Tan solo un poco de lo que hay en el mundo
Tan solo un poco de lo que hay en el mundo
Por: Rilijik
Capitulo 1

Nació en el seno de una familia obrera, de aquellas que no tienen muchas posibilidades en la vida de aspirar a nada más que el pan de cada día, de aquellos que solo tienen para pagar luz, el agua, el gas y los pequeños gastos corrientes del día a día y del mes. 

Aquellos de los que no se podían permitir enfermarse porque curarse costaba más de lo que valía morirse, así que más valía no enfermar o bien, podrías morir pronto y dejar de sufrir.

Ella pertenecía a ese millón de millones de personas de las que siempre les hace falta algo, pero dada sus condiciones de escases de dinero, se tienen que conformar o aguantarse con lo que tienen o no tienen, pero que quieren, y así pasan sus días mirando cosas solo a través de los aparadores de cristal de las tiendas, anhelando un día tenerlas, pero se conforman con soñar que hasta el momento no costaba nada, pero malo sería que dado a las ocurrencias del gobierno se les antojara cobrar por cada sueño, si fuese así, el gobierno se forraría las carteras dejando a la población cada vez más pobres, soñando aún todavía con verse en condiciones mejores. 

Aunque para ese entonces Leslie crecía en el vientre de su madre, la cuál ignoraba que estaba embarazada de Francisco, quién trabajaba en la misma maquiladora que Isis, que fue donde se conocieron.

 Ambos, Francisco e Isis entraron el mismo día, mes y año a la maquiladora, tocando el mismo turno de noche.

En un principio todos eran una manada de desconocidos que solo estaban allí para producir entre las inmensas e interminables bandas de la máquina de producción, eran solo esa porción de gente que necesitaba trabajar para llevarse algo a la boca para comer y vivir. 

Allí estaba la mayoría de la población de escasos recursos y decentes que prefería trabajar y ganar poco que ser un criminal sin vergüenza, de los que a menudo también abundaban por las calles y asaltaban al pobre obrero cansado de trabajar turnos hasta de más de ocho horas para poder recibir un poco dinero extra al final de la semana, para que al final viniera un maleante a arrebatarle lo que había ganado a base de esfuerzo y con el sudor de la frente.

Francisco e Isis pertenecían a esa población, de esa masa que se perdía entre la multitud de cada día entre la rutina y el hartazgo de saber amanecer para ir a sus trabajos en los cuales tendrían que hacer lo mismo una y otra vez, tan repetitivamente como una película rayada en un reproductor de DVD y a pesar de que todos supieran que hacer, en determinado momento la producción en la fábrica se detenía por el descuido de algún obrero, provocando que se retrasara por horas la producción, enojando al supervisor que les reprendía con enojo por su ineptitud de aquél día, porque sabía que él también se vería afectado por ese contratiempo, todo iba en cadena como un efecto domino, del más pequeño al más grande, una cadena en la cuál el pez más grande necesitaba del pez más pequeño para sobrevivir y seguir en el primer escalón de la cadena alimenticia.

Sin ellos no habría nada y así era la vida desde siempre y no tan solo con los humanos, sino hasta en los animales reinaba el mismo orden, aunque allí no se manejaba el clasismo de: tú eres rico y yo soy pobre o viceversa, ahí solo importaba sobrevivir, algo también común con las personas, necesitábamos sobrevivir y reproducirnos como especies para nuestra conservación e instinto de supervivencia de seguir poblando la tierra.

Isis y Francisco iniciaron su romance, comenzando primero por la amistad, su amistad surgió de la manera más descabellada cuando llegó la hora de comer y al asistir al comedor de la fábrica, chocaron accidentalmente cuando Francisco iba corriendo para poder alcanzar el almuerzo que consistía en una especie de papas mal guisadas. 

A Francisco no le dio tiempo parar de correr cuando Isis apareció de la nada en su camino llevando en sus manos su cena patosa, siendo entonces que Francisco arremetió contra ella de lleno haciéndola caer al piso delante de todos los obreros, cayéndole encima la masa de papas. 

La escena hizo que todo a su alrededor quedara en silencio por unos instantes, mientras Isis se moría de la vergüenza y el coraje por el chico estúpido que había chocado con ella haciendo que aterrizara en el suelo, después de ese incómodo silencio todo pareció retomar su curso menos para Isis y Francisco que seguían mirándose. 

Ella lo miraba a él con enojo y él la miraba tremendamente avergonzado por su estupidez, pero a pesar de su poca capacidad de pensar y racionar en ese momento, ayudó a levantarle a pesar de la mirada asesina de Isis sobre de él, era lo menos que podía hacer, él también se moría de la pena.

-Lo.. lo siento – se disculpo Francisco con Isis, pero está no respondió, pues se limpiaba afanosamente el uniforme que usaba durante sus horas laborales – no la vi. Discúlpame, por favor discúlpame.

-¡Crees que con tus tontas disculpas me hará quitar la vergüenza que siento ahora! – hablo con voz aflautada por el coraje y su cara estaba roja por la vergüenza y el enojo.

Sin embargo para Francisco fue como ver el primer amanecer que miraban sus ojos, el primer descubrimiento de algo maravilloso en su corta vida, Isis había cautivado a Francisco con todo y su enojo, él considero que se miraba hermosa a pesar de la vergonzosa situación y sin darse cuenta estaba sonriendo como un bobo e Isis lo mal interpreto.

-¡Ahora te burlas de mí! – está vez no pudo evitar alzar la voz – ¡no tienes vergüenza! ¡mal educado!

-¡No! ¡no me río de ti! – aclaro.

Isis de verdad quería matarlo y no tan solo con la mirada que le dirigió antes de irse con su amiga María, que había  observado todo en silencio, Francisco se quedó allí plantado viendo como Isis se dirigía sola hacia los baños, mientras María iba a dejar la charola vacía en los contenedores.

Desde ese momento Francisco comenzó a preguntar por Isis a todos los que podía, le pregunta a cualquiera que miraba pasar o a sus compañeros de sección, pero no muchos en un principio le pudieron decir sobre la persona que preguntaba, sino que fue casi al final de su turno a eso de las cuatro de la mañana en que alguien le dio la información que había estado solicitando con urgencia y desespero.

-Su nombre es Isis – le dijo uno de sus compañeros que parecía tener amistades por toda la maquiladora. El informante era un hombre bastante acomedido y campechano que a todo el mundo le caí bien por su manera de ser – está en la sección tres y también trabaja en el mismo turno que nosotros, de vez en cuando hace turnos dobles y hoy es uno de esos días.

-¡Gracias! ¡muchas gracias! – dijo Francisco entusiasmado.

-¡Gracias nada! – dijo él sonriendo – me debes una chela bien fría.

Francisco sonrió diciendo que era lo menos que podía hacer por él después de la información que le había dado. 

Apenas terminar su turno Francisco corrió hacia la salida a la espera de Isis, necesitaba disculparse con ella e invitarla a por lo menos a un desayuno decente. 

Esperaba que ya no siguiera tan enojada con él por lo ocurrido, mientras esperaba en la salida de la fábrica, Francisco fue observado como bicho raro mientras miraba a todos los que salían, mirando buscar a alguien entre los que iban saliendo, por un momento pensó que Isis ya se había ido, pues tenía casi más de diez minutos esperando, su esperanza que creía perdida dio luz verde cuando la miro venir acompañada con la misma chica de antes en el comedor.

-¡Hola! – la saludo Francisco saliendo a su encuentro mientras se moría de la vergüenza por su atrevimiento.

María le dedicó una sonrisita a Isis antes de alejarse y dejarla sola con él, Isis le dedicó una mirada de súplica para que no la dejara sola, pero desde que tuviera aquél accidente en el comedor, María la había comenzado a fastidiar con él, diciéndole que se había caído por la baba que a Francisco se le había caído de la boca, esa ocurrencia la había hecho reír, pero ahora, justo en ese momento no le hacía tanta gracia, no es que pensara que el tipo fuera feo, lo que pasaba es que se le antojaba demasiado bobo.

Isis se detuvo y lo miró a la cara, era guapo, sí, tenía el cabello ondulado y negro, sus ojos eran color avellana, grandes y bonitos, su voz era muy varonil y su aspecto físico era atlético, alto y con brazos bastante fuertes y Francisco se sintió más nervioso al ver la mirada escrutadora de Isis sobre él, que pensó inmediatamente en que ojalá hubiera pasado la prueba de inspección.

-Hola ¿vas a empujarme de nuevo? – le pregunto con malicia al tiempo que sonreía.

-¡He! No, no. Solo quiero disculparme de nuevo contigo por lo que pasó.

-De acuerdo, estás perdonado.

-Deja que te invite a desayunar ¿puedes? O ¿tienes inconvenientes?

-No será que lo que quieres preguntar es si tengo un novio – Francisco está vez se puso rojo e Isis se hecho a reír.

-Bueno, no quiero ser golpeado ni causarte problemas con alguien. Por eso lo decía.

-Bueno para quitarte la preocupación no salgo con nadie y sí, si puedes invitarme a desayunar.

Caminaron juntos por la calle esa tranquila mañana del viernes – último día laboral de ellos – caminaron unas cuantas cuadras hasta llegar a un pequeño local que servía café con panqueques, además de desayunos. 

Francisco caballerosamente al llegar a una de las mesas del lugar aparto una de las sillas para que Isis tomara asiento, una vez que Isis acepto el gesto, él finalmente tomo asiento y enseguida se acerco una joven mesera para tomar su orden, una vez hecho el pedido se alejo y los dejo solos, aunque la intimidad para iniciar una breve conversación no era mucha, ya que en cuanto ellos llegaron, el local se empezó a llenar de personas que bien iban al trabajo o bien salían como Francisco e Isis.

-¿Dónde vives? – le pregunto Isis, iniciando por una conversación simple y cotidiana.

-No muy lejos de aquí.

-¿Solo o con tus padres?

-Solo, rento un cuartucho a una dos cuadras de aquí. Soy de provincia, vine aquí hace seis meses para trabajar, de dónde vengo no hay mucho empleo, por eso vine aquí.

-¿Extrañas a tu familia, tu tierra?

-Si a todo, sobre todo la comida. Aquí es mala pero de peor sazón – ambos se echaron a reír – no quiero decir que allá haya comido platillos de lujo, eran igual de sencillos que aquí, pero aquí no tienen sazón.

-Bueno, si lo dices por la lavazas que dan en el trabajo, déjame decirte que no solo a ti te saben horrible, a mi también, pero no hay para otra cosa. Comprar algo allí sale caro, eso solo se lo permiten los supervisores y algunos otros con mayor sueldo que nosotros.

De pronto su conversación se fue haciendo cada vez más fácil y la incomodidad que les había hecho sentir nerviosos y torpes sobre todo a él, desapareció haciendo que el tiempo pasará volando.

-¡Dios! – exclamó Isis mirando su reloj – ya es tan tarde, tengo que irme o sino mis padres se preocuparan y me reprenderán. Gracias por el desayuno.

-Gracias por aceptar mis disculpas.

-Dime tu nombre antes de que me vaya – le dijo mientras apuraba su último trago de su ya café frío.

-No te lo he dicho ¿verdad?

-No.

-Me llamo Francisco Pena.

-El mío es..

-Ya lo sé – intervino él sin dejarla terminar – tu nombre es Isis.

-Isis Macedo – dijo extendiendo su mano para estrecharla con la de él – mucho gusto.

-Igualmente, mucho gusto Isis.

-Nos vemos el lunes Francisco.

-Nos vemos Isis.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo