El trayecto de regreso a Hellmand Hall fue más amargo de lo que Skyler esperaba. La expresión de Eric variaba entre la frustración y la rabia, y no podía hacer nada para cambiar eso. Podía confiarle su cuerpo, pero no estaba segura de si podía confiarle sus secretos.
Eric era volátil. Esa era la palabra correcta, parecía que podía besarla un segundo y asfixiarla al siguiente; y Skyler no podía arriesgarse a que la traicionara, no después de todo lo que había pasado para llegar hasta allí.
El auto atravesó las puertas de la mansión y Eric arrugó el ceño al ver el revuelo que había. Otros dos autos que no eran de la casa estaban estacionados afuera, y la figura imponente de un hombre que debía rozar los sesenta y cinco años se detuvo a mirarlos desde lo alto de la escalera.
—¿Quién es ese? —pregunt&oa
Skyler no sabía por qué, pero sintió un vacío horrible cuando lo vio salir por aquella puerta. Algo estaba terriblemente mal, lo sabía. Lo que no sabía era si ella era la persona que Eric quería tener junto a él en ese momento o no. Intentó llamarlo un par de veces, pero su auto tomó la misma ruta por la que había llegado y se perdió en la oscura mañana.El día estaba lluvioso y pesado, y Skyler se adentró en aquella casa con un suspiro de dolor. Pasó junto a la cocina y escuchó a los criados hablando a sus anchas.—¿Ya no está desaparecida, entonces? —preguntaba Nía con malicia.—Te digo que no, que entró a la casa hace rato, el mismo señor Eric la trajo —respondió Harald—. Corrí a avisarle al señor, pero no me mandó a llevársela, solo me pidi&oa
Skyler salió de aquella habitación como alma que llevaba el diablo. Odiaba a Tormen con toda su alma, pero no era tan estúpida como para hacer oídos sordos a sus palabras. No creía eso de que Eric fuera un hombre débil, pero la realidad era que su madre acababa de morir y que hacía apenas unas horas le habían dado un golpe fuerte a la imagen que tenía de ella.Se detuvo en la puerta de la cocina y enfrentó a Harald.—Dame las llaves de uno de los coches.El hombre la miró como si se hubiera vuelto loca.—¡Por supuesto que no!—¡No te hice una amable solicitud, Harald! —escupió ella con desprecio. Solo era un lacayo de Tormen, otro de los que miraba mientras las mujeres de aquella casa sufrían horriblemente—. Te guste o no, soy la señora de Hellmand Hall, y ¿sabes qué? Esta mañana cuando hab
Era una mujer determinada, eso no podía negársele; y había algo en ella que hacía que Eric dudara de todo y de todos, pero justo cuando eso pasaba, cerraba los ojos y pensaba en la tumba de su madre, y en el hecho de que no había podido ni siquiera despedirse de ella.Sin embargo Eric no se torturó en ese instante, mientras la veía allí, de pie en la puerta de su habitación, silenciosa y…—Sky… —Su voz era ronca y profunda—. No quiero que te arrepientas de esto —dijo hundiendo la cabeza entre las manos.La vio hacer un gesto leve de afirmación, había un poco de tristeza en sus ojos, pero más allá de eso no podía definir los sentimientos que la movían.—Me iré entonces… —dijo ella con suavidad, girándose para marcharse, y eso fue más que suficiente para que Eric alcanzara la p
—¿Sky…? ¡Nena, contéstame! —Eric encendió la pequeña lámpara del cuarto y le dio la vuelta a la muchacha para verla mejor. Luchaba por abrir los ojos pero sabía que estaba a punto de delirar.Corrió hacia el baño y regresó con un botiquín pequeño del que sacó un termómetro. Pocos segundos después maldecía y lanzaba el termómetro sobre la cama, viendo cómo marcaba más de treinta y nueve grados.La hizo tomarse un par de pastillas fuertes y sacó hielo de la nevera, poniéndolo sobre su frente y bajo sus brazos, intentando enfriarla un poco.Aquella lluvia del día anterior le había pasado factura, indudablemente, pero lo peor no era eso. Eric se acercó a la ventana y miró afuera. La tormenta estaba en todo su apogeo, no había un solo camino por el que se pudiera circula
Skyler cerró los ojos mientras los dedos de Eric trepaban suavemente por su cuerpo. Toda la prisa de la vez anterior, todo el hambre seguía ahí, latente, pero esta vez se permitían el tiempo de sentirse plenamente el uno al otro.Sintió los dedos de Eric trazando caminos que quemaban sobre su piel. Inclinó la cabeza y la puso sobre su hombro mientras él acariciaba sus senos y le quitaba poco a poco el resto de la ropa. En su piel quedaban aun rastros oscuros, pero de cualquier forma era hermosa desnuda.Eric la tumbó sobre la alfombra y le dio la vuelta, bajando su pantalón despacio, mientras besaba cada centímetro de piel que descubría. Mordió con lascivia sobre su costado, sobre su cadera, y dejó y reguero de besos sobre sus nalgas. La vio acurrucarse y abrazar uno de los cojines de la alfombra.Era malditamente hermosa.El cabello le caía en ondas suaves a
Eric no supo exactamente lo que sentía mientras veía cómo metían a Skyler en el asiento trasero de la patrulla de policía. Él mismo era capaz de hacerle más daño que nadie, de eso era perfectamente consciente, pero se le revolvían las entrañas cuando alguien más lo hacía.No sabía cómo llamar a aquello. Quizás fuera egoísmo del más puro. Quizás fuera maldad. Estaba bastante consciente de que era un sociópata sin diagnosticar. Pero si de algo estaba seguro era de que quería matar a cualquiera que le pusiera un dedo encima a Skyler. En el fondo se alegraba de que ella hubiera matado a Varya, o si no aquel tipo habría muerto por su mano, incluso aunque él mismo le hubiera dado la orden de lastimar a Skyler. ¿Eso tenía sentido?Se adentró en la casa y recorrió los pasillos ante la mirada asusta
Skyler apretó los dientes cuando sintió el golpe en la rodilla. No era que la hubieran empujado al suelo, pero tropezarse con las manos esposadas a la espalda era un golpe seguro.—¡Vamos, levántate! ¡Esto no es una maldit@ fiesta! —la azuzó uno de los dos oficiales que la escoltaban. La levantó por un brazo con brusquedad y Skyler sintió el tirón en el hombro que la hizo apretar los dientes.La llevaron al interior de la comisaría y la dejaron tirada en la última celda del corredor. Al menos le quitaron las esposas, pero el daño ya estaba hecho.—No tengo idea de cómo hiciste enojar al señor Hellmand —le dijo el oficial que la había llevado—, pero te aseguro que fue una mala idea. Vas a podrirte aquí hasta que él quiera… así que te sugiero que te vayas poniendo cómoda.Skyler se detuvo por
Skyler se dejó revisar por el doctor. Por suerte el viejo médico ya no tenía fuerzas ni para ser invasivo, así que solo se aseguró de ponerle medicamentos contra la fiebre y el malestar. Lo que sea que hubiera pescado en la tormenta todavía no había pasado del todo, así que le conectó una vía de suero con antibióticos y la dejó descansar.Skyler se acurrucó en la cama por un momento en cuanto el doctor se fue, pero la realidad era que no se sentía segura en aquella casa sin Eric. En pocos días se había convertido en todo lo que la sostenía. Le había llegado al corazón de una forma extraña, como un huracán que arrasara con todo, pero también había creado algo en ella que no había esperado tener de nuevo: confianza.La confianza suficiente en alguien como para quedarse dormida en una celda sabiendo que &ea