Penélope se estiró entre las sábanas, era el mejor despertar en mucho tiempo, pero se negó a abrir los ojos. Buscó el calor del cuerpo de Theo muy dispuesta a volverse a enredar entre sus piernas; sin embargo, encontró su lugar frío y vacío.Ella gruñó, ¿a dónde podía ir luego de esa noche tan maravillosa que pasaron? Lo menos que esperaba, era no encontrarlo a su lado y volver a hacer el amor. A caso… ¿Se había enojado? Anoche no lo parecía, aunque se resistió un poco. Finalmente, le hizo el amor como si no hubiera un mañana, pero, entonces… ¿Qué sucedió?El gorgojeo que llenó la habitación le hizo abrir los ojos. Penélope se sentó casi de golpe, envolviendo su cuerpo con las sábanas, buscando al dueño de ese dulce y precioso sonido. Su mirada no paró hasta que lo encontró.—Buenos días —saludó Theo, que tenía a Antulio entre los brazos, sentado en la silla de la esquina—. Mira, quién vino a visitarnos porque se ha despertado muy hambriento —continuó Theo, poniéndose de pie, caminó h
Melina miró a los niños y luego volvió su atención a las mujeres, sentadas en las sillas. Su mirada se clavó en el abultado vientre de Callista. Cuando su padre se lo contó, no podía creerlo. Era impensable que una mujer de la edad de Callista pudiera salir embarazada.—¿Qué haces aquí, Melina? —preguntó Callista. Se puso de pie con una mano sobre su vientre, como si quisiera protegerlo de las miradas de la mujer.—Vine de visita, nunca te molestó mi presencia en esta casa, ¿lo recuerdas? —preguntó. La mirada de Melina cambió de Callista a Penélope—. Siempre me trataste como tu hija, me diste tanto amor —soltó con veneno. Su intención era hacer sentir mal a Penélope, restregándole a la cara que fue ella quien recibió todas las atenciones, el cariño y amor de Callista.—Tú lo has dicho, nunca me molestó tu presencia en mi casa, ahora es distinto. Ni siquiera deberías estar aquí, ¿acaso no conoces la palabra vergüenza? —preguntó Callista.El rostro de Melina se desencajó y la miró con o
La pregunta sin respuesta, le hizo estremecer. Ella no se sentía la mujer más hermosa del mundo, tampoco tenía el cuerpo perfecto. Estaba embarazada y el miedo de no gustarle a Apolo le hizo apartarse del caluroso beso.—¿Vamos? —le preguntó él, ajeno a sus miedos y dudas.—Apolo, no tienes que obligarte a…Él colocó un dedo sobre los labios de Callista y negó con un movimiento de cabeza.—Nada de lo que tenga que ver contigo, es una obligación. Tú eres un placer en cualquiera de los sentidos, ¿entiendes? —le preguntó. Delineó los labios de Callista con la yema de sus dedos, estaba seduciéndola.—No puedo gustarte —murmuró ella, deseosa de atrapar ese dedo entre sus labios. La estaba tentando.—Tienes razón —admitió, separándose de Callista. Apolo salió del auto y el frío se adueñó de ella al escucharlo. La decepción empezó a germinar en su corazón, se quedó quieta en el sillón sin saber qué hacer.Apolo bordeó el auto, maldijo a Melina Diamantis en cuántos idiomas conocía. Esa maldit
Theodoros jaló la silla y se sentó. Quedó frente al rostro serio y pétreo de Elián Kyriaskis. Él era todo, menos griego; sin embargo, era un hombre en el que se podía confiar. Así se lo habían asegurado Alexander Katsaro y la misma Callista.Confiaba en él y en sus habilidades para encontrar el hilo a la hilera; sin embargo, el tiempo que estaba llevando la investigación empezaba a desesperarlo. No tener noticias de manera regular le robaba la paz e interfería en su vida y su felicidad.Nadie merecía vivir con miedo, sobre todo, porque se trataba de su familia. Su mujer y su hijo. Los dos eran lo más importante para él.Theo volvió su atención al hombre, se había instalado un denso silencio entre ellos. Él comprendía que la tarea encomendada no era cualquier cosa; así que, no podía sentarse, golpear la mesa y exigir resultados. Elián era un cazador y no iba a fallarle.Sus miradas se encontraron y Theo supo que las cosas eran más complicadas de lo que esperaban, no necesitaba palabras
Callista miró a Apolo, él le sonrió y le dio un beso en los labios. Apolo no tenía ningún problema en demostrarle su amor y eso le hacía muy feliz.—Entonces, no se diga más. Confío en ustedes —declaró a Apolo.Penélope y Fénix asintieron, se miraron y sonrieron con complicidad. Tenían mucho trabajo por delante, pero ambas felices de poder ayudar a Callista en su boda. Era la primera que organizaban y querían que todo fuera perfecto.Unas horas más tarde, Apolo y Callista eligieron las tarjetas de invitación. No iba a ser una fiesta con toda la sociedad ateniense, sería algo íntimo con algunos amigos y conocidos.—Veo que se han reunido sin mí, ¿qué celebramos hoy? —preguntó Theo, entrando al estudio donde estaban reunidos. Penélope alimentaba a Antulio y el corazón de Theo le dio un vuelco, adoraba verlos así— ¿Olvidé alguna fecha importante?Él se inclinó sobre el rostro de Penélope, le dio un beso en los labios y luego, besó la pequeña frente del bebé.—No, no has olvidado nada, ca
Al día siguiente, Fay y Pandora se presentaron muy temprano a la mansión Mavros, ofreciendo su ayuda para organizar la boda. Eso era todo lo que Penélope recordaba. No hubo descansos durante las siguientes semanas.Fay, con un poco más de experiencia, dividió las tareas en dos grupos. Ella y Pandora, se hicieron cargo del servicio de catering y decoración, mientras Penny y Fénix quedaron a cargo del vestido de la novia, los recuerdos de la boda y del vestuario de las damas de honor.Callista se dejó hacer, pero no por ello estuvo menos nerviosa. No era la primera vez que se casaba, pero sí la primera vez que lo hacía por amor y embarazadísima. Sus pequeños estaban a nada de llegar al mundo y el miedo de que fuera en plena boda iba haciéndose cada vez más grande.—Tiene que relajarse, señora Mavros. El estrés no les hace ningún bien a sus hijos. Hemos revisado y monitoreado estos últimos días y su fecha probable de parto, en caso de que se adelante, será una semana después de su boda.
—¿Estás bien? —preguntó él de nuevo. La miró detenidamente, esperando una respuesta.Ninguno de los dos se movió. Ella no hizo ningún intento de levantarse y él ninguno por ayudarla, como si el tiempo se hubiera congelado. Sus miradas seguían fijas la una en la otra.Alexis sintió la humedad de su ropa, apartó la mirada y se miró a sí mismo. La copa de champán se le había vaciado encima.Fénix hizo lo mismo que él, siguió cada uno de sus movimientos y agrandó los ojos al darse cuenta de que, había arruinado su perfecto traje. Un nudo se le subió a la garganta, no tenía suficiente dinero para reponérselo y pedírselo a Penélope no era una opción.—Señorita…—¿Eh?Fénix levantó el rostro, su mirada se encontró con el desconocido. Estaba muy cerca y le tendía la mano para ayudarla. Ella dudó, pero al final, aceptó. Una corriente eléctrica le atravesó el brazo cuando sus dedos hicieron contacto.—Lo siento —se disculpó. Fénix se mordió el labio al ver el desastre que había causado—. No me
Penélope se quedó de una pieza al escuchar las palabras de Elián. Un nudo subió a su garganta e incapaz de mantenerse al margen, abrió la puerta, sorprendiendo a los dos hombres.Theo y Elián giraron las cabezas para encontrarse con Penélope. Su mano se aferraba a la puerta y sus ojos expectantes, estaba sobre ellos.—¿Qué es lo que has dicho? —preguntó. Elián supo que le hablaba a él. Se aclaró la garganta y giró el cuerpo por completo.—Penélope.—Este no es un tema que debamos tratar ahora, cariño —intervino Theo, preocupado por lo que Penélope hubiera escuchado y asustado al darse cuenta de que lo había descubierto.—¿Este no es un asunto a tratar ahora? —preguntó ella, viéndolo fijamente—. Fuiste el primero en abandonar la boda para tratar este asunto. Me mentiste, Theo. Dime, ¿qué más estás escondiendo de mí?Theo apretó los dientes y cerró las manos en dos fuertes puños.—Penélope.—Tengo derecho a saber todo lo que ocurre a mi alrededor. ¡Quiero saber quién fue quien ocasionó