Loca y estúpidamente feliz.

Andrés estaba en la cárcel y no existía nadie hostigándonos. Nicholas poco a poco recuperaba su carrera, aclaraba asuntos con la prensa y eso ayudaba a mantener el ambiente más relajado. Sobre todo, por el acoso periodístico cuando queríamos salir de casa.

Me encontraba en terapia por todo lo ocurrido, y era un chiste escuchar a mi psiquiatra decir que no entendía cómo no estaba loca. La verdad es que no entendía cómo podía estar cuerda, ya que todo lo que viví, me hizo querer vivir el día a día con más ganas y eso, me hacía hacer más de una estupidez. Sobre todo, porque mi personalidad es compleja y hago las cosas sin pensar. Según Nicholas, es una de las cosas que más ama de mí, pero a la vez lo odia.

¿Quién entiende a los hombres?

Era el día del cumpleaños número dos de nuestra rubia. Nicholas había exagerado tanto con el tema de la decoración de unicornios, que incluso, las escaleras de nuestra casa eran arcoíris. Pero, ¿cómo podría quitarle esa alegría? Al fin nos tenía en casa y
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