Enzo condujo a Celine en su auto hasta la cafetería donde se encontraría con Erick. Observó cómo ella descendía del coche y se despedía rápidamente con una sonrisa de agradecimiento. Entró al local sin dificultad y localizó a Erick sentado en una mesa en el fondo. Esto provocó un revuelo en el interior de Enzo. Desde el auto, indeciso, observaba la escena sin poder evitar sentir un cierto malestar. Se debatía internamente sobre si debía intervenir o simplemente marcharse.Finalmente, tomó una decisión. Puso en marcha el auto y se dirigió al bar que solía frecuentar con George, intentando alejar la imagen de Celine y Erick juntos en la cafetería de su mente. Enzo sabía que no podía obligar a Celine a elegirlo a él, pero no podía evitar sentir celos y el deseo de protegerla. Su mente simplemente no podía procesar la idea de ver a Celine con otro hombre que no fuera él. Con la mirada perdida y el corazón lleno de confusión, Enzo conducía por la ciudad
Sentada en la mesa de la cafetería, Celine sentía la mirada de algunas personas sobre ellos, convirtiéndose en el centro de atención desde el momento en que habían entrado al local. La mayoría no había podido pasar desapercibido al rubio frente a ella, un hombre apuesto y conocido, no solo por su belleza sino también por sus buenas acciones. Nerviosa ante los curiosos ojos de algunos clientes e incluso de las empleadas del lugar que no dejaban de murmurar lo atractivo que era el rubio, la joven se mantuvo tensa mientras la camarera que servía su café observaba sin disimulo a Erick.Percebiendo la incomodidad de la pelirroja, él le dedicó una sonrisa apenado por hacerla pasar un mal rato. Por ello, sugirió ir a otro lugar, pero Celine le tranquilizó, alegando que no era necesario.—Estoy bien, descuida —le correspondió la sonrisa intentando relajarse.—Disculpa por no darme cuenta antes de lo concurrido que es esta cafetería, de lo contrario hubiera reservado en otro lugar. Olvidé por
Minutos más tarde, Celine se despidió de Erick asegurándose de no ser vista por ningún reportero y evitando así extender los rumores. Aunque él se había ofrecido a llevarla de vuelta a casa, la joven se negó alegando que necesitaba tomar un poco de aire y caminar le ayudaría a pensar. Estaba a punto de dirigirse hacia la estación de transporte público cuando de repente, escuchó una voz conocida detrás de ella. Era Enzo, que había llegado a la cafetería en busca de la pelirroja. Celine se sorprendió al verlo, su corazón latía con fuerza en su pecho al observar lo apuesto que lucía. Había desabotonado los primeros dos botones de su camisa y no llevaba corbata, su cabello estaba despeinado dándole un aspecto descuidado.—Enzo, ¿qué haces aquí? —preguntó la joven intentando ocultar la sorpresa y la confusión que sentía al verlo en ese estado.—He venido por mi esposa... —se encogió de hombros, acercándose a ella tambaleante, mientras entornaba la mirada hacia la pelirroja—. ¿Dónde está Er
Celine estaba a punto de alejarse de él cuando escuchó el sonido de una bocina. Al mirar, vio un auto negro estacionarse a pocos metros de ellos. George asomó su cabeza por la ventanilla y les hizo señas para que se acercaran y subieran al coche. Ella aprovechó la oportunidad para escapar de Enzo y se dirigió hacia el automóvil dando grandes zancadas. Estaba enojada y solo deseaba llegar a casa, encerrarse en su habitación y olvidar por un momento la razón por la que había aceptado casarse con él.¿Cómo era posible que no se diera cuenta de que a ella no le importaba nadie más que él? Enzo estaba tan ciego al creer que ella estaba interesada en Erick.Enzo aceleró el paso para alcanzarla, caminando tan rápido como podía. Empezaba a sentir los efectos del alcohol en su sistema y le resultaba difícil mantener la coordinación de su cuerpo. Su visión se volvía borrosa y tuvo que parpadear varias veces para enfocar el suelo y evitar tropezar.De repente, un chico salió de la oscuridad en b
La habitación se encontraba en penumbras cuando Celine cruzó la estancia sin molestarse en llamar antes a la puerta. Enzo giró su cabeza viendo una silueta que se movía en medio de la oscuridad, entornó su mirada pero no distinguió de quién se trataba hasta que escuchó su voz.—Enzo, ¿Estás dormido? —inquirió la joven acercándose sigilosamente. Enzo se encontraba recostado en la cama, con la mirada perdida y la voz entrecortada por el alcohol que había consumido. —¿Celine? —dijo mientras encendía la pequeña lámpara de mesa cerca de la cama, iluminando la estancia.Ella cerró los ojos por breves segundos encandilada por la intensa luz, al abrirlos se topó con un par de orbes grisáceos que la observaban curiosos. —Sí, yo... —titubeó sintiendo de pronto las palabras atorarse en su garganta, carraspeó un poco incómoda de haber invadido su habitación sin permiso—. Supuse que no habías limpiado tus heridas, y he traído pomada.Levantó el botiquín de primeros auxilios, y Enzo asintió lenta
Enzo despertó al sentir los rayos del sol que se colaban por la ventana entreabierta. Abrió los ojos, sintiendo la claridad, pero un fuerte dolor de cabeza lo obligó a sentarse en la cama, quejándose. En su mente emergieron los recuerdos de la noche anterior, reviviendo lo acontecido. Celine y Erick, él bebiendo sin parar en el bar hasta embriagarse, luego el joven en la bicicleta que lo chocó y finalmente, Celine apareciendo en su habitación para limpiar sus heridas. Después de eso, no recordaba más.Enzo se levantó de la cama y estaba a punto de llamar a Claudia, la sirvienta, cuando sus ojos se posaron en el vaso de agua y la diminuta pastilla que reposaban en la mesita junto a su cama. Junto a ellos, una pequeña nota decía:"Te ayudará con la resaca, espero que hayas aprendido la lección y no vuelvas a embriagarte".Una sonrisa se dibujó en sus labios al intuir de quién podía ser aquella nota. El nombre de Celine surgió en su mente, evocando una s
Esa mañana, Celine había pasado la jornada acompañando al señor Emir en sus quehaceres. A pesar de la diferencia de edad, este hombre siempre había sido amable y respetuoso con ella, lo cual ella valoraba enormemente. Al no haber recibido lo mismo por su padrastro, la joven al fin podía sentir que pertenecía a un lugar y una familia donde le mostraban aprecio.Durante el día, mientras paseaba por el jardín junto al señor Emir, no pudo evitar pensar en Enzo. La forma en la que se veía al despertar, con el sol iluminando su rostro dormido, le había provocado una extraña sensación en el estómago que no lograba comprender. ¿Será que estaba perdidamente enamorada de él? Se sacudió la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos de su mente.—Celine, cuéntame, ¿Cómo han ido las cosas con Enzo? No me has contado cómo les fue en Francia —la pregunta de su suegro la hizo detenerse a mitad del camino hacia el árbol de cerezo.Celine reflexionó sobre las recientes s
Al llegar al restaurante, Enzo la recibió con una sonrisa cálida que aceleró su corazón aún más. Ella correspondió al gesto y juntos entraron al lugar, dirigiéndose a la mesa reservada especialmente para ellos.—Gracias por acompañarme esta noche, Celine —le dijo una vez que estuvieron sentados en la mesa.—Gracias a ti por invitarme —respondió ella, sus ojos permanecieron en él por unos segundos antes de apartar la mirada hacia la camarera que se acercaba a apuntar su orden.Durante la cena, reinó un silencio algo incómodo entre ellos, y Celine se sentía intrigada, esperando que Enzo le explicara la razón de aquella invitación. Aunque deseaba preguntar, se mantuvo callada, limitándose a hacer algunos comentarios sobre el lugar en el que se encontraban. Enzo aprovechó el momento para contarle cómo había descubierto el restaurante y por qué se había convertido en su lugar preferido a pesar de no gustarle la comida de mar.—Mi padre encontró este re