Gabriela aterrizó en el mirador desde donde podía ver gran parte de la ciudad, el ruido de los gritos y llamadas llegaban hasta ella. Siempre era un alboroto cuando se trataba de evacuaciones. Muchos se negaban a dejar su hogar diciendo que nunca la batalla llegaba a sus casas.Ella sonrió con diversión, los ciudadanos del Reino tenían una fe muy profunda en la familia real. Uno creería que con tantos ataques y con unos cuantos demonios andando por ahí, con el poder para desbastar todo y asesinar a cualquiera que se te cruzase. La gente se iría y abandonarían un lugar tan peligroso. Pero no, aquí estaba toda esa gente molesta de que lo encerraran por días por su seguridad. Llenando la bandeja de su tío Jaime de quejas por los días laborales perdidos.Intentaron explicarle a la población que los mismos asesinos del antiguo Rey, vendría aquí y podrían atacarlos. Sin embargo, ellos parecían creer que la familia real se encargaría de ellos en un dos por tres.—Por la diosa, de verdad que
—Aún están a tiempo de irse —dijo Estefan apareciendo de repente—, los puedo llevar en cinco segundos donde sus mamis.Taylor puso los ojos en blanco, estaban a punto de ser atacados y ella con su grupo de amigos estaban a punto de meterse en una guerra terrible. Donde enfrentarían las mayores fuerzas sobrenaturales que han podido existir.Entonces tenía que llegar Estefan con su bocaza.—¿No deberías estar en otro lado? —preguntó Taylor con mala cara.—Me pidieron que revisara las trampas —dijo Estefan con las manos en los bolsillos.—Ya las revisé varias veces —asintió Raimi sujetando fuertemente su espada nervioso porque el suelo seguía temblando por momentos—, todo está en orden, las activaremos cuando el enemigo llegué a tierra.—¿Cuándo será eso? —preguntó Steve que estaba relajadamente sentado sobre una roca, pareciendo muy aburrido—, porque hace más de una hora que están intentando cruzar la cúpula invisible y parece que nunca lo lograron.—Las fortificamos demasiado al parece
—¿No crees que esto esta algo fácil? —preguntó Estefan partiendo a una arpía en dos—, digo que casi terminamos con los de arriba y parece que abajo no les va nada mal. Tuvimos más problemas con la perra de Elizabeth.Bael hizo que una ráfaga de fuego se desplegará alrededor de él calcinando a todas las criaturas que intentaban acercarse.—Tienes razón —Bael miraba a su alrededor frunciendo el ceño—, ni siquiera han aparecido los gemelos demonios.—Ve a darle un vistazo a Odette y Noel —Estefan chasqueo con la boca—, esto me da mala espina, acabaré con lo que falta por mí solo.—No me quedaré ni cinco minutos —dijo Bael.Entonces Bael desapareció para aparecer fuera del lugar donde se escondía mágicamente el altar lunar. Ingresó al limbo del tiempo y vio que todo parecía normal ahí.—¿Qué pasa? —Noel se aterrorizo al verlo y se puso delante de Odette—, ¿Qué pasa con la batalla de afuera?—Si, todo parece normal, el ataque ya empezó, pero no han aparecido los demonios —se explicó Bael s
La magia demoníaca era como arcilla que se podía moldear si eras la fuente de poder. Belial hizo que el oro de los meteoritos que Mammón lanzaba indiscriminadamente hacia ellos, se volvieran grandes lanzas que lanzaba hacia sus atacantes, una ya le había dado a uno de los demonios metido en un dragón.Mammón que era el señor de la avaricia, tenía como don aparecer el oro y la plata en grandes cantidades que podían usarse como armas. Era conocido por atormentar las almas de los pecadores bañándolos en oro fundido que los quemaba por toda la eternidad. Aunque sabía que su mayor don era esa retorcida mente que creaba las peores bestias y artefactos con intenciones nefastas.Para mala suerte de Mammón, Belial no sólo manejaba la tierra sino todos los materiales que podía obtener de ellas. Volaba de un lado a otro desviando uno de los grandes proyectiles hacia el mar y otros los convertía en armas para sus atacantes. Las protecciones mágicas ya habían sido derribadas. Así que su trabajo er
El dragón dorado aterrizó en medio del campo de batalla rugiendo y escupiendo fuego por todos lados. Entonces ella caminó despacio hacia él, sin ningún miedo o temor de daño. Tenía que acabar con Mammón de una vez por todas. No solo debía acabar con su cuerpo, debía desaparecer para siempre de la existencia.Noto que Agares se enfrentaba al dragón que deducía que era el demonio Andras. Su fiel compañera era totalmente capaz de acabar con el perro faldero de Mammón, así que no se preocupó en lo absoluto.Se paró enfrente del dragón de Mammón esperando que la bestia gigante donde estaba metido el demonio la notara. Cuando lo hizo, este se tambaleó feliz como si hubiera visto un dulce que masticar.—¡Hasta que por fin das la cara después de tanto tiempo! —exclamó Mammón con la voz profunda que le daba su cuerpo de dragón—, has estado escondida como una sabandija desde hace varias décadas, maniobrando tu ejército de ratas desde las sombras.—No me he estado escondiendo Mammón —sonrió Lili
Alan quedó en blanco por un instante, sintiendo cómo el mundo a su alrededor se desmoronaba. Un dolor indescriptible lo acometió, atravesándolo como una daga que giraba lenta y cruelmente en su pecho. Sus piernas flaquearon y comenzó a caminar tambaleante, como si cada paso fuera una lucha contra la gravedad misma, hasta llegar donde yacían su sobrino y su hijo. Cuando sus ojos se posaron en el cuerpo inerte de su pequeño niño, una oleada de desesperación lo paralizó. Con manos temblorosas, se inclinó sobre el cuerpo, pero no tuvo el valor de arrebatárselo de los brazos de Junior, quien estaba en medio de una crisis nerviosa, sus sollozos desgarrando el aire.El cabello rubio platinado de su hijo brillaba tenuemente bajo la luz pálida, sus rasgos suaves y delicados le recordaban tanto a su amada esposa. Era el más dulce y calmado de todos sus hijos, tan diferente a él, y por eso lo adoraba con una devoción profunda.Alan intentó usar todos sus sentidos, aferrándose a la esperanza de q
Alan apenas podía soportar el peso del dolor que lo aplastaba, pero la venganza lo mantenía enfocado. Ordenó a Junior que llevara el cuerpo de Ángel a su palacio, un lugar seguro, mientras él se lanzaba a la caza del demonio que le había arrebatado a su hijo. Cada paso, cada decisión estaba impulsada por una furia implacable. Teletransportándose de un punto a otro en el campo de batalla, siguió el rastro de la energía oscura, pero Zagan, el bastardo que buscaba era astuto y sabía que lo estaban cazando. Más de una vez, Alan estuvo a punto de atraparlo, solo para verlo desvanecerse en la oscuridad.De pronto, un descuido le costó caro. Zagan lo atrajo a una trampa, un enorme monstruo de hielo emergió de la nada, abalanzándose sobre Alan en cuanto apareció en la zona donde había sentido la magia de su enemigo. La criatura lo atacó con furia, sus garras heladas rasgando el aire, pero Alan, consumido por la ira, lo combatió con una violencia igual de feroz. Cada golpe resonaba como un est
Liam comenzó a desesperarse, sintiendo cómo la presión lo aplastaba desde dentro. Por un momento, su instinto fue defenderse. No era un debilucho; había pasado años entrenando para enfrentar peligros terribles. Pero el agotamiento se apoderaba de él. Había usado todo su poder para curar a tantos, y ahora necesitaba tiempo, solo un poco de tiempo para recuperar fuerzas.Lo que realmente necesitaba era una distracción, algo que retrasara al demonio lo suficiente para que pudiera reunir el poder necesario para cegarlo o, al menos, ganar unos segundos preciosos. Porque enfrentarse cuerpo a cuerpo con Zagan era inútil; el demonio era tan fuerte como Bael o Gaby, y Liam sabía desde hace mucho que no era rival para su demonio.—¿Está por aquí, no es cierto? —Zagan agarró a Liam del cabello, forzándolo a arrodillarse mientras una mueca de dolor se dibujaba en su rostro—. Puedo sentir la esencia de la diosa más fuerte aquí que en cualquier otro lugar.Liam no respondió, se concentró en no move