Eric hubiera deseado que el viaje durara dos días, pero media hora después ya estaban atravesando la caseta de seguridad de la mansión, y Silas guiaba a Skyler a su habitación.
La muchacha se sorprendió al darse cuenta de que ya estaba preparada la cunita, y todo lo que Diana necesitaba lo tenía a mano. La acostó, porque venía dormidita y Silas le hizo un gesto de asentimiento.
—Yo me quedo con ella —le dijo, pero antes de que Skyler saliera por la puerta la detuvo—. Oye… no sé lo que pasó entre ustedes y lo que haya pasado, lo lamento. Pero tienes que saber que para él no ha sido un camino de rosas.
—Eres su amigo —respondió Skyler con suavidad—. Al menos en su camino de espinas tuvo a alguien, es más de lo que tuve yo.
Y se fue de allí para no decirle otras cosas quizás más hirientes, porque al final
La alcanzó apenas… y no la sintió oponer resistencia porque parecía que no tenía fuerzas, después de todo hacía menos de una semana que la habían metido a un quirófano. La rodeó con sus brazos y la sostuvo por la cintura mientras con la otra mano sostenía sus brazos, porque estaba temblando de tal forma que parecía que iba a estallar de un momento a otro.—¡Sky…!—¡Dime que es mentira! —suplicó ella con un sollozo, pero sus ojos no se despegaban del dije de estrellita que Eric traía colgando del cuello, como si la hipnotizara—. ¡Por Dios te lo suplico… dime que es mentira!Eric la arrastró con él hacia el otro lado del escritorio, y presionó una tecla en el ordenador de mesa que hizo correr un video.—Tormen estuvo en esta casa por meses… por suerte o por desgracia hab&i
Eric cargó a su pequeña hija y le dio el biberón mientras la contoneaba por toda la habitación. Sobre la cama, Skyler estaba acurrucada con el edredón, probablemente más como una reacción al frío de la madrugada que a una decisión consciente. Hacía horas que dormía, desde que se había desmayado en sus brazos, y Eric no se atrevía a despertarla porque sabía que esa la única forma que tenía de lidiar con la realidad.La pequeña Diana no tardó nada en dormirse después de estar satisfecha, pero Eric no la devolvió a la cuna. Un extraño presentimiento le decía que no tendría las mismas oportunidades de cualquier otro padre para estar con ella.Y aquel presentimiento se hizo realidad en el mismo momento en que Skyler abrió los ojos y se sentó en la cama aturdida.Eric acostó a la beba y se
Los siguientes días fueron oscuros para Skyler, pero la presencia y la vivacidad de su hija era lo único que ayudaba a mantener bajo control aquel dolor lacerante de todo lo que habían descubierto.Ya no podía entender nada más fuera de que aquello la lastimaba. Todo lo que Eric le había hecho… no lo olvidaba, pero tampoco podía seguir odiándolo, simplemente porque eran dos condenados en el mismo infierno, y le había bastado ver aquel video una sola vez para darse cuenta de que Tormen los había manipulado a los dos.El maldito infeliz había tejido sus hilos para que se destruyeran el uno al otro y eso exactamente era lo que habían hecho. Lo que Skyler todavía no podía entender, lo que nadie podía entender, era por qué Tormen Hellmand los odiaba tanto. Quizás Eric tampoco fuera hijo suyo después de todo, pero la verdad era que en aquel mom
Skyler no sabía si preguntar, si quedarse callada o si tan siquiera era bueno saber por qué había tanto revuelo últimamente en la mansión. Y era que para ella nombres como Ruben Easton, Franco Garibaldi o Rodrigo de Navia no significaban nada. Sin embargo parecía que eran muy importantes para Eric, porque Skyler corría la cortina de su ventana y lo veía salir muy temprano cada día. Por fin una semana después, una caravana de varios autos entró por la verja principal, y cuando Skyler se dispuso a darle su paseo matutino a Diana, para que tomara un poco de sol en el jardín, se encontró a Silas apostado en su puerta. —Hoy no, Skyler —dijo el hombre sin perder la familiaridad—. Es mejor que Diana y tú no salgan hoy. —¿Por qué no? ¡Nadie las va a morder! —dijo una voz risueña a sus espaldas y Skyler pudo ver a una mujer mayor, de cabello blanco y corte sofisticado. Se le notaba a kilómetros que era una dama, y a juzgar por la forma en que Silas miraba al s
«Si mueres, tu mujer será mi mujer, y tu hija será mi hija». Aquellas palabras seguían repitiéndose en la mente de Skyler mientras corría en silencio hacia su habitación. Pasó junto a Silas sin decir una sola palabra, y se detuvo de golpe frente a la cuna de su hija, intentando controlarse, porque era una bebé, y no podía transmitirle aquella carga de desesperación. Diez minutos después alguien empujaba la puerta de su habitación y Skyler se giró para encontrarse con el rostro sereno de Katerina. —¡¿Qué diablos fue eso?! —gritó Skyler y ella negó. —Tienes que calmarte, querida. No fue nada malo lo que sucedió… —¿Cómo que no? ¡Eric acaba de vendernos! —sollozó la muchacha. —Al contrario, acaba de conseguir para ustedes la mayor protección que hay, y es someter al próximo Conte de la ´Ndrangheta a una deuda de honor. No se hará efectivo si Eric no muere. Pero si por alguna desgraciada suerte lo mataran… tú y tu
Podía morirse allí mismo, morir y resucitar a sus pies mientras los brazos de Skyler estuvieran alrededor de él. Su cuerpo se quedó rígido por un momento mientras dudaba si devolverle o no aquel abrazo, pero la respiración caliente de Skyler sobre su pecho era horriblemente intoxicante, y Eric terminó rodeándola y apretándola contra él con gesto posesivo.—No soy tan fácil de matar, chiquilla…—¡Júramelo! —insistió ella y Eric pudo sentir las pequeñas lágrimas contra su piel—. ¡Tú no puedes… nosotras… no te puede pasar nada…!Sabía que estaba tentando su infierno, pero Eric no pudo evitar sostener su cara entre las manos y mirarla a los ojos.Era absurdamente bonita, suave y pequeña.—¡M@ldición, chiquilla…! —murmuró con lo
Tenía que olvidarse de todo, Skyler lo sabía, tenía que levantar la cabeza y seguir adelante, pero no era fácil. Sabía que aquella ansiedad que jamás se le pasaba, no se iría así como así. Seguía esquivándolo, alejándose de él… y sabía que Eric intentaba lo mismo… pero ¿qué otra cosa podían hacer?¿Dejarse arrastrar por todo lo que sentían? ¡No… no podían…!Sin embargo no tardaron demasiado en descubrir que conforme pasaban los días, más difícil era evitar encontrarse, y en lo que sí estaban perfectamente de acuerdo, era en que su hija estaba primero que los dos.Debían ser casi las seis de la tarde, un par de semanas después, cuando Skyler miró la pantalla del termómetro digital y abrió la puerta de su habitación.
—¿Estás bien?Era una pregunta estúpida, muy estúpida, Skyler habría querido gritárselo en la cara, pero Diana seguía entre ellos dos, así que no podía. No estaba bien. La estaba tocando, y aquellas dos manos sobre su espalda baja eran más que suficientes para hacerla contener el aliento cada dos segundos, simplemente porque no podía olvidar todas las otras veces que la habían tocado.—Sky…—¿Podemos intentar acostarla? —pidió sin mirarlo.—No, va a empezar a llorar en menos de cinco minutos, ya le toca el biberón.Skyler recordó que las noches eran su área, y como si fuera un brujo, en cinco minutos Diana empezó a llorar. Eric le dio sus gotas para la fiebre y luego el biberón, y ya satisfecha la beba se quedó dormida muy pronto.—Si quieres puedes ir a dor&hel