Al fin estaba en casa, había logrado convencerlos a todos de volver a mi hogar. Odiaba el hospital, aquel olor fuerte, la comida, e incluso la forma tan deprimente en la que la gente me tratase, como si tuviese un problema, como si estuviese enferma.
Lo primero que hice al llegar a mi habitación fue cerrar la puerta y llorar, con fuerza, con todo el dolor de mi corazón. Pero no sirvió de nada, no podía escucharme, no podía oír absolutamente nada.
El silencio me golpeaba duramente y apenas podía respirar, pero no podía morir, tan sólo vivir en un mundo sin sonidos, un mundo sordo donde aquel aplastante silencio me ahogaba.
Pasé la mayor parte del día encerrada en mi habitación, y cuando salí a comer algo, mi madre me estaba esperando sentada en el sofá, y me hizo una señal para que me acercase.
Mis abuelos vinieron a verme en esa semana, a dos días antes de la operación y se quedaron conmigo todo el día, intentando animarme, pero se sorprendieron bastante al verme de tan buen humor.Hablé con Pablo ayer – me informaba mi abuela, mientras mi abuelo hablaba con el enfermero que acababa de entrar en la habitación, haciendo que le mirase extrañada, pues sabía que aquel día le tocaba a Joel, pero no había ni rastro de él ¿le habrían cambiado el turno – me dijo que intentaría escaparse para estar presente en la operación.No debería hacerlo – reconocí hacia mi abuela – si hablas con él dile que no le necesito aquí, su trabajo y el paripé con su novia deben ser más urgentes para él – mi abuela me miró sorprendida, no por mis
Volví a casa al día siguiente, con una enorme sonrisa en el rostro, y miles de flores que me había enviado Pablo.Aun así, el médico quería que le visitara en una semana para asistir a una revisión pro-operación.Ese chico – comenzó mi madre, mientras almorzábamos junto a mis abuelos, en el salón – parece que realmente le importas.Puede que tengas razón – afirmé, mientras tragaba el trozo de lechuga que me había metido en la boca – pero por mucho que le importe, ante los ojos de todos los demás, ahora mismo, sólo sería la otra. – puntualicé – y no pienso volver a ser eso nunca más.La situación ahora mismo es complicada, Alicia – me aseguró mi abuela, que parecía ser la &uacu
Aquel día era especial, me había vestido con una camiseta negra y una falda marrón, mi cabello estaba corto (pues lo había arreglado la tarde anterior), y llevaba poco maquillaje, ya que no quería asustar a mi nuevo amigo: Luis. Era su cumpleaños, y le había comprado un ebook para que pudiese leer todos los libros que quisiese en digital, pues él era una persona muy respetuosa con el medio ambiente, y solía decir que odiaba que le regalasen libros por el tema de que para hacerlo habían talado un árbol. Era todo un encanto.El cumpleaños era en su casa, y parecía que eran pocas personas las que asistirían, aun así, me sentía afortunada de haber sido invitada.Llamé al timbre de ese dúplex, situado a las afueras de la ciudad, en uno de esos pueblos dormitorio que arropaban la capital, que casualmente era el mismo en el
Volver a cantar en un escenario fue difícil para mí, aún me abrumaba demasiado escuchar tanto sonido junto, a gran escala, y escuchar mi voz retumbando por todo el estadio, pero con esfuerzo y dedicación, pude lograrlo. Dejando a un lado mis miedos, y lanzándome al escenario, dejándome llevar por tantos sentimientos que me mecían cada vez que cantaba. El público me acogía de una forma increíble. Incluso recibía cartas de mis fans, entre show y show, cartas de agradecimiento, porque mi música los había ayudado a avanzar, a comprender la vida, a mejorar, a curarse de enfermedades, a enfrentarse a problemas. Y entonces lo comprendí, cantar también ayudaba a otros, componer y cantar mis propias canciones también hacia que otras personas se sintiesen ayudadas por mí. No podía dejarlo, hacer lo que hacía cambiaba un poco el mundo,
Pablo me avisó de que volvería a Madrid a finales de la próxima semana, y que teníamos que reunirnos para hablar. Y lo cierto, es que, en aquel momento, me daba igual hablar con él o no hacerlo, tan sólo podía pensar en Luis, que gracias a dios se estaba recuperando a pasos agigantados con mi presencia allí.Y yo temía que mi mánager me dijese que había que continuar con la gira, así que evitaba ir al estudio, tan sólo me quedaba el día entero en el hospital, y al llegar la noche me marchaba en un taxi a casa, tan pronto como Joel o Maribel llegaban para hacerme el relevo.El viernes me quedé dormida, después de leerle un poco de poesía de Antonio Machado a Luis, y no me desperté hasta que Joel me llamó, cálidamente, para que me marchase a casa.No deberías hacer todo esto por é
Cuando me levanté al día siguiente seguía lloviendo a cántaros, ahora entendía aquello que decían que el tiempo estaba loco, en pleno mayo y estaba cayendo el diluvio universal.Eran las siete de la mañana, no había podido dormir nada en toda la noche, no dejaba de pensar en él, en su conversación, en sus miedos de que pudiese asustarme, en Pablo, en lo mucho que aún le amaba, pero ya no podía pensar en tener una relación con él, no después de todo lo que había pasado.Un sonido en mi teléfono móvil me hizo comprender que tenía un mensaje de texto.“Soy Joel, borraré este mensaje tan pronto como sea enviado, no quiero que Luis piense que hay algo entre nosotros. Se te cayó la cartera de la mochila en mi coche, dime si la necesitas y te la llevo. Si te es má
Me tomé un día libre, un día sin Luis, un día para pensar en todo aquello. Al menos me sentía agradecida de haberlo descubierto antes de que los sentimientos hacia él hubiesen cambiado, antes de haberme enganchado a otro hombre que sólo quería jugar. Estaba cansada de tíos como Miguel Ángel, Pablo o Joel.Ya no volvería a confiar en ninguno, aunque fuesen amables, positivos, o bromistas, todos siempre querrían una cosa, y yo no merecía ser tratada así, no merecía ser la otra, yo merecía mucho más, era tan válida como cualquier otra mujer.Hablé con Maribel el martes por la mañana, y me dijo que Joel no estaría en casa esa semana por las tardes, pues ese era el turno que le tocaba esa semana.¿por qué te interesa? – preguntó sin comprender - ¿ten&iacut
Había dormido de maravilla, ni siquiera me importaba ya Pablo y Camila, me daba exactamente igual lo que hiciese con su vida, en aquel momento estaba más ilusionada con otra cosa, y fue entonces cuando me di cuenta de algo: me gustaba Joel.Mi teléfono móvil sonó cuando estaba en la cocina, preparándome el desayuno mientras cantaba una de las canciones de mi disco.Joder, Alicia – se quejó Juan, dejándome claro de que había vuelto a meter la pata en algo, pues sólo eso podría significar su mal humor – te dije que tuvieras cuidado con los periodistas.¿de qué estás hablando? – pregunté sin comprenderHan filtrado una foto en los medios – aseguró, molesto – vente al estudio cagando leches, tenemos que solucionar es