Estaba frente a él, con el agua corriendo hasta el suelo y tan desnuda como…
—¡Maldición! —gruñó salvando ante su cara espantada los dos metros que los separaban y empotrándola contra la pared.
La había extrañado hasta el infinito y más allá, y que lo primero que viera de ella fuera su cuerpo debajo de la ducha, no ayudaba en nada a calmar aquella ansiedad. Su boca le supo a cielo abierto, y sus manos rozaron las caderas de Skyler antes de cerrarse sobre sus nalgas y apretarla contra él con un gruñido.
Por unos segundos, pocos y fugaces, Skyler olvidó quién era, lo que hacía allí, incluso que estaba completamente desnuda entre la fría losa del baño y el cuerPo caliente de Eric; pero algo, quizás su parte más odiosa y traicionera, le recordó que era muy posible que él hubiera hecho exactamente
Para Eric recibir una llamada de Katerina no era una cosa extraña; pero ser recibido en la mansión Orlenko, en medio de aquella seriedad, definitivamente indicaba que algo iba muy mal.Finalmente solo se encerraron Katerina, Kolya y él, y el trillizo puso una tableta frente a sus ojos.Para quienes no lo conozcan, vale aclarar que Kolya Orlenko era el mejor hacker de su generación, casi tan bueno como Mateo de Navia… aunque los dos serían superados varios años después por uno de los gemelos de Nina. ¡Pero esa es otra historia!Habiendo dicho esto, Eric tenía plena confianza en las capacidades de Kolya, y sobre todo confiaba en él como persona. Aunque en verdad no podía recordar que le hubiera encargado investigar sobre los Hellmand, aquellas dos caras prometían noticias impactantes.Le puso atención a los archivos que le mostraban y contuvo la respiració
Skyler sintió que su corazón se detenía cuando escuchó el clic del martillo de la pistola al activarse. —¡Quita! ¡tu boca! ¡de ahí! ¡AHORA! Escuchó el jadeo ahogado que salía de los labios de Roman y movió la cabeza despacio, muy despacio hacia un lado para ver la expresión sombría en el rostro de Eric mientras le apuntaba a la nuca al médico con una beretta. Había hombres determinados, y luego estaba «eso» que Skyler veía: la oscuridad, la rabia, el semblante impasible a pesar de todo. Las palabras de Katerina le llegaron de golpe: «Eric no mata por deporte, siempre tiene una razón para matar, la diferencia entre él y la gente normal es que sus razones no tienen que ser poderosas». Y Skyler pudo ver retratada en su rostro esa razón, ella era la única que él necesitaba. Se armó de valor, tragó en seco y pasó su mano izquierda sobre el hombro del doctor. Sus dedos tocaron el cañón del arma, lo recorrieron hasta alcanzar la piel de Eric y lo sintió reaccionar a su contacto. Su mano
Sobra decir que a Katerina casi se le cayeron los dedos intentando llamar a Eric para decirlo lo que Kolya había descubierto, pero lo mismo su teléfono que el de Skyler debían estar en silencio, porque ninguno de los dos le contestó.Y era que en ese preciso momento, mientras sus celulares vibraban dentro de la camioneta, Eric estaba arrastrando a Skyler dentro de la casa de la playa.La muchacha se apoyó en el barandal de aquella terraza, intentando recuperar el aliento. Sintió las manos de Eric alrededor de su cintura, y cuando él la giró para besarla, lo primero con lo que se encontró su mejilla fue con la mano abierta y furiosa de Skyler.El sonido sordo de la bofetada hizo eco en la soledad de aquel lugar y Eric apretó los dientes, encajándola.—¿Cómo te atreviste? —le gritó Skyler con los ojos húmedos—. ¿Cómo te atreves a poner una pistola en la cabeza de alguien frente a mí? ¡Sobre todo cuando sé que eres muy capaz de dispararle!El cuerpo de Eric impactó contra el suyo, apretá
Había algo insoportable en su tacto, y era que Skyler no tenía paciencia ni nervios ni nada como para que se pusiera dulce, suave o lento, ese no era él. Skyler disfrutó la forma en que su respiración se hacía pesada, en que su cuerpo se estremecía y despertaba contra ella.Lo sintió recorrerla con una mano mientras con la otra la rodeaba con fuerza, como si temiera que fuera a escaparse de un momento a otro. Pero no había ningún otro lugar en el que quisiera estar aquel momento. Sintió el pulgar de Eric rozando uno de sus pezones y su vientre se contrajo involuntariamente. Lamió sobre aquel tatuaje perfecto y mordió, arrancándole un jadeo lleno de excitación.La mano de Skyler se cerró sobre su miembro, masturbándolo un poco mientras lo sentía ponerse rígido y gruñir.—¡Maldit@ sea, chiquilla! No me hagas saltarme los preliminares —sonrió con los dientes apretados y ese mareo delicioso que presagiaba a una explosión.—Me duele —murmuró ella y Eric arrugó el ceño—. Me duele mucho.Eri
Eric se levantó desnudo poco antes de que amaneciera, y su primer pensamiento fue para su hija. Sabía que entre Silas y Andrei estaba más que cuidada, y con la nana que habían contratado esa noche para que Skyler pudiera ir a la boda debía haberse quedado cómoda, pero aún así necesitaba verificarlo.No se molestó en ponerse nada más elegante que un bóxer y le dio la vuelta a la cama para darle un beso en el hombro a Skyler, que dormía abrazada a una almohada. La escuchó ronronear y acurrucarse, y sonrió con algo que se parecía mucho a la paz. ¡Por fin era suya, y eso jamás cambiaría!Salió de la casa y caminó por la arena hasta la camioneta, y alcanzó su celular que estaba tirado en el asiento trasero. Se sorprendió al encontrarse más de veinte llamadas de Katerina, y a pesar de la hora no dudó ni un segundo en devolverlas.El teléfono solo sonó un par de veces antes de que la matriarca de los Orlenko respondiera.—Kate. ¿Qué pasó? —preguntó Eric con su misma seriedad.—Necesito que v
Eric se dio la vuelta mientras Skyler se acercaba a él, despacio. Tenía el enojo retratado en el rostro y su teléfono sostenido entre dos dedos.Tras ella Silas se llevaba el cochecito de Diana fuera de la habitación, y el Hellhound se dio cuenta de que ella había tenido tiempo de dar órdenes en los diez minutos en que a él le había tomado escuchar la petición desesperada de Aitor Hellmand.Skyler había escuchado cada súplica del hombre, pero había pasado demasiado tiempo siendo manipulada por los hombres Hellmand como tragarse fácilmente su dolor.—Eric no va a donar absolutamente nada, sea o no compatible con tu hijo —le escupió con rabia.Aitor palideció primero y luego se puso rojo hasta la raíz del cabello.—¿Cómo puedes decir eso…? —se ahogó—. ¡Si hay alguna posibilidad, aunque sea remota, de que pueda ayudarlo…! ¡Mi hijo es un niño!—¡Y la mía también es una niña y no voy a permitir que su padre se arriesgue! —le gruñó Skyler y Eric tuvo que cruzar un brazo frente a ella porque
Era una completa locura, pero después de todo sus vidas estaban hechas de eso.—¿No… no quieres hablar de lo que acabamos de descubrir? —le preguntó Skyler nerviosa.Se suponía que cuando se recibía una noticia como esa, una persona normal se quedara aturdida, dolida… algo así. Luego recordó que Eric no era una persona normal, y se prendió de sus labios con sensualidad.Su trasero rozó el borde del escritorio y se sentó en él, atrayendo a Eric entre sus piernas. Sintió su calor, su determinación y algo muy parecido a la felicidad.—Ya no quiero saber, chiquilla —murmuró él, separándose por un momento—. Ya no me importa. Todo lo que pasó desde el instante en que nacimos hasta ayer solo ha servido para lastimarnos. Ya no quiero eso. No me importa ni quién soy ni quién eres. Lo único que me importa es que te amo, que tenemos una hija y que quiero ser feliz contigo.Skyler sonrió sobre sus labios y volvió a besarlo.—¿Tenemos que preparar una boda en toda regla o podemos casarnos ya? —fue
Kolya no dijo una palabra mientras Skyler lo agarraba de la solapa y lo arrastraba hasta el despacho de Eric. Al trillizo fantástico no le tomó mucho tiempo acceder a la computadora y empezar a hacer su magia. Pero después de algunos minutos en que Skyler caminaba por aquella habitación como una fiera herida, Kolya arrugó el ceño y la miró.—¿Dónde está? —demandó la muchacha.—Su auto aparece detenido, a menos de un kilómetro de aquí, por la carretera… a lo mejor se le pinchó una llanta o algo…Pero la muchacha lo dudaba. Tenía aquella opresión en lo alto del estómago, que le decía que algo muy malo estaba pasando. Corrió hacia la puerta y llamó a Andrei a voces.—Por la carretera. A menos de un kilómetro. Creo que a Eric le pasó algo —le advirtió y Andrei salió corriendo de inmediato, dando órdenes para que varios de sus hombres lo siguieran.Dos camionetas de hombres armados salieron de inmediato, y Skyler sintió que su mundo estaba colapsando violentamente. Eric no se había arrepen