando queríamos salir de casa.Me encontraba en terapia por todo lo ocurrido, y era un chiste escuchar a mi psiquiatra decir que no entendía cómo no estaba loca. La verdad es que no entendía cómo podía estar cuerda, ya que todo lo que viví, me hizo querer vivir el día a día con más ganas y eso, me hacía hacer más de una estupidez. Sobre todo, porque mi personalidad es compleja y hago las cosas sin pensar. Según Nicholas, es una de las cosas que más ama de mí, pero a la vez lo odia.¿Quién entiende a los hombres?Era el día del cumpleaños número dos de nuestra rubia. Nicholas había exagerado tanto con el tema de la decoración de unicornios, que incluso, las escaleras de nuestra casa eran arcoíris. Pero, ¿cómo podría quitarle esa alegría? Al fin nos tenía en casa y
Mis ganas de hablar con el personaje que tenía al teléfono eran menos que las de revivir tanto sufrimiento. Así que hice lo que en una vida pasada, no habría hecho: cortar yseguir como si nada hubiese cambiado mi día.Nicholas ya estaba llegando a mí con la pequeña Alice enbrazos y de inmediato preguntó:—¿Todo bien?Tragué saliva, respiré profundo y con una sonrisa respondí: —Todo perfecto, es hora de cantarle a la cumpleañera. Sabía que Nicholas no me había creído, pero respetaba misespacios. Eso era algo que me encantaba de él.Hice lo que pude para olvidar esa llamada, me centré en crearbuenos recuerdos con nuestra pequeña y dejar todo lo malo atrás. Lógicamente, creerle algo a la persona que casi destruye mi vida era una ridiculez.Dos horas más tarde, el cumpleaños estaba terminando, así que me propuse a ayudar a todo el personal de aseo a dejar limpio. Sabía que si me quedaba quieta, mi cabeza empezaría a dar vueltas y finalmente, mi ansiedad terminaría ganándole a la razón
Luego de tanto alboroto, Nicholas y Renato me ayudaron a acostarme, ya que me sentía enferma y sin ganas de nada. Una vez ya en cama, Renato se sentó a mis pies mientras miesposo se apartó para hablar con alguien en el teléfono.—Em, ¿segura de que no viene en camino un hermanito paraAlice y Nathe? —Rio.—No lo creo. Además, con dos niños en casa es suficiente.Ahora que todo esto terminó, Nathe también vivirá con nosotros —respondí nerviosa, porque, aunque no me gustó la idea, existía la posibilidad de que fuera embarazo.Nicholas abrió la puerta de la habitación para recibir un paquete, el cual me fue a entregar.—Bien, Em, aquí tienes un test de embarazo. Salgamos de una vez de las dudas. —Me entregó una bolsa y sonrió.Renato se levantó de la cama y me dijo:—Los dejaré solos, esto es algo que tienen que conversar y esperar sin mí.—No, Renato, por favor, quédate. Me haré el test, luego quiero conversar con los dos. Estoy segura de que no es embarazo ni estoy enferma. Solo son n
Llegamos a un club nocturno llamado “The zone”. Llevaba mucho tiempo sin ir de fiesta, así que me sentía realmente entusiasmada.Nos sentamos en un sillón redondo con la mesa de centro yme llamó la atención el nombre de uno de los tragos.—¿Sexo en la zona? Definitivamente pediré este.Nicholas me abrazó y con disimulo rozó uno de mis pechos. —Los estoy mirando, par de calientes, compórtense —dijoRenato al ver dónde estaba la mano de Nicholas.—Renato, cálmate, deja que lo pasen bien. Además, no puedes ser tan celoso. ¿Acaso no recuerdas lo que hicimos en el baño la semana pasada? —preguntó Cristopher a modo dedefenderme.—¿Ah, sí, Renato? ¿Qué hiciste en ese baño? —le dijoNicholas, desafiando su respuesta.—Okey, ahora todos en contra de esta belleza. Hagan lo quequieran, pero luego no anden llorando —nos advirtió, apuntando con el índice.Estos últimos días, Renato andaba algo más sensible de lo normal. Si no hubiese sido hombre, habría jurado que andaba con el periodo. Llegó l
Enjaulados, abrazados y con frío. Igual que convictos de una película. La borrachera se nos había pasado a ambos y el cansancio era tanto que no éramos capaces de hablar.Nicholas me daba tiernos besos en la coronilla de la cabeza para hacerme sentir mejor, pero ni eso resultaba. Me sentía culpable y muy irresponsable.—Bien, matrimonio feliz, pagaron la fianza y vienen por ustedes. Espero no tener que volver a verlos por aquí —dijo el policía que nos abrió la celda.Avergonzada y tomada de la mano de mi esposo, caminé hasta la salida. Nos esperaba Renato y Cristopher, quienes me abrazaron al ver mi cara.—Se los advertí —dijo Renato.—No es tan grave, solo me encontraron cogiendo con mi esposa —dijo Nicholas para hacerme sentir mejor.Llegamos a casa y al entrar nos dimos cuenta de que estaba Maritza en la sala.—Nosotros mejor nos largamos —dijo Renato.—¡No, nadie se larga a ninguna parte! Me van a escuchar los cuatro —ordenó Maritza, muy enojada.—Maritza, ¿descansamos y después h
Llegamos a la estación de policías. Tenía la piel de gallina y el estómago completamente revuelto.Nos sentaron en una sala y ahí esperamos a que la agenteThomas llegara. Era una mujer morena, su piel era perfecta. Me habría atrevido a decir que era mulata. Estatura promedio y una dura mirada.—Buenas tardes, soy la agente Thomas. —Estiró la mano para saludarnos—. Me disculpo por haberlos molestado un sábado.—No hay problema —contesté.—Bien, iré directo al grano. —Abrió una carpeta y me mostró una carta—. Esta carta estaba en un sobre dirigido a usted en las manos de Andrés Schneider. Lógicamente, porque se transformó en parte de la investigación, no pudimos entregársela, pero sí me interesa que la lea.Asustada, tomé la hoja que estaba adentro de una bolsa plástica y la leí.“Emilia, no hay nada en la vida que nos haga más felices que el amor, sé que tú lo tienes. ¿Imaginas que pasaría si te lo quitaran? Te encontraré, aunque estés en la oscuridad”.Leí la última estrofa y de inme