El silencio reinó dentro del auto, Callista miró a Apolo como si al hombre le hubieran salido otras dos cabezas. ¿Había dicho que lo más sensato era decirles a sus padres sobre el bebé?Lo más sensato que podía y tenía que hacer era marcharse antes de que se enteraran de su presencia. ¿Con qué cara iba a verlos y decirles que serían abuelos? ¡Por Dios! Solo era ocho años menor que la madre de Apolo.De repente, la realidad golpeó a Callista con la fuerza de un guante de boxeo. Estaba embarazada de Apolo, un hombre catorce años menor, mejor amigo de su yerno. ¡¿Qué locura había cometido?!—Callista…—No puedes decidir solo el momento en que quieres anunciar el embarazo a tus padres, Apolo. No estoy en las mejores condiciones para enfrentar a Fay, ni para dar explicaciones a Andreus de lo que ha sucedido entre nosotros.—No tienes que explicarles nada, bastará con que sea yo quien hable con ellos.—Dijiste que necesitaba descansar y que pensara en el bebé —le recordó Callista—. Ahora er
Theodoros se tensó al escuchar el bajo murmullo. Tenía tanto miedo de levantar la cabeza y de no hacerlo también. No quería hacerse falsas ilusiones solo para darse cuenta de que la voz que escuchó no era Penélope, sino un producto de su imaginación. Su pulso se aceleró cuando la mano que sostenía se apretó sobre sus dedos.Eso no era una imaginación suya. Con el corazón latiendo fuerte dentro del pecho, Theo levantó el rostro. Penélope tenía los ojos cerrados y sus labios secos no parecían haber pronunciado palabra.La decepción estaba a nada de adueñarse de su ser, pero entonces, Penélope parpadeó un par de veces.—Theo —susurró y Theo no perdió detalle de ese momento. ¡Sí era ella!—Penélope, cariño —murmuró. Apretó su mano y se estiró sobre ella para darle un beso en la frente—. Mi amor.—El bebé —preguntó Penélope, su tono era bajo y ronco—. ¿Dónde está el bebé? ¿Cómo está?—Shhh, tranquila, mi amor, voy a responder a todas tus preguntas, pero no te alteres ni te agites. Llamaré
Apolo no pudo escapar de la mirada seria y penetrante de su madre. Fay era suspicaz y muy observadora. Lo peor era que Apolo moría de ganas de darle la noticia. Deseaba gritar a los cuatro vientos que sería padre y que estaba profundamente enamorado de la madre de su hijo. Para nada la edad era un problema para él, amaba a Callista con cada fibra de su ser, con cada latido de su corazón.La amaba tanto que dolía.Apolo se aclaró la garganta al darse cuenta de que su silencio solo aumentaba las sospechas de su madre.—Tienes razón, mamá. Hay algo de lo que tenemos de qué hablar —aceptó. No miró ni una sola vez a Callista, no deseaba ver el pánico en sus ojos. No cuando le prometió esperar—. Pero en este momento no podrá ser. Lo más importante es la recuperación de Penélope y del niño. ¿Han pensado en el nombre que van a darle? —preguntó a los padres, desviando la atención de su madre.Theo miró a Penny, ella le sonrió y envolvió los dedos alrededor de su mano.—Desde que nos enteramos
Con piernas temblorosas, el corazón latiéndole a mil por hora y el pulso acelerado, Callista volvió sobre sus pies. No quería que Apolo o Fay se enteraran de que había escuchado su conversación. Eso no cambiaba lo que había escuchado, ni la emoción que sentía al saber que los sentimientos de Apolo eran sinceros; de otra manera, jamás se lo habría confesado a su madre.Sin embargo, quería tener la mente clara para tomar una decisión, sobre todo, por el bebé que esperaba. De manera inconsciente, Callista se acarició el abdomen; había una ligera curva que no había notado. Ensimismada en sus problemas, no prestó atención.—Tu papá es un tipo de cuidado —musitó. Callista esbozó una ligera sonrisa antes de entrar a la habitación.—¿Mamá? —preguntó Penélope al verla sonrojada y de regreso—. ¿Estás bien?Callista asintió, temerosa de que el tono de su voz la delatara.—¿Encontraste a Apolo?—No, pero él sabe dónde encontrarme —respondió. Callista buscó la silla para sentarse; las piernas no d
Penélope abrió y cerró la boca de golpe al escuchar el nombre del padre de su hermano. Estaba sorprendida, jamás se lo hubiera imaginado. ¿Su madre y Apolo? Era sorprendente imaginarlos juntos.—¿Apolo? —preguntó, como si hubiera escuchado mal.Callista asintió.—Apolo Makris, ¿el mejor amigo de Theo?—Ese mismo —respondió Callista. Tenía las mejillas y las orejas rojas por la vergüenza. Ni siquiera quería imaginar lo que su hija estaba pensando en ese momento.El silencio que se adueñó de la habitación solo era roto por el sonido de sus respiraciones.—Debes estar sorprendida, en realidad, yo misma no logro asimilar toda esta nueva realidad. Apolo y yo ni siquiera tenemos una relación —confesó.Los ojos de Penélope volvieron a abrirse, agradecía estar bajo el efecto de algunos medicamentos porque, de lo contrario, estaría desmayándose cada vez que su madre abría la boca.Era increíble. Penélope no era capaz de ver a su madre como una mujer de aventuras. Seguramente, sentía algo por A
Callista estaba sorprendida por las palabras de Penny, no esperaba que su hija interviniera pronto y menos que fuera tan directa con Apolo. Solo le faltó pedirle que fijara la fecha para la boda. Sin embargo, de alguna manera, se sintió bien al saber que se preocupaba por ella y por sus sentimientos.Así que, esperó la respuesta de Apolo, este momento era decisivo, era aquí donde comprobaría si el amor que él decía sentir era verdadero o solo eran palabras que se dicen fácilmente y sin ninguna intención de cumplir.Fay tenía razón en algo. Ella no estaba para hacerse ilusiones, tampoco quería arriesgar su herido corazón por un juego de sentimientos equivocados y, en cuanto al bebé, podía hacerse cargo sola…Los tibios dedos de Apolo se cerraron sobre su mano y le dio un ligero apretón. Callista levantó la mirada, encontrándose con unos ojos profundos que la miraban con devoción y amor contenido. Un escalofrío le recorrió la columna, su garganta se secó y sintió un hormigueo correr por
Connor Montgomery, con su expresión seria y profesional, observó a los presentes. Sabía muy bien que no era el tipo de noticia que esperaban escuchar; a él tampoco le parecía normal este tipo de situaciones. En su trabajo había de casos a casos y este parecía un crimen perfecto. Un tiro de gracia justo después del atentado.—Entonces, ¿la policía puede cerrar el caso?Connor respiró profundo.—Puede hacerlo, el arma que se encontró junto al cuerpo de Alena, es la misma con la que le dispararon a Penélope Clark.—Sin embargo, todos aquí sospechamos de Cole Diamantis —intervino Elián, dando un paso al frente. El rubio, de origen ruso, era un cazador por excelencia—. Vamos a investigar hasta llegar al fondo. Cole no puede ser más inteligente que nosotros y si para eso tenemos que pensar cómo criminales, lo haremos.—Estoy de acuerdo con Elián —dijo Andreus, quien había estado en silencio, pero que ahora estaba envuelto en el asunto.—Todos lo estamos, Andreus —respondió Theo. Descansar e
—¿Gemelos? —preguntó Andreus. Él seguía aturdido por la noticia y agradecía a los dioses no haberse desmayado.Callista se mordió el labio.—En realidad no serán gemelos —respondió—, pero sí mellizos. El doctor nos explicó que cada bebé tiene su propia placenta y su propio saco amniótico.—¿Eso quiere decir que pueden ser un niño y una niña? —preguntó Pandora, acercándose mientras Callista volvía a su asiento y les explicaba la diferencia entre gemelos y mellizos.Ella estaba agradecida no solo por la atención de la familia de Apolo, sino por su aceptación y por la manera en la que se involucraban con sus bebés. Los tres se veían contentos y la felicidad era algo que no se podía fingir, lo sabía por experiencia.La mano de Apolo sacó a Callista de sus pensamientos, ella lo miró y le regaló una auténtica sonrisa de completa dicha y felicidad.—Tendremos que cambiar el café por té y las compras de curiosidades y chulerías por ropas de bebé —dijo Fay, feliz.—También nos ocuparemos de pr