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CAPÍTULO 2. UN ENCUENTRO INCÓMODO

“¡Por Dios! ¡No estás soñando Nickólas! ¡Ella es real!” Me dije sorprendido e impresionado desde que la vi entrar y caminar hasta una mesa del fondo donde fue ubicada. Era una joven realmente hermosa con un cabello color dorado, que le caía en ondas enmarcando su rostro, y le llegaba a la cintura, de nariz respingona, ojos ámbar, con unas cejas bien delineadas y largas pestañas, con su labio superior delgado y el inferior lleno, delgada, vestía una falda ancha corta de color rosa intenso que mostraban unas hermosas piernas bien delineadas, de cintura pequeña y un top blanco en forma de V, que mostraba el inicio de sus senos y un abrigo en su mano.

No pude evitar detallarla con precisión, me sentí atraído por ella, algo que no pasaba desde hacía muchísimo tiempo. En ese momento nuestras miradas se cruzaron y ella se puso nerviosa y comenzó a morderse su labio inferior, lo que a mis ojos resultaba una provocación, tal vez ella buscaba la forma de atraerme, las mujeres eran un ser demasiado manipulador, pensé haciendo una mueca de desagrado.

Sin embargo, no pude evitar que de solo verla mi cuerpo reaccionara de excitación, lo que resultaba bastante extraño tratándose de mí, porque no acostumbraba a andar detrás de las mujeres, todo lo contrario, eran ellas quienes me perseguían y se arrojaban a mí incesantemente, lo cual era aceptable porque aparte de no estar mal físicamente, nadaba en dinero y esa era la única motivación que requerían, fortuna y poder, así como los autos necesitaban una fuente de energía que los moviera, ellas precisaban de estos dos elementos para despertar su interés, todas eran unas malditas interesadas.

No pude ignorar por mucho tiempo el efecto que tenía esa chica en mí, sentía curiosidad de saber que tenía de diferente a las otras para provocar semejante reacción en mí, además no acostumbraba a negarme nada y si mi cuerpo la deseaba la tendría.

Decidido, me levanté con paso firme y me dirigí a su mesa, ella levantó su vista y se quedó sorprendida mostrando sus grandes ojos color ámbar que daban la impresión de echar chispas con destellos dorados, inmediatamente me hechizó con su mirada. No importó que soy un hombre de mucha experiencia, acostumbrado a salir con modelos de belleza extraordinaria, versadas en el arte del sexo, definitivamente esta chiquilla había captado mi atención y no estaba dispuesto a dejarla escapar, la haría mía y luego la desecharía como siempre pasaba con todos, lo importante era no volver a involucrar mi corazón y tener presente que no hay mujer buena, ni siquiera una.

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Me quedé paralizada ante la presencia del hombre, no podía moverme, ni articular palabra, mi sorpresa era evidente, pues abrí mis grandes ojos par en par y formé una "O" con mi boca, no podía creer que un hombre como ese, se hubiese fijado en una chica como yo y que estuviese en mi mesa para hablarme. “Boba reacciona” me dije, obligándome a articular algún coherente sonido, pero solo me salieron balbuceos, por más que intentaba expresarme, las palabras se quedaron atascadas en mi garganta.

Estaba desesperada, porque temía la impresión que le estaba dando cuando ni siquiera podía formar una sola frase. Seguro va a pensar que soy una estúpida, idiota, lerda y para completar ahora mi cerebro le dio por buscar palabras ofensivas en orden alfabético, una manía que venía a mí cuando estaba excesivamente nerviosa y que aplicaba de manera inconsciente para tratar de tranquilizarme. También cerré los ojos y respiré profundo, en ese momento escuché su voz de barítono hablando.

—Hola, ¿Tendrá algún problema si le acompaño mientras llegue su cita? —No podía hablar y solo moví la cabeza afirmativamente. Él soltó una hermosa sonrisa revelando unos blancos y perfectos dientes y expresó: — ¿Eso significa que si tendría algún problema o que si puedo acompañarla?

Respondí más nerviosa que nunca—.N-no s-si ¡Oh por Dios!—Creo que me puse más pálida de lo que soy, porque sentí que la sangre escapaba de mi rostro. Me imagino que pareceré un fantasma, porque de por sí y sin que ningún nervio me ataque mi piel normalmente era perlada. Aunado a esto mis manos comenzaron a transpirar y no tenía el control ni de mi cerebro, ni de mi cuerpo, mi corazón empezó a martillar violentamente, nunca me había sentido tan estúpida y lo peor es que cuando estaba muy nerviosa ó mentía tartamudeaba.

El hombre se quedó mirándome fijamente, como tratando de descubrir los secretos que no tenía, arrugué mi ceño por mis ocurrencias. Para segundos después sorprenderme cuando lo vi sentarse en una silla a mi lado con una sonrisa, expresándome—Voy a imaginar que eso significa que no hay ningún problema en que le haga compañía —me extendió su mano diciéndome—Soy Nickólas Philipo Sebastini Papandreu, pero mis amigos me llaman Nick ¿Y Usted es?

—H-hola, soy S-sophía Madrid, d-discúlpeme estoy n-nerviosa —Al darme la mano sentí como una especie de corriente que entró por mi brazo y retiré la mano con premura.

—No tiene razón para estar nerviosa, soy un hombre respetable—expresó Nick, para tratar de calmarme.

No pude evitar sonreír a tal punto que se me marcaron los dos hoyuelos de mis mejillas. Para después escuchar la voz del hombre—Es aún más bella cuando ríe, no creí que eso fuese posible, pero al hacerlo se le marcan ese par de hoyuelos que son una tentación.

—Es usted un adulador—confesé sin dejar de sonreír, me sentía nerviosa porque a decir verdad, su fuerte personalidad de cierta manera me abrumaba.

—No sabía que decir la verdad era adular—declaró él sin dejar de mirarme. Parecía que estaba haciendo un escaneo de mí, me sonreí ante su escrutinio.

—No, pero sí lo es, los fines q-que p-persigue con su d-declaración—hablé nerviosa.

— ¿Y cuáles piensan que son mis fines? —Me interrogó el hombre.

—N-no lo s-sé, ¿dígame usted? —Indagué tratando de simular mi timidez.

—ja ja ja, —se carcajeó él, haciéndome contraer mi estómago ante el sonido de su risa—llámame Nick y yo te llamaré Sophía, no hablemos de usted. ¿Sophía, a qué te dedicas?

—S-soy estudiante de artes v-visuales, en la Universidad de B-Barcelona—respondí tartamudeando, por más que intentaba serenarme, no lo lograba.

— ¿Y por qué estudiaste artes visuales? —Me preguntó a la expectativa de mi respuesta.

—B-bueno—Sonreí y comencé a hablar hasta por los codos—me encanta pintar, desde que era una p-párvula mamá tenía que correr detrás de mí, p-porque me gustaba m-manifestarla en cualquier muro o p-pared de la casa. Al principio no querían d-dejarme estudiarla, p-preferían que estudiara f-finanzas ó administración. Hasta que mis hermanos y yo l-logramos convencerlos.

— ¿Cuántos hermanos tienes Sophía? —Me preguntó Nick frunciendo el ceño y sin desviar la vista ni un momento de mi.

—Tengo t-tres hermanos, todos mayores que yo—respondí, mis piernas temblaban debajo de la mesa.

— ¿Y qué haces una jovencita tan hermosa y sola en este lugar? —Me preguntó.

—Tenía una cita con m-mis amigas, pero no pudieron venir, pero se me d-descargó el celular y no vi que habían cancelado la v-velada hasta que ya estaba aquí—respondí con rapidez, observando sus lindas facciones que producían aceleración de mi corazón.

—Estoy agradecido de que no hayan venido porque así pudimos conocernos—pronunció sin dejar de observarme.

—Si ha s-sido una sorpresa agradable c-coincidir con usted ¿No es usted español? ¿A qué sé d-dedica? ¿A c-caso se hospeda en este hotel? —Pregunté buscando mantener interesante la conversación porque a decir verdad no quería que decayera, me agradaba el interés que ese hombre mostraba en mí y de cierta manera quería devolver el gesto, pero al parecer eso no fue de su agrado.

El llamado Nick hizo un claro gesto de desagrado y sus ojos se oscurecieron, apretó su mandíbula y de su boca salió una especie de gruñido. No entendía que había provocado ese cambio brusco en él, cuando hacía apenas unos segundos estaba hablando animadamente conmigo e interrogándome, ¿acaso no podía yo preguntarle? Y menos conocía el motivo para que emitiera esas palabras tan beligerantes que expresó:

— ¿Qué te importa donde me hospedo? ¿Y qué interés puede tener para ti en que sea maestro en un liceo, o en una universidad? ¿Qué te mueve a hacerme esas preguntas? ¿Quieres saber si soy un hombre de dinero? —Interrogó de manera grosera.

Sus palabras me desconcertaron y me puse un tanto nerviosa, mis ojos intentaron humedecerse porque no estaba acostumbrada a ningún trato brusco, yo era la princesita de mi casa y a pesar del control que todos ejercían sobre mí, nunca ninguno me había hablado golpeado en mi vida.

Alcé mi rostro y observé el suyo y con un poco de retraimiento, pero con voz clara le respondí: —Lo siento s-señor, no q-quise m-molestarlo, solo q-quería que t-tuviéramos un t-tema de conversación, y lo interrogué tal y c-como lo hizo usted c-conmigo. Pero como n-no está interesado, p-puede levantarse de mi m-mesa para no s-seguir incordiándolo—ante mis palabras se quedó observándome sorprendido, porque al parecer no se esperaba esa reacción por mi parte, sin embargo, no pude evitar el temblor que recorrió mi cuerpo.

          "Valor es hacer las cosas a las que usted le tiene miedo". Eddie Rickenbacher.

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