Lucca la besaba con destreza, con una profunda pasión, rodó el asiento donde estaba Valeria, corriéndolo todo hacia atrás, mientras se cambiaba de lugar, se colocó a horcajadas encima de ella, pero apoyando sus piernas en el piso para no cargarla con el peso de su cuerpo.
— ¡¿Qué haces?! —Exclamó asustada— ¡¿Acaso estás loco?!
—Si r
Los hombres entraron apuntando a Valente, este levantó las manos en señal de rendición aún con el arma en la mano.—No entiendo, ¿A qué se debe este ataque en mi contra? ¿Nos declaramos la guerra y no lo supe? —Interrogó con seriedad al identificar a los miembros de “Los Nostro”.Mientras hablaba, un grupo de ellos entraron a los baños y a
Cuando apenas Lucca subió al auto, su esposa le preguntó: —¿Qué ha pasado? ¿Qué te dijeron?—Me dieron una charla de que no soy un adolescente y que la vía pública no es lugar para estar cometiendo actos lascivos, que para eso tengo mi casa o que vaya a un hotel—expresó tratando de disimular una sonrisa. Alondra lo miró con adoración, iba a abrazarlo y la pequeña Camil, no lo permitió.—No mami, mi papi bonito es mío—exclamó con posesión, tomando a su padre de ambas mejillas y besándolo.—Acércate amor, puedo tenerlo a los tres junto a mí, no sabes cuánto soñé, estar así, juntos—pidió el hombre con su rostro sCAPÍTULO 24. QUIERO QUE EL HOMBRE A QUIEN AMO ME HAGA EL AMOR
Lucca observó un momento a los visitantes, mientras pensaba “Será posible que en algún momento podré volver a estar con mi mujer, que visita tan inoportuna”. Para después decirles en voz alta — ¿Serían tan amables de esperarnos un momento dentro, mientras salimos y nos vestimos para ponernos presentables? —expresó esbozando un gesto de sonrisa, pero sin realmente hacerlo, porque el sentimiento de frustración que sentía lo sobrepasaba. Nick lo observó sonriendo con picardía, sabía que Lucca estaba molesto por la interrupción, pero no se sintió culpable, porque ellos no tenían forma de saber que se encontrarían ocupados. Valeria miró a Lucca como si quisiera fulminarlo con la mirada, apretó su boca en un notorio gesto de molestia y expresó: —Tú no tienes por qué decirme lo que debo hacer, no eres mi dueño Lucca, yo decido con quien puedo hablar o no.— ¡Sos mi esposa! Y no me agrada que estés hablando con ese hombre que se ve de lejos que anda babeando por vos—habló molesto. Ninguno de los dos quiso darse cuenta de que habían empezadCAPÍTULO 26. JANÍCULO
Al sentir el arma en su nuca, Lucca levantó sus manos en señal de que no estaba armado y que tenía toda la disposición de colaborar con sus asaltantes. Pensó en su interior que se trataba del hampa común y en lo profundo se aferraba encarecidamente a esa idea, rogaba de que no se tratara de los miembros de la mafia, porque prefería mil veces morir él, que poner la vida de su hijo en manos de esos miserables.—Manténgase quieto, ni siquiera intente el mínimo movimiento no autorizado, porque hasta allí llegará su vida. ¡¿Entendido?! —Habló violentamente e
Alondra se quedó viéndolo y se dio cuenta del cambio de expresión, sabía que el mensaje que había recibido le había cambiado el semblante y su disposición, el rostro de felicidad se convirtió en una fría máscara y para adelantarse a lo que presumió iba a hacer le dijo con tono severo y mirándolo con ojos centelleantes de furia.— ¡¿Qué pasa Felipe?! —exclamó pidiéndole explicación molesta.
Felipe se irguió en la silla alarmado, sabía lo que se avecinaba, pero no quería desatar el caos delante de sus pequeños le urgía sacarlos de allí.Alondra atenta a cualquier maniobra de su amado, lo miraba a la cara interrogante; Nervioso le indica—Mi amor, levántate, toma a los niños y sigue a Carlo, por la vía de escape planificada—Antes de que terminara de tomarlos Felipe los besó y abrazó—No olvid