«¡Están llegando!»Apolo se quedó quieto al escuchar las palabras de Callista. Penélope se acercó a su madre mientras Theo salía con prisa de la sala para buscar el auto.—¿Qué? —preguntó Apolo. Podía ver lo que sucedía delante de sus ojos. Callista sostenía su vientre, su rostro, de repente, se perló de sudor; sin embargo, seguía quieto como una estatua.—¡Tus hijos, Apolo! ¡Los bebés están de camino! —gritó Penélope, ayudando a su madre a ponerse de pie.Callista dejó escapar otro grito, había olvidado lo doloroso que era traer un hijo al mundo. Apretó los labios con fuerza cuando otra contracción le atravesó el cuerpo. Los bebés no podían nacer de manera natural. Tenía que llegar al hospital cuanto antes.—¡Muévete, cariño! —gritó Callista para hacerlo reaccionar.—Respira, mamá. Theo ha ido por el coche —habló Penélope—. Llama a la doctora, Apolo, y avísales a tus padres para que lleven las pañaleras —añadió.Apolo asintió, pero seguía casi sin reaccionar hasta que Callista se dob
Los deseos de Penélope se hicieron realidad, aunque no se confiaban. Durante la estadía de Callista y los niños en el hospital, estuvieron custodiados día y noche por los guardaespaldas de Elián. Dentro de la habitación, Apolo montó guardia y solo aceptó ir a casa a darse un baño cuando Theo y Penélope se quedaban para acompañar a Callista.—Por fin, en casa —musitó Callista, luego de su épica salida del hospital. Como si fuera una celebridad de Hollywood, salió bajo una fuerte custodia.—Sí, no hay lugar más seguro para ustedes y los niños que estar en casa, rodeados de personas de confianza y familia —respondió Fay. Ella cargaba a Andrew en brazos, el pequeño tomaba la mamila mientras Callista alimentaba a Diana. La pequeña cerraba y abría los ojos, como si quisiera y no dormirse.—Lo sé, Fay. Y te agradezco por todo lo que haces por nosotros. Por aceptarme como esposa de tu hijo.Fay dejó de mecer a Andrew y miró a Callista.—¿Por qué no iba a hacerlo? —le preguntó. Su mirada fija
—¡No voy a convertirme en tu ratón de laboratorio, Sokolov! Si lo quieres de vuelta, usa cualquier otro método. ¡Somételo de otra manera! —gritó Cole enfurecido.El ruso lo observó con fría y calculadora calma.—No voy a discutir mis métodos contigo, Diamantis. Ya has hecho demasiado atrayendo la atención de la policía sobre nosotros. ¡Hemos pasado los últimos años con un bajo perfil y de repente todo se va a la mierda gracias a ti!Cole apretó las manos en dos fuertes puños, deseaba ir más allá y tal vez, golpear al hombre; pero no era tonto. Garry Sokolov podía eliminarlo en cuestión de segundos, ni siquiera le daría tiempo de tener un último suspiro.—Reconozco que fue un acto impulsivo…—Fue una reverenda estupidez, Cole —le interrumpió Garry. Sus ojos azules como el ártico, su rostro frío y cincelado a la perfección hablaban del peligro que era llevarle la contraria. Era el menor de la dinastía y había estado oculto durante tanto tiempo, que era imposible no sentirse amenazado ju
Penélope miró a Theo, luego la pequeña caja entre sus dedos y el brillante anillo dentro. Un nudo se le formó en la garganta. Una mezcla de emoción y sorpresa. Realmente, no lo esperaba.—Sé que es sorpresivo, pero no quería esperar más —musitó Theo, sin moverse—. Todos los días que he pasado a tu lado no son suficientes; sin embargo, he aprendido que la vida es más hermosa cuando la compartimos juntos. ¿Qué me respondes, Penélope Galanis?Los ojos se le llenaron de lágrimas, cerró los pocos centímetros que los separaban y tendió su mano izquierda frente a Theo.—Sí, acepto. Quiero compartir todos los días de mi vida a tu lado y formar una familia junto a Antulio y los hijos que aún faltan por llegar —respondió.Los aplausos se escucharon y el resto de las luces se encendieron, revelando la presencia de la familia—¡Dios! ¡Se han confabulado muy bien! —exclamó Penny al ver a su madre acercarse con un ramo de flores.—Felicidades, hija. Te deseo toda la felicidad del mundo —musitó junt
Callista no se sorprendió cuando Theodoros y Penélope anunciaron la fecha de su matrimonio. Le estaban dando el tiempo justo y necesario para organizar el mejor banquete de toda Atenas. No se casaba cualquier chica, sino su hija. Su primogénita y ella deseaba tirar la casa por la ventana.—Entonces, ¿tengo seis meses para organizar la boda? —preguntó.—Así es, ¿podrás organizarlo?—¡Por supuesto! —exclamó ella, vio a su marido y Apolo le sonrió.—Estoy seguro de que Callista podrá con ello, además, no estará sola. Mi madre puede ayudarla.—Y no se olviden de mí —intervino Fénix. La sonrisa en su rostro lo decía todo. Se sentía muy feliz por cada paso de Penélope en su relación. Cuando se conocieron, eran solo ellas tres y Penny trataba de ser desapegada, pero al final, Lily y ella terminaron ganándose el corazón de la griega.—¡Claro que no, cariño! —expresó Callista—. Tú eres un miembro más de nuestra familia y tienes las mismas responsabilidades que nosotros —añadió. Fénix le sonrió
«¿Embarazada?»Diez letras que formaban una sola palabra y que se repetían como un mantra en la cabeza de Penélope. Miraba a su madre, como si ella tuviera todas las respuestas.—Penélope, cariño…Penny parpadeó, se tocó el vientre con una de sus manos. ¿Era posible que estuviera esperando un hijo? ¡Un hijo que llevaría su sangre!—Por Dios, hija, me estás asustando —murmuró Callista. Ella no pensaba que este día estaría lleno de drama y menos de sorpresas, pero por la palidez en el rostro de Penny, estaba segura de que se trataba de eso.—Un hijo de Theo —susurró Penélope.—Un embarazo explicaría el aumento de casi dos tallas, señorita. No podría hacer mucho, pero haré mi mejor intento —habló la modista. Sin embargo, Penélope no le prestaba atención alguna.Ella solo podía pensar en la vida que crecía dentro de ella, un hijo de Theo y suyo. Un bebé que los uniría mucho más. Penélope no era una mujer que despreciara a las personas y menos que los hiciera de menos, pero tenía que acept
Darius miró a Penélope fijamente, no parecía sorprendido de descubrir que su única nieta estaba viva. Claro que no, Callista se había comunicado con él para darle la buena noticia.El hombre no corrió a Atenas por miedo, por vergüenza. Las acciones de su hijo, no solo terminaron casi con toda la familia Mavros, sino también con la de su propia familia. Los Galanis se enfrentaron a la ruina después de eso.Sin embargo, no pudo resistir a la llamada de Callista y cuando le habló de la boda, quiso venir y conocer a la única persona que quedaba con su sangre.—¿Elena? —preguntó. Tenía la voz desgarrada por el dolor y la emoción.Los ojos de Penélope brillaron, como si fuera capaz de reconocer aquella voz, ni siquiera podía recordar su rostro, desconocía cuando fue la última vez que se vieron, pero se sentía tan cerca de él.—Me llamo Penélope —murmuró ella.Darius elevó una ceja y miró a Callista.—Es el nombre que le dieron cuando se la llevaron de Grecia, ella se acostumbró —explicó Cal
Elián miró el cuerpo inerte de Cole Diamantis. Llegó justo a tiempo para evitar que el hombre se saliera con la suya y convirtiera la boda de Theo y Penélope en una tragedia. Lo había seguido por muchos meses, pero Cole era un hombre astuto y sabía cómo moverse en el bajo mundo. Tenía cada paso fríamente calculado; en realidad, nunca esperó que Cole tomara la misión personalmente.Sin embargo, se alegraba. Finalmente, había terminado con la cacería. Desde lo alto del edificio, Elián miró hacia el atrio de la iglesia y se alejó para evitar ser visto.—Limpien el lugar y no dejen rastro alguno —ordenó a sus hombres. No quería arriesgarse a llamar la atención de la policía. Aunque se había contactado con ellos y había contribuido en todo con la investigación hasta lograr que la cabeza de Cole Diamantis tuviera precio, no deseaba que su familia se viera involucrada en ninguna investigación.Elián no olvidaba el pasado de Esteban.—¿Qué haremos con el cuerpo? —preguntó uno de ellos. El hom