Tenía que olvidarse de todo, Skyler lo sabía, tenía que levantar la cabeza y seguir adelante, pero no era fácil. Sabía que aquella ansiedad que jamás se le pasaba, no se iría así como así. Seguía esquivándolo, alejándose de él… y sabía que Eric intentaba lo mismo… pero ¿qué otra cosa podían hacer?
¿Dejarse arrastrar por todo lo que sentían? ¡No… no podían…!
Sin embargo no tardaron demasiado en descubrir que conforme pasaban los días, más difícil era evitar encontrarse, y en lo que sí estaban perfectamente de acuerdo, era en que su hija estaba primero que los dos.
Debían ser casi las seis de la tarde, un par de semanas después, cuando Skyler miró la pantalla del termómetro digital y abrió la puerta de su habitación.
—¿Estás bien?Era una pregunta estúpida, muy estúpida, Skyler habría querido gritárselo en la cara, pero Diana seguía entre ellos dos, así que no podía. No estaba bien. La estaba tocando, y aquellas dos manos sobre su espalda baja eran más que suficientes para hacerla contener el aliento cada dos segundos, simplemente porque no podía olvidar todas las otras veces que la habían tocado.—Sky…—¿Podemos intentar acostarla? —pidió sin mirarlo.—No, va a empezar a llorar en menos de cinco minutos, ya le toca el biberón.Skyler recordó que las noches eran su área, y como si fuera un brujo, en cinco minutos Diana empezó a llorar. Eric le dio sus gotas para la fiebre y luego el biberón, y ya satisfecha la beba se quedó dormida muy pronto.—Si quieres puedes ir a dor&hel
Tres meses despuésSkyler se sentó en el alfeizar de su ventana, mirando el celular como si esperara que cobrara vida de repente.Tres meses habían pasado desde que Eric se había ido “a trabajar”, y por más que a ella le doliera, entendía que lo hacía por los dos. No era como si no hubieran traspasado ya todas las líneas posibles, pero al menos antes era porque no lo sabían.Cada día Silas tomaba fotos y videos de Diana para él, y Skyler solo podía imaginar lo difícil que estaba siendo para Eric estar lejos de su hija.A su mente volvieron una a una las palabras de Katerina. Había visitado a menudo la mansión Orlenko en esos meses, y había entendido por qué aquella mujer era como era: le habían robado a su hija recién nacida y le había tomado veintitrés a&ntil
Para los neófitos, una pelea clandestina organizada por el Hellhound era un acontecimiento no solo en Ucrania, sino también en Europa. solo se podía entrar por una invitación especial y los que la obtenían eran más que privilegiados. Hacía más de un año que Eric no organizaba ninguna, pero si Katerina Orlenko le había pedido que la ayudara con algo así, no podía rehusarse.Ella había estado ahí para él desde el mismo segundo en que lo había conocido. El primer cargamento de coca que le había comprado a los colombianos y con la que había tomado el control de los clubes de Ucrania, había salido de un préstamo suyo. Así que para Eric Hellmand, Katerina Orlenko, sus trillizos y su recién encontrada hija, eran personas a las que no podía negarles nada.Su regreso a Ucrania fue silencioso, y se quedó en
Estaba frente a él, con el agua corriendo hasta el suelo y tan desnuda como…—¡Maldición! —gruñó salvando ante su cara espantada los dos metros que los separaban y empotrándola contra la pared.La había extrañado hasta el infinito y más allá, y que lo primero que viera de ella fuera su cuerpo debajo de la ducha, no ayudaba en nada a calmar aquella ansiedad. Su boca le supo a cielo abierto, y sus manos rozaron las caderas de Skyler antes de cerrarse sobre sus nalgas y apretarla contra él con un gruñido.Por unos segundos, pocos y fugaces, Skyler olvidó quién era, lo que hacía allí, incluso que estaba completamente desnuda entre la fría losa del baño y el cuerPo caliente de Eric; pero algo, quizás su parte más odiosa y traicionera, le recordó que era muy posible que él hubiera hecho exactamente
Para Eric recibir una llamada de Katerina no era una cosa extraña; pero ser recibido en la mansión Orlenko, en medio de aquella seriedad, definitivamente indicaba que algo iba muy mal.Finalmente solo se encerraron Katerina, Kolya y él, y el trillizo puso una tableta frente a sus ojos.Para quienes no lo conozcan, vale aclarar que Kolya Orlenko era el mejor hacker de su generación, casi tan bueno como Mateo de Navia… aunque los dos serían superados varios años después por uno de los gemelos de Nina. ¡Pero esa es otra historia!Habiendo dicho esto, Eric tenía plena confianza en las capacidades de Kolya, y sobre todo confiaba en él como persona. Aunque en verdad no podía recordar que le hubiera encargado investigar sobre los Hellmand, aquellas dos caras prometían noticias impactantes.Le puso atención a los archivos que le mostraban y contuvo la respiració
Skyler sintió que su corazón se detenía cuando escuchó el clic del martillo de la pistola al activarse. —¡Quita! ¡tu boca! ¡de ahí! ¡AHORA! Escuchó el jadeo ahogado que salía de los labios de Roman y movió la cabeza despacio, muy despacio hacia un lado para ver la expresión sombría en el rostro de Eric mientras le apuntaba a la nuca al médico con una beretta. Había hombres determinados, y luego estaba «eso» que Skyler veía: la oscuridad, la rabia, el semblante impasible a pesar de todo. Las palabras de Katerina le llegaron de golpe: «Eric no mata por deporte, siempre tiene una razón para matar, la diferencia entre él y la gente normal es que sus razones no tienen que ser poderosas». Y Skyler pudo ver retratada en su rostro esa razón, ella era la única que él necesitaba. Se armó de valor, tragó en seco y pasó su mano izquierda sobre el hombro del doctor. Sus dedos tocaron el cañón del arma, lo recorrieron hasta alcanzar la piel de Eric y lo sintió reaccionar a su contacto. Su mano
Sobra decir que a Katerina casi se le cayeron los dedos intentando llamar a Eric para decirlo lo que Kolya había descubierto, pero lo mismo su teléfono que el de Skyler debían estar en silencio, porque ninguno de los dos le contestó.Y era que en ese preciso momento, mientras sus celulares vibraban dentro de la camioneta, Eric estaba arrastrando a Skyler dentro de la casa de la playa.La muchacha se apoyó en el barandal de aquella terraza, intentando recuperar el aliento. Sintió las manos de Eric alrededor de su cintura, y cuando él la giró para besarla, lo primero con lo que se encontró su mejilla fue con la mano abierta y furiosa de Skyler.El sonido sordo de la bofetada hizo eco en la soledad de aquel lugar y Eric apretó los dientes, encajándola.—¿Cómo te atreviste? —le gritó Skyler con los ojos húmedos—. ¿Cómo te atreves a poner una pistola en la cabeza de alguien frente a mí? ¡Sobre todo cuando sé que eres muy capaz de dispararle!El cuerpo de Eric impactó contra el suyo, apretá
Había algo insoportable en su tacto, y era que Skyler no tenía paciencia ni nervios ni nada como para que se pusiera dulce, suave o lento, ese no era él. Skyler disfrutó la forma en que su respiración se hacía pesada, en que su cuerpo se estremecía y despertaba contra ella.Lo sintió recorrerla con una mano mientras con la otra la rodeaba con fuerza, como si temiera que fuera a escaparse de un momento a otro. Pero no había ningún otro lugar en el que quisiera estar aquel momento. Sintió el pulgar de Eric rozando uno de sus pezones y su vientre se contrajo involuntariamente. Lamió sobre aquel tatuaje perfecto y mordió, arrancándole un jadeo lleno de excitación.La mano de Skyler se cerró sobre su miembro, masturbándolo un poco mientras lo sentía ponerse rígido y gruñir.—¡Maldit@ sea, chiquilla! No me hagas saltarme los preliminares —sonrió con los dientes apretados y ese mareo delicioso que presagiaba a una explosión.—Me duele —murmuró ella y Eric arrugó el ceño—. Me duele mucho.Eri