¡Por Dios! No podía creer que me hubiese equivocado de esa manera, sentí mi sangre helarse en mis venas cuando vi el tercer nombre —¡No puede ser! —Exclamé con desesperación.
Revisé los informes posteriores, las fotografías, mi corazón se estrujó cuando vi la verdad expuesta ante mí. Estaba sorprendido, aterrado, continué leyendo el archivo que me habían enviado el día que corrí a Sophía de mi casa donde mencionaban a Mauro Madrid.
En ese entonces no leí, porque cuando apenas vi las fotos, me dejé cegar por la rabia y el día de la discusión ella me lo iba a decir, pero no quise escucharla, ¡No podía ser! Mauro no era su amante sino su hermano Andrecito.
¡Por Dios! ¿Qué había hecho? Destruí a mi esposa, a la mujer que amaba a su
Cuando la vi convulsionando la cargué inmediatamente y la llevé al sofá, mientras Dante llamaba a un número de emergencia para pedir una ambulancia. Once minutos más tarde ya estaba el equipo de emergencia llegando al edificio. Pedí que la trasladaran al Hospital Privado de Salud de Barcelona. Mauro se fue en la ambulancia mientras los demás nos fuimos en nuestros respectivos autos.Al llegar al hospital ya Sophía había sido ingresada. Todos permanecimos sentados en la sala de espera, aguardando impacientes que algún médico saliera y nos diera el diagnóstico. Un rato más tarde, que a decir verdad habían parecido horas, un hombre cubierto por una bata blanca apareció frente a nosotros.—¿Familiares de la señorita Sophia Madrid? —Tras indicarle que éramos sus familiares, el doc
Cuando caí al suelo llorando por los remordimientos, poco me importaba que todos me vieran; quienes dicen que los hombres no lloran, tal vez no han amado, no han sentido ni padecido el peso de la culpa. El guardia de seguridad se me acercó y me ayudó a levantarme.—Tranquilo señor, vaya a la clínica donde le dije y tenga fe de que todo estará muy bien.Le di las gracias en un tono apenas perceptible, tenía miedo, dolor, eran tantas las emociones que por primera vez me dejé dominar de ellas; amablemente el guardia de seguridad me acompañó hasta fuera, no quise movilizarme en mi auto porque me sentía demasiado afectado y podía provocar un accidente, así que tomé un taxi y le di el nombre de la clínica donde me llevó con rapidez.Tenía la terrible sensación de que la angustia atenazaba mi pecho, al llegar al centro hospit
Me quedé sentado en el piso pensando en que estaba recogiendo lo que había sembrado, como pude haberme comportado de esa manera. Estaba en esas cavilaciones cuando salió el médico.— ¿Dónde están los Familiares de la paciente Sophía Madrid? —preguntó.Cuando hicimos señas el médico se acercó y nos informó: —. No podemos hacerle la cesárea, porque los pulmones del bebé no han madurado del todo, solo tiene treinta y dos semanas. Aparte, la madre presenta una anemia con un nivel de hemoglobina de cinco, por lo cual no podría soportar la operación. Estamos dándole un tratamiento de antibióticos intravenoso y medicación de cortisona, aparte le hemos suministrado hierro y ácido fólico Las próximas veinticuatro horas son cruciales para Sophía y su bebé.Aún sentado en el p
Vi a la mujer retirarse contoneando sus caderas, pensaba que con eso iba a provocarme, no sé por qué le costaba entender que no tenía interés en ella, ni en ninguna otra, solo en Sophía; me causó tristeza su actitud, para mi era digna de lástima.Me quedé sentado en la misma posición que estaba desde antes de que el médico apareciera, sentía como si un camión me hubiese pasado por encima y prácticamente había sido así, me dolían huesos en mi cuerpo que ni siquiera sabía que tenía.Ellos se habían ensañado en mi contra y por poco me mataron, mi rostro estaba hinchado y me dolía demasiado el estómago, las costillas, no podía moverme porque el dolor era descomunal, uno de los médicos me vio y me reprendió.—Es necesario revisarlo, no pude seguir
DOS SEMANAS DESPUÉSTranscurrieron dos semanas desde que Sophía me mandó a sacar del hospital privado. Aunque fui varias veces a casa de sus hermanos; cada vez que sabía que estaba donde alguno de ellos, llegaba hasta allí, pero no quiso recibirme, se negaba a tener cualquier clase de contacto conmigo.Por mi parte, había comenzado a tener una amistad con sus padres, porque sus hermanos prácticamente no me toleraban; mandé a hacer varios documentos con mis abogados en donde les cedía la totalidad de las acciones a sus padres, la casa, la finca y todas las propiedades que habían sido de ellos, en un principio no querían aceptar los bienes de vuelta, de hecho me habían dado un rotundo no, hasta que logré convencerlos.De Sophía solo supe que comenzó a salir con Dante y no podía hacer nada para evitarlo. Llamé a Liuggi, pero tampoc
Salí de la clínica sin mirar atrás, subí al auto en completo silencio, mi cuerpo temblaba y tenía una sensación agridulce en mi boca, resonaban en mi mente las últimas palabras que le dije: "—Sabes que ese es un gran favor que me harías Nick, ¡muérete! Y eso te juro que me haría la mujer más feliz..."Sentí que estaba a punto de ahogarme, "¿Acaso estoy loca? ¿Cómo fui capaz de decirle eso?", en mi mente no podía dejar de ver sus ojos entristecidos y la angustia me invadió y en un tono de voz desesperado exclamé: —Dante, ¡Por favor para! Tengo que regresar donde Nick.— No seas tonta Sophía, ¿Vas a ceder frente a él? Te volverá a hacer lo mismo; o no recuerdas la primera vez cuando me dijiste que te humilló en la empresa frente a varias personas, esa vez te dijo que no lo volver&iac
Liuggi me miraba con tristeza —Quisiera decirte que estará bien, pero no lo sé hermanita, el estrés acumulado, todo lo que han vivido lo hizo colapsar —. Las lágrimas recorrían con premura mi rostro.—Esto d-debe s-ser una p-pesadilla Liuggi, —dije entrecortadamente —, no quiero que muera, es el padre de mi hijo —expresó con angustia.—Y aún lo amas ¿verdad? —me preguntó mi hermano.—Yooo —evité responderle la pregunta—, no quiero volver con él, pero tampoco quiero que muera —dije entristecida.Aunque intenté que me dejaran entrar a ver a Nick, no me lo permitieron debido a que su estado era crítico, la angustia me invadía, estaba nerviosa, no quería moverme de la clínica, por ello Liuggi debió alquilarme una hab
La mujer me observó despectivamente y me dijo —No me voy a ir, me quedaré el tiempo que quiera, total estoy deseosa de ver el desenlace de esta historia —indicó con un gesto.—Pues haga lo que quiera, pero manténgase alejada de nosotros —y caminando me alejé de esa arpía—. Quien se quedó en la sala de espera ofreciendo un espectáculo, mientras su hijo luchaba por su vida, ella se le encimaba al hombre con quien andaba, ambos se besaban y tocaban descaradamente sin importar lo que sucedía a su alrededor.Liuggi se acercó a mí diciéndome —. Ella es una de las culpables de que Nickólas se convirtiera en ese hombre desconfiado y cruel.—Lo sé, eso me quedó claro, pobre Nick, haberse criado con esa mujer tan egoísta —manifesté con tristeza.—Criar, ¡Estás loca!, ella lo ignor&o