Juliette volvió a casa después del trabajo y sintió finalmente paz. Su trabajo se había convertido en un infierno y sabía que ante el recibimiento poco amable que tuvo para su jefe había bastado para ganarse una declaración de guerra en su máximo esplendor.
Cuando acababa de ducharse escuchó que golpeaban su puerta y por el sonido tan particular supo de quién se trataba, Mauricio el novio de su primo. -Hola primor, ¿Que haces sin vestir aún? ¿Acaso olvidaste lo que haríamos? ¡No me lo puedo creer!- Juliette intento recordar que planes tenían pendientes pero no pudo hacerlo Mauricio fue a su habitación y buscó ropa para ella. Al escoger un atuendo deportivo se sintió bastante sorprendida. A él le encantaban las extravagancias para si mismo, pero para sus amigas escogía ropa súper femenina y provocativa. -Vístete y hazte una coleta pero ya porque el tiempo corre- Miró su reloj y Juliette decidió obedecer. Conocía a Mauricio histérico debido a su obsesión por la puntualidad y lo mejor era no hacerlo esperar Cuando Juliette se vistió y peinó, Mauricio ya la esperaba en la puerta con las llaves en su mano. Realmente tenía prisa. Fue en el momento en el que él estacionó su automóvil en la academia de baile que recordó que ensayaría con los chicos para despejarse. -Lo habías olvidado, no intentes mentirme- Le dijo con fingida indignación a Juliette que solo sonrió -Tuve un día horrible. Conocí a mí nuevo jefe y es un demonio. Quiere despedirme- Mauricio llevó la mano a su pecho sorprendido -Los Ulibarri son amables cariño, ¿Crees que yo te hubiese pedido que vayas allí por una entrevista si no fueran así?- Mauricio estaba plenamente convencido de eso, pero no podía desconfiar de Juliette, por lo que no entendía lo que ocurría -¿Amables? Si claro, el señor Dave y Camilo son amables, pero eso no aplica para Brad Ulibarri- Explicó y fue cuando Mauricio comprendió todo -Es muy guapo, yo iría a trabajar feliz con él aunque necesite cortarse el cabello- Bromeó -¿Guapo? Ni tanto. Dijo que un cambio de uniforme no haría nada por mí. Seguramente esperaba una siliconada de falda corta y gran escote como secretaria. Es repugnante- Explicó Juliette y Mauricio tuvo una idea -Llevo tiempo diciéndote que debes hacerte un cambio de look. La cicatriz no se te verá- La tranquilizó porque sabía que lo que más la acomplejaba era la marca de su trágico accidente -Estoy bien así. Tengo todo lo que necesito- Ella se negó nuevamente a aquel cambio La clase comenzó poco después. El primer ritmo fue la salsa, haciendo que los movimientos de la mayoría se vieran chistosos. Ella se sentía más que perdida y descoordinada. Se preguntó más de una vez que estaba haciendo allí. Tenía miedo de que los dolores del pasado la acecharan en la actividad, más aún en los movimientos de cintura, pero afortunadamente se sintió normal. La clase fue divertida, aunque pocos aprendieron más que unos pocos pasos. Fue una práctica y algo que jamás mostrarían en público. Para Juliette fue una excelente forma de aliviar el estrés que su nuevo jefe le ocasionaba y estaba segura de que volvería para aprender más. -Cuando dejemos de ser un desastre aquí iremos con esta lindura a una disco que buena falta le hace- Mauricio se dirigió al grupo de amigos que gritaron completamente de acuerdo -¿Yo en una disco? Si mí madre lo supiera se infartaria- Juliette comenzó a reír y su primo hizo lo mismo, completamente de acuerdo -Por eso mismo cariño, tu vida es diferente ahora y es momento de vivirla. Finalmente te cuesta más conseguir novio de lo que me costó a mi- Bromeó Mauricio Cuando Juliette volvió a casa lo hizo con la necesidad urgente de darse una ducha. Aunque no había aprendido a bailar, se había divertido como nunca antes. A menudo pensaba que había perdido a su familia más cercana, pero que había ganado varios amigos que eran mejores. Ellos la habían apoyado incondicionalmente y siempre le habían dado fuerza para salir adelante pese a todos los obstáculos que sus padres le ocasionaron. Al momento de ir a la cama pensó en lo que Mauricio le había dicho y en lo injusto que era no haber conocido a nadie especial con quién pudiera vivir momentos felices. No sé había detenido a pensar en que sería agradable tener el amor de alguien y en lo estúpido que era que su único beso se lo hubiese dado Carlos. Si tan solo le dijera a alguien que había sufrido una tragedia a causa de ese primer beso nadie se lo creería, pero así era. Luego Juliette pensó en lo difícil que sería tener una relación porque eventualmente en algún instante debería de tener intimidad y eso significaba mostrar su cicatriz. ¿Quien la aceptaría sin hacer preguntas? Además siempre sufría dolores en los días de tormenta, ¿Quien podría acompañarla en momentos tan horribles? "Lo mejor es estar sola y no tener que rendirle cuentas a nadie"- Concluyó y acabó por alejar todos los pensamientos que Mauricio le había generado para poder dormir, porque de algo estaba más que segura... Su siguiente día de trabajo sería un infierno. Para ella, dormir aquella noche fue difícil. No dejaba de tener sueños en los que su jefe era el protagonista y no de una agradable manera. Él hacía que trabajar fuera una auténtica pesadilla, pero al menos allí podía defenderse. Al despertar, Juliette se dio una ducha para poder peinar mejor su cabello. Mirándose al espejo pensó en cómo se vería sin ese moño apretado que usaba, pero descartó la idea. Lo mejor y más cómodo era usar un rodete, porque de esa manera no tendría que preocuparse por estar presentable en todo momento. No quedaría ético ni profesional estar despeinada mientras estaba en la oficina. Al llegar a su trabajo se sintió en paz porque el demonio de cabello alborotado no había llegado. Sabía que en cuanto escuchara el ascensor detenerse en su piso, su paz tendría fin. En el momento en el que Brad llegó, lo hizo mirándola con profundo resentimiento. Odiaba tener a esa mujercita obstinada, prejuiciosa y maleducada trabajando de una manera tan directa. -¡Montgomery a mi oficina!- Gritó haciendo que Juliette casi se quemara con el café que acababa de prepararse "Esto es guerra"- Dijo para si misma Juliette y se dirigió con paso firme a la oficina de BradBrad intentó saber la razón por la que Juliette era una empleada imposible de despedir para él. Aunque le había dicho a su madre como ella lo había tratado, ella seguía sosteniendo que no podría deshacerse de la secretaria. Juliette le parecía una excelente empleada y una muchachita dulce proveniente de una familia maldita. -No me lo creo- Bufó y se sirvió un vaso de whisky -Puedes comenzar a hacerlo entonces. Ella no se irá a menos que lo decida y créeme que jamás dejaría su puesto- Tamara, su madre, suspiró con tristeza -¿Desde cuándo te encariñas con las empleadas? ¿Por qué no piensas en que lo mejor para trabajar es un ambiente tranquilo?- Intentó persuadir a su madre, pero cuando escuchó su risa supo que no lo había conseguido en absoluto -¿Intentas manipularme? Hijo eso jamás te funcionó, deberías dejar de intentarlo. Juliette se queda en la empresa y es nuestra última palabra. Tendrás que aprender a convivir con ella- Sonrió disfrutando de la frustración de su hij
Llegó el momento de asistir a una nueva clase de baile para Juliette. Se sentía agotada por la manera en la que Brad la trataba en la oficina y su única vía de escape eran las clases en las que dudaba poder aprender algo. Con su ropa deportiva y su cabello sujeto en una coleta, ella aguardó a que el novio de su primo llegara a recogerla. Mauricio como siempre llegó de excelente humor y vestido con un look excéntrico propio de él. Le resultaba motivador verlo de esa manera, pero eso también le provocaba un poco de envidia. ¿Cuando sería el día en el que se sintiera en paz por completo? ¿Cuando sería completamente feliz? -¿Y esa carita?- Mauricio se preocupó al verla -Solo estaba pensando, cosas sin importancia- Quiso minimizar lo que sentía, aunque debió imaginar que Mauricio no se rendiría -Y yo soy el hada madrina. Vamos, cuéntame- Miró la hora en su reloj sabiendo que habia tiempo para una conversación breve -Pensaba en lo lindo que sería tener una vida como la tuya.
Juliette salió de la oficina más que cabreada por su jefe. Se había reído de ella y la había mirado mucho, pero ni siquiera con deseo, respeto o aprobación, sino como si mirarla le provocara gracia. Al llegar a su apartamento se vistió porque pasaría a recogerla Mauricio, el novio de su primo, para ir a la clase de baile. Esa actividad le servía para divertirse y relajarse después de trabajar con Brad. Cuando Mauricio llegó, ella le comentó el día infernal que había tenido y que para hacer su desgracia aún mayor debería viajar con Brad. -Lo que yo haría en tu sitio es un cambio radical de look- Sugirió dando la vuelta a su alrededor, analizándola, apreciando todo lo que ella escondía -¿Para agradarle a ese imbécil? Él no vale la pena, hasta agradezco no gustarle porque se nota que es rarito- Sintió un escalofrío recorrer su espalda -Primor, ¿Rarito? No creo que esa palabra lo defina, yo diría que es atrevido y experimentado. Aún así tienes razón en algo y es que él no te
JULIETTE MONTGOMERY Luego de dar mil vueltas en la cama, de levantarme y darme un baño de inmersión fue que logré dormir al menos un poco. Se que él estrés me juega una mala pasada para lograr que mí dolor no disminuya ni con analgésicos. Lo que me pregunto es que persona sería capaz de dormir teniendo al demonio cruzando la puerta. Yo no puedo. Lo peor es que lo escuché llegar, arrojar la ropa, bañarse y acostarse haciendo cuánto ruido pudo. ¿Que hice para merecer esto? Cuando por fin creo que descansaré toda la noche y que podré despertar mínimamente a las ocho de la mañana es que suena mí teléfono anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Mientras que aquí es aún muy temprano, se que en mí cuidad es más tarde, pero aún así quienes me escriben saben que no deberían comunicarse hasta horas más tarde. Miro el W******p que pertenece a un número desconocido y abro la conversación, grave error. "Mí amor, te extraño, ¿Donde estas?"- Es lo primero que leo y al ver quién es el d
BRAD ULIBARRI La cita no es lo que espero. Esa ardiente mujer no aceptaba órdenes y cuando me movía con desenfreno buscando placer, ella me pedía que fuera más lento. Sin lugar a dudas puedo afirmar que prefiero no tener sexo en lugar de vivir una experiencia tan poco satisfactoria como ésta. Aunque jamás fui hombre de abstinencia, lo prefiero antes que este nivel de frustración. Llego a mi habitación disgustado, molesto y frustrado. Terminar me costó muchísimo y cuando finalmente lo hice no fue tan placentero como debería de haber sido en una relación normal. En la habitación contigua no se escuchan ruidos y eso significa que la secretaria duerme. En otro momento le hubiese hecho algo para interrumpir su descanso, pero no estoy de humor ni para eso. Soy incapaz de dormir, por lo que desbloqueo mi celular en búsqueda de algo interesante que ver allí. Al menos podría tener sueño y dormir unas horas si me aburro lo suficiente. En la pantalla vuelve a aparecer un anuncio del
JULIETTE MONTGOMERY ¿Por qué a mí? Es lo que me pregunto una y otra vez. No sé por qué siempre todo acaba saliendo mal cuando pienso que todo va bien. Con lo que me ha costado poder conseguir empleo acabo con el demonio como jefe. Lo peor es que no puedo perder este trabajo porque mí familia sigue intentando cerrarme todas las puertas para que rendida vuelva a vivir con ellos y aceptar el absurdo matrimonio con Carlos. De tantos lugares que podría conocer con mí nuevo jefe no entiendo por qué tuvimos que venir a un club excéntrico de estos. Se bien que soy virgen, pero eso no significa que sea tan inocente para no reconocer un lugar sexual al verlo. Lo que menos me interesaba era quedar como una malpensada aquí. Inicialmente pensé que podríamos estar en un prostíbulo, pero era muy sofisticado el lugar como para ser eso. ¿Cómo podría describir el club? Pretendí ser educada y halagadora, aunque entendí que solo se estaba burlando de mí el dueño, así como también el demonio.
JULIETTE MONTGOMERY Averigüé demasiado sobre los tatuajes, las indicaciones y las contraindicaciones. También investigué si tatuarme la cicatriz haría que el dolor empeorara, pero no había indicios de eso por más que busqué en diversos sitios y foros de la red. En mi día libre, fue Mauricio conmigo a ver al tatuador y allí elegí un diseño femenino pero atrevido. Fue amor a primera vista en cuanto ví el boceto que él estaba haciendo y lo consideré mío. Debí quitarme la blusa y desprender mi sostén debido a la zona en la que el boceto iría. El tatuador me dió lo necesario para cubrirme, fue completamente profesional e hizo que no me sintiera incómoda estando expuesta. Cuando escuché la máquina funcionar empecé a sudar frío. Sentía verdadero temor de solo imaginar lo que me dolería. Al cabo de varias horas de trabajo decidí que había tenido suficiente. Realmente no podía soportarlo más. Tanto tiempo tatuando en mis costillas hizo que no pudiera aguantar el dolor, además la
BRAD ULIBARRI Trabajar aquí me estresa. Estoy preparado para asumir cualquier desafío y resolver cualquier contratiempo que pueda presentarse, pero quiero volver a mi empleo original para trabajar junto a mi socio sin la necesidad de aguantar a una secretaria insoportable como lo es Juliette. Hablar con Camilo se ha vuelto algo cotidiano. Él no lo está pasando bien con Samantha y se que su regreso demorará más de lo previsto según la última conversación que tuvimos. Me enteré de que tendré una sobrina y que su nombre será Sally. Camilo desea que se llame igual que su esposa, pero ella no está de acuerdo. No he experimentado el amor ni tampoco es algo que ocupe una prioridad en un futuro. Aún no he conocido a una mujer que despierte mi interés por más que un par de noches en las que no debe de estar vestida. Aún así no me considero una mala persona. Escuchar a Camilo emocionado porque será padre de una niña, pero afligido porque la posibilidad de enviudar crece es algo que