Apolo no pudo escapar de la mirada seria y penetrante de su madre. Fay era suspicaz y muy observadora. Lo peor era que Apolo moría de ganas de darle la noticia. Deseaba gritar a los cuatro vientos que sería padre y que estaba profundamente enamorado de la madre de su hijo. Para nada la edad era un problema para él, amaba a Callista con cada fibra de su ser, con cada latido de su corazón.La amaba tanto que dolía.Apolo se aclaró la garganta al darse cuenta de que su silencio solo aumentaba las sospechas de su madre.—Tienes razón, mamá. Hay algo de lo que tenemos de qué hablar —aceptó. No miró ni una sola vez a Callista, no deseaba ver el pánico en sus ojos. No cuando le prometió esperar—. Pero en este momento no podrá ser. Lo más importante es la recuperación de Penélope y del niño. ¿Han pensado en el nombre que van a darle? —preguntó a los padres, desviando la atención de su madre.Theo miró a Penny, ella le sonrió y envolvió los dedos alrededor de su mano.—Desde que nos enteramos
Con piernas temblorosas, el corazón latiéndole a mil por hora y el pulso acelerado, Callista volvió sobre sus pies. No quería que Apolo o Fay se enteraran de que había escuchado su conversación. Eso no cambiaba lo que había escuchado, ni la emoción que sentía al saber que los sentimientos de Apolo eran sinceros; de otra manera, jamás se lo habría confesado a su madre.Sin embargo, quería tener la mente clara para tomar una decisión, sobre todo, por el bebé que esperaba. De manera inconsciente, Callista se acarició el abdomen; había una ligera curva que no había notado. Ensimismada en sus problemas, no prestó atención.—Tu papá es un tipo de cuidado —musitó. Callista esbozó una ligera sonrisa antes de entrar a la habitación.—¿Mamá? —preguntó Penélope al verla sonrojada y de regreso—. ¿Estás bien?Callista asintió, temerosa de que el tono de su voz la delatara.—¿Encontraste a Apolo?—No, pero él sabe dónde encontrarme —respondió. Callista buscó la silla para sentarse; las piernas no d
Penélope abrió y cerró la boca de golpe al escuchar el nombre del padre de su hermano. Estaba sorprendida, jamás se lo hubiera imaginado. ¿Su madre y Apolo? Era sorprendente imaginarlos juntos.—¿Apolo? —preguntó, como si hubiera escuchado mal.Callista asintió.—Apolo Makris, ¿el mejor amigo de Theo?—Ese mismo —respondió Callista. Tenía las mejillas y las orejas rojas por la vergüenza. Ni siquiera quería imaginar lo que su hija estaba pensando en ese momento.El silencio que se adueñó de la habitación solo era roto por el sonido de sus respiraciones.—Debes estar sorprendida, en realidad, yo misma no logro asimilar toda esta nueva realidad. Apolo y yo ni siquiera tenemos una relación —confesó.Los ojos de Penélope volvieron a abrirse, agradecía estar bajo el efecto de algunos medicamentos porque, de lo contrario, estaría desmayándose cada vez que su madre abría la boca.Era increíble. Penélope no era capaz de ver a su madre como una mujer de aventuras. Seguramente, sentía algo por A
Callista estaba sorprendida por las palabras de Penny, no esperaba que su hija interviniera pronto y menos que fuera tan directa con Apolo. Solo le faltó pedirle que fijara la fecha para la boda. Sin embargo, de alguna manera, se sintió bien al saber que se preocupaba por ella y por sus sentimientos.Así que, esperó la respuesta de Apolo, este momento era decisivo, era aquí donde comprobaría si el amor que él decía sentir era verdadero o solo eran palabras que se dicen fácilmente y sin ninguna intención de cumplir.Fay tenía razón en algo. Ella no estaba para hacerse ilusiones, tampoco quería arriesgar su herido corazón por un juego de sentimientos equivocados y, en cuanto al bebé, podía hacerse cargo sola…Los tibios dedos de Apolo se cerraron sobre su mano y le dio un ligero apretón. Callista levantó la mirada, encontrándose con unos ojos profundos que la miraban con devoción y amor contenido. Un escalofrío le recorrió la columna, su garganta se secó y sintió un hormigueo correr por
Connor Montgomery, con su expresión seria y profesional, observó a los presentes. Sabía muy bien que no era el tipo de noticia que esperaban escuchar; a él tampoco le parecía normal este tipo de situaciones. En su trabajo había de casos a casos y este parecía un crimen perfecto. Un tiro de gracia justo después del atentado.—Entonces, ¿la policía puede cerrar el caso?Connor respiró profundo.—Puede hacerlo, el arma que se encontró junto al cuerpo de Alena, es la misma con la que le dispararon a Penélope Clark.—Sin embargo, todos aquí sospechamos de Cole Diamantis —intervino Elián, dando un paso al frente. El rubio, de origen ruso, era un cazador por excelencia—. Vamos a investigar hasta llegar al fondo. Cole no puede ser más inteligente que nosotros y si para eso tenemos que pensar cómo criminales, lo haremos.—Estoy de acuerdo con Elián —dijo Andreus, quien había estado en silencio, pero que ahora estaba envuelto en el asunto.—Todos lo estamos, Andreus —respondió Theo. Descansar e
—¿Gemelos? —preguntó Andreus. Él seguía aturdido por la noticia y agradecía a los dioses no haberse desmayado.Callista se mordió el labio.—En realidad no serán gemelos —respondió—, pero sí mellizos. El doctor nos explicó que cada bebé tiene su propia placenta y su propio saco amniótico.—¿Eso quiere decir que pueden ser un niño y una niña? —preguntó Pandora, acercándose mientras Callista volvía a su asiento y les explicaba la diferencia entre gemelos y mellizos.Ella estaba agradecida no solo por la atención de la familia de Apolo, sino por su aceptación y por la manera en la que se involucraban con sus bebés. Los tres se veían contentos y la felicidad era algo que no se podía fingir, lo sabía por experiencia.La mano de Apolo sacó a Callista de sus pensamientos, ella lo miró y le regaló una auténtica sonrisa de completa dicha y felicidad.—Tendremos que cambiar el café por té y las compras de curiosidades y chulerías por ropas de bebé —dijo Fay, feliz.—También nos ocuparemos de pr
Fénix se mordió el labio, sus lágrimas seguían corriendo por sus mejillas. Miró a Penny y negó.—Un lo siento no resuelve nada —murmuró. Con rabia, se limpió las lágrimas—. Te agradezco todo lo que has hecho por mí, nunca en la vida podré pagarte tanto apoyo, Penélope, y tal vez te suene malagradecida, pero habría preferido tu confianza.El corazón de Penélope se encogió de dolor, los ojos de Fénix era una ventana a sus emociones. La había herido y lo peor era que tenía razón. Nunca debió ocultarle lo que sucedía. Ella era su familia porque así lo había decidido, la apoyó y protegió, pero en esto sí que se había equivocado.—Fénix.—Ni siquiera soy capaz de pensar correctamente, Penny, y ya no quiero decir nada de lo que pueda arrepentirme, pero me siento fuera de tu vida. Entiendo que ya no eres la misma mujer que dejó California con la promesa de volver. Has encontrado a tu familia y tienes el amor de Theo. Me alegro mucho por ti, te mereces toda la felicidad del mundo; sin embargo,
Theo acompañó a Penélope hasta la habitación de Antulio. No eran los muebles que habían elegido para el pequeño en Santorini, estos, fueron elegidos en línea mientras pasaban el tiempo en el hospital.Penélope se lamentó no haber estado presente para decorar la habitación del bebé, pero las circunstancias no se lo permitieron. Lo importante era que ambos habían regresado a casa, uno de sus más grandes miedos había sido superado.—¿Crees que se despierte pronto? —preguntó Penélope luego de dejarlo en la cuna.—Es posible, pero estaremos atentos —respondió, mostrando el radio monitor que había comprado—. Dejaremos este encendido en la habitación y el otro estará en la sala para que podamos escucharlo.—Has pensado en todo, no pareces un papá primerizo —dijo Penélope. Ella se giró y lo miró fijamente, levantó su mano para acariciarle el rostro—. Eres un gran papá, Theo.Él negó, tomó la mano de Penny y le dio un beso en la palma.—He tenido tiempo de leer y de aprender —respondió. Theo s