Cuando Gretel termino de leer, sus ojos estaban inundados de lágrimas, le dolía el corazón y no porque fuera algo debido a salud, sino porque las palabras de Leslie le habían llegado hasta el alma, ahora entendía porque era tan distante las primeras veces que hablaron con ella, quería amar y ser amada, pero el miedo a perder a las personas era igual o más grande que sus deseos.
De: LesliePena@gmail.com
Para: FaraGallur@gmail.comAsunto: Despedida.Sé que sigues en el hospital y que no te gusta alejarte de tu hija, lo entiendo perfectamente. Te agradezco el que me permitieras verla esta tarde y los otros días. Gracias.Seguramente ya sabes que le dije a Gretel que me enamore de ustedes, no pude evitar que saliera de mi boca, siempre trate de no decirlo, pero supongo que cuando los sentimientos son tan fuertes, es difícil controlar las palabras dentro de tu boca, me ganaron las emociones,Se habían exaltado y elevado la voz, así que decidieron permanecer en silencio unos minutos para calmarse, ambas habían accedido a meterse en la cama de Leslie porque era evidente que a las dos les atraía por igual, porque de haber sido de otra manera ninguna de las dos hubiera accedido a hacerlo así como así.-Debemos de admitir lo que pasó – hablo Fara tras un largo momento en silencio – porque si ninguna de las dos hubiera querido hacer algo como lo que hicimos. Ni tu, ni yo, nos hubiéramos acostado con Leslie a solas.-Lo sé y no fue culpa de ella no decirnos algo.-No, no lo fue. Tanto tu como yo le pedimos guardar el secreto ¿No es así?-Así es, ella guardo el secreto ¿Qué más podía hacer?-No lo sé, supongo que por un lado entiendo que en determinado momento no supiera que hacer, si nos amaba a las dos era normal que en su cabeza hubiera toda una revolución entre lo que debía o no debía.-No quería que pasara lo que sucedió con Leslie – susurro Gretel echánd
Nació en el seno de una familia obrera, de aquellas que no tienen muchas posibilidades en la vida de aspirar a nada más que el pan de cada día, de aquellos que solo tienen para pagar luz, el agua, el gas y los pequeños gastos corrientes del día a día y del mes.Aquellos de los que no se podían permitir enfermarse porque curarse costaba más de lo que valía morirse, así que más valía no enfermar o bien, podrías morir pronto y dejar de sufrir.Ella pertenecía a ese millón de millones de personas de las que siempre les hace falta algo, pero dada sus condiciones de escases de dinero, se tienen que conformar o aguantarse con lo que tienen o no tienen, pero que quieren, y así pasan sus días mirando cosas solo a través de los aparadores de cristal de las tiendas, anhelando un día tenerlas, pero se conforman con soñar que hasta el momento no costaba nada, pero malo sería que dado a las ocurrencias del gobierno se les antojara cobrar por cada sueño, si fuese así, el gobiern
A partir de ese día ambos hicieron la ocasión de encontrarse en el comedor de la fábrica a la hora de la cena, allí se sentaban en la misma mesa solos a conversar sobre ellos y sus días en casa y trabajo, al ver que se trataba de un incipiente romance el resto de sus compañeros conocidos y amigos preferían dejarlos solos para al final hacerles burlas por separado, eso comenzó hacer algo del diario hasta que después de un tiempo dejo de importarles, era cierto, los dos se gustaban y no podían evitar que sintiesen sentimientos uno por el otro, pero ahora el problema de hacer la pregunta de ser novios recaía en Francisco, que cada vez que lo pensaba se quedaba pasmado y no hacía más que balbucear cada que a solas en su cuartucho ensayaba la petición de ser novios.Todos los días Isis y Francisco pasaban a tomar café, él lo pagaba tan solo para pasar unos minutos más con ella, Isis sabía que él ya no se podía seguir permitiendo pagar algo más que café y ella tampoco se había p
Al cabo de unos días Francisco fue en busca de los resultados de los análisis y lo que encontró en ellos lo dejo de nuevo anonadado, sería padre, no, más bien serían padres, algo feliz, emocionado y preocupado se dirigió a casa de Isis, estaba más que decidido ese medio día para pedir la mano de su novia, no hacía falta preguntarle de antemano, Isis sabría el porque estaba pidiendo su mano, con este gesto ella confirmaría que estaba en espera de un bebé y que no podría seguir más en casa de sus padres ocultando su estado.-¡Vaya muchacho! – exclamó su suegro sorprendido – pues yo no soy quien puede darte esa respuesta. Solo te diré una cosa Francisco – está vez su voz se había tornado seria – sabes que de ahora en adelante las cosas serán diferentes ¿verdad? Tendrás una casa y una esposa que mante
Antonella sola se encargó de decorar una habitación para su hija y de comprar ropa y cosas para la futura bebé, ella tenía suficiente amor para darle, si Josef no la amaba, con su amor sería suficiente.Las semanas siguieron transcurriendo y Josef solo preguntaba a Antonella sobre cómo se encontraba por educación y porque compartían en el mismo techo, comían en la misma mesa y compartían la enorme casa, pero por lo demás estaban muy lejos de ser un matrimonio y una familia feliz, de alguna manera Antonella se sentía triste que después de tanto buscar un bebé, viniera en unas condiciones en dónde el hogar ya no era uno de verdad en el cual uno deseara estar.El momento de dar a luz llegó y Antonella solo se encontraba con las dos mujeres que se hacían cargo de la casa, la cuál se llenó de alboroto, las dos empleadas se vo
A pesar de que él deseara pensar que Antonella lo perdonaría, estaba muy equivocado y pronto comenzaría a darse cuenta de que todo lo que él deseaba que pasara nada sucedería.Para comenzar Antonella no dejo verle a la criatura, mucho menos cargarla, se lo negó durante dos semana, aún seguía tan molesta como el primer día en que Josef la dejara sola dar a luz y ni siquiera se molestaba en preguntar por él, comenzó a ignorarlo, sabía que esto le sería tan doloroso a Josef así como le había dolido a ella su ausencia durante el momento más importante de sus vidas.Sin embargo pasado las dos semanas de castigo para Josef, Antonella le dejo cargar a su primogénita, él se acerco a la cuna, la saco de allí con cuidado y la sostuvo en brazos, era hermosa, pero él seguía prefiriendo un varón, él no podría hacer cosas de hombre con ella, el problema de Josef fue que había crecido rodeado de mujeres y casi creció repudiando lo que conllevaba ser una mujer, sin embargo
Antonella no podía creer que Josef estuviera cediendo a darle el divorcio tan rápido, pero lo era, tan cierto como la culpabilidad que sentía de haberle golpeado, sin embargo no sé arrepentía de esperar un hijo varón con su amante, no abandonaría a su hija de manera tal, pero lo cierto es que no le había emocionado su nacimiento, pero si se alegraba de que Antonella tuviera ahora una alegría, alguien que le acompañara hasta su vejez.-No peleare por Gretel, es más tuya que mía. Vendré a verla de vez en cuando.-De acuerdo. Aunque no me extraña que decidieras que se quedara conmigo, tu dejaste de desearla cuando supiste que sería una niña.-Bueno, ahora tendré un varón y claro que la quiero ¿pero yo que haría con una niña de casi un año? No podría cuidarla como tú.-Está bien, te concedo la razón en eso.-Pero aún no me perdonas lo de dejarte sola en el parto.-No, no lo he hecho y no sé cuándo pueda hacerlo. Supongo que por algo lo nuestro se acabó.Antone
-Ya no será más necesario que cuiden de Leslie – comenzó a contarle Isis a sus padres – por fin hemos terminado de pagar nuestra casa.-¿De verdad? – pregunto su madre.-¡Siiiiii! De verdad mamá.-Ya era tiempo de que terminaran. Llevan años con esa bendita deuda, nada más hay que verlos como están tú Francisco, más flacos que el perro del vecino.Era cierto, Isis y Francisco estaban tan flacos, se miraban tan desganados de todo, siempre parecían estar doblando turnos para que no les fallara un día de pago, porque sino el interés subía como otra cosa. Más sin embargo ahora se podrían permitir respirar, incluso ambos sentían que se habían quitado un peso de encima y que por fin Isis se quedaría en casa para cuidar a Leslie y quitarle el peso a sus padres de cuidar a su nieta, ya habían hecho suficiente