Skyler no supo si era alivio o ansiedad lo que había sentido cuando Eric se había ido. Era como si no fuera dueña de sí misma cuando estaba con él. Jamás le había pasado algo así, ni siquiera con Einar…
Pensó en él y en pocos segundos estaba enviando un texto a su número. Necesita su ayuda y sabía que podía contar con él. Para su tranquilidad no tardó en responderle, y quedaron para el día siguiente en la mañana. Tendría que ingeniárselas para escapar de la casa.
Pasó la mitad de la noche cavilando y la otra mitad sumida en un sueño intranquilo, pero una hora antes del amanecer se despertó y logró salir de la mansión sin que nadie la viera.
Atravesó los prados, pero aun así, le tomó casi cuarenta y cinco minutos caminando llegar al pueblo más cercano a Hellmand H
Lamentablemente Eric no estaba mintiendo, era poco decir que solo quería llevársela a la cama. La esposa de su padre era una tentación para él, la mayor de las tentaciones que había tenido jamás, y sabía que podía destruirlo a menos que acabara con ella él mismo.…Pero Skyler siempre tenía el suficiente sentido común para retirarse. Era tan desconfiada que él no sabía cómo empezar a derribar sus barreras. Se escabulló en la cocina por tercera vez y llenó la cesta para Skyler. Hacía tres días que estaba encerrada. ¿Qué se creería el imbécil de Tormen, que de verdad estaba tirada en una esquina, muerta de hambre y a punto de ceder? ¡Definitivamente tenía que estar ahí para ver su cara cuando se la encontrara tan fresca!Vio que en una de las cafeteras preparaban el
Skyler podía sentir sus manos recorriéndola. Eran calientes, grandes y poderosas, como él. Subió por sus piernas y su aliento estaba en su oído mientras colocaba el peso de su cuerpo sobre ella. No sabía por qué reaccionaba así, Eric Hellmand era un hombre demasiado peligroso y sabía que debía respetar eso, pero no podía. Su pecho subía y bajaba con dificultad, respirando pesadamente porque la excitación le ganaba, y trató de atraerlo hacia ella… pero no podía tocarlo, no lo alcanzaba… y entonces se dio cuenta: era otro maldit0 sueño. Se revolvió en la cama sin abrir los ojos, debía ser medianoche solamente, pero sintió que un olor extraño la rodeaba. Un olor que de repente forzaron en su nariz con un trapo mojado. Peleó, peleó todo lo que podía, pero era inútil. Descubrió el momento justo en que perdería aquella batalla, y solo esperaba que cuando abriera los ojos de nuevo todavía se pudiera mover. * * * * * Debía ser ho
Eran las tres de la madrugada cuando Eric recibió la llamada de Andrei. Estaba listo para salir, pero se tomó su tiempo, porque no estaba muy seguro de querer ver lo que iban a hacerle a Skyler. Se había endurecido con los años, pero ella seguía siendo una mujer y él seguía queriendo ser diferente del monstruo que era su padre.Andrei lo esperaba ya en la puerta y Eric lo saludó con la misma sequedad de siempre.—¿Lograste algo? —Ni siquiera lo esperaba pero no estaba de más preguntar. La gente siempre podía sorprender.—No ha soltado ni una sola maldita palabra, así que tenías razón. Es una roca —respondió Andrei—. Si me pides mi opinión, hay de dos: o tiene la voluntad de una guerrera, o está muy acostumbrada a que le peguen.—¿Por qué dices eso?—Le dijo a Varya que la caja
El sonido de las balas llenó el sótano. Skyler se hizo un ovillo y escondió la cabeza entre las manos. A su alrededor todo eran gritos, disparos, quejidos y cuerpos desplomándose.Skyler sintió el sabor amargo del vómito en la garganta, y el temblor en todo el cuerpo. Podía escuchar los gritos de Eric llamándola, eso no podía ser una alucinación. ¡Tenía que ser él!Gritó cuando un cuerpo cayó a su lado y la sangre corrió hasta casi tocarla. Se encogió sobre sí misma y sollozó. Ya era demasiado. Aquello era demasiado… había matado a un hombre…No supo exactamente cuándo, pero todo aquel ruido cesó, para dar paso a un sonido sordo y hueco que la ensordecía: el de su propio corazón desbocado dentro de su pecho.—¡Skyler! —La voz de Eric se escuchó como un
Era de noche, debía serlo porque la oscuridad llenaba la habitación. Skyler no sabía dónde estaba o de quién era aquella cama, pero sabía que no era la suya. Intentó levantarse, pero aquella sensación electrizante que recorría su piel la detuvo en un segundo. —Sky… —La voz ronca y apasionada de Eric pareció llegarle muy lejana, pero el tacto delicioso de sus dedos era lo más íntimo y cercano que jamás había experimentado.—Eric…No pudo reconocer su propia voz, perdida en aquella espiral de sensaciones que era tenerlo sobre su cuerpo. Él le sacaba la ropa, besaba cada centímetro de su piel, y la acariciaba como si realmente no existiera nada ni nadie más en ese momento. Skyler podía s
Eric se cubrió los ojos con el antebrazo, intentando apartar la luz que entraba por la ventana del salón, y se incorporó de golpe al notar que Skyler no estaba a su lado.—¿Sky…? —No podía entender por qué, pero el hecho de que ella se hubiera ido de repente le provocó una preocupación horrible—. ¡Sky!Se levantó, recorriendo la cabaña, y volvió a respirar cuando la vio parada frente a la puerta de cristal trasera, mirando la niebla de la mañana.Skyler le dirigió una mirada interrogante antes de que él la alcanzara en dos zancadas y la abrazara con fuerza.—¡M1erda! ¡Qué susto! —murmuró enterrando la cabeza en la curva de su cuello y aspirando su aroma—. No te encontré cuando desperté, y pensé que te habías marchado.Skyler hizo un gesto tentativo pa
El trayecto de regreso a Hellmand Hall fue más amargo de lo que Skyler esperaba. La expresión de Eric variaba entre la frustración y la rabia, y no podía hacer nada para cambiar eso. Podía confiarle su cuerpo, pero no estaba segura de si podía confiarle sus secretos.Eric era volátil. Esa era la palabra correcta, parecía que podía besarla un segundo y asfixiarla al siguiente; y Skyler no podía arriesgarse a que la traicionara, no después de todo lo que había pasado para llegar hasta allí.El auto atravesó las puertas de la mansión y Eric arrugó el ceño al ver el revuelo que había. Otros dos autos que no eran de la casa estaban estacionados afuera, y la figura imponente de un hombre que debía rozar los sesenta y cinco años se detuvo a mirarlos desde lo alto de la escalera.—¿Quién es ese? —pregunt&oa
Skyler no sabía por qué, pero sintió un vacío horrible cuando lo vio salir por aquella puerta. Algo estaba terriblemente mal, lo sabía. Lo que no sabía era si ella era la persona que Eric quería tener junto a él en ese momento o no. Intentó llamarlo un par de veces, pero su auto tomó la misma ruta por la que había llegado y se perdió en la oscura mañana.El día estaba lluvioso y pesado, y Skyler se adentró en aquella casa con un suspiro de dolor. Pasó junto a la cocina y escuchó a los criados hablando a sus anchas.—¿Ya no está desaparecida, entonces? —preguntaba Nía con malicia.—Te digo que no, que entró a la casa hace rato, el mismo señor Eric la trajo —respondió Harald—. Corrí a avisarle al señor, pero no me mandó a llevársela, solo me pidi&oa