Cada día ha sido lo mismo, nada ha cambiado y cada vuelta me lo recuerda porque es peor que la otra, las putas curvas siguen siendo un problema y me estoy desesperando. Terminaré partiéndome el culo a la mitad si continuo perdido en cada vuelta, tengo que dejar que mi maldita mente joda mi cuerpo.

—¡Malditas curvas! —grito exasperado. —Un mes, un maldito mes para la carrera más importante de mi vida y estoy aquí sin poder dominar una curva de tierra. —me quito el casco casi tirándolo.

Leila se apresura a mi para poder tranquilizarme, la pobre mujer lleva soportándome los últimos días. Estoy cabreado y me niego a aceptar qué hay algo más que me cabrea aparte de la puta pista de tierra.

—No pierdas el control, tenemos tiempo y podrás hacerlo. —toca mi brazo pero no sirve de nada.

Llevamos días en lo mismo, estoy en el mismo lugar donde inicié y estoy desesperándome. Necesito enfocarme.

—Rasey. —llamo, él se acerca con la tableta en la mano.

—Vamos mejorando en curvas abiertas, el prob