Todos los años, Enzo solía viajar a Francia para asistir a uno de los eventos más importantes para su negocio, con el fin de promocionar la marca de sus productos y conseguir nuevos clientes. Aquella noche, Enzo se preparaba para su viaje después de informar a su padre sobre su partida. Debía llegar temprano ya que tenía programada una breve conferencia y se sentía un poco inseguro al no contar esta vez con la compañía de su padre, quien le había informado que no iría a londres. —¿Hablas en serio, papá? —Creo que lo mejor sería acompañar a Celine, no es sensato dejarla sola en casa. Puede quedarse aquí, si lo prefiere —se disculpó Emir, ocultando el verdadero motivo por el cual no iba a asistir al evento.Enzo estaba inspeccionando su traje a medida, tratando de no arrugar la impecable camisa blanca que destacaba entre sus pertenencias. Al escuchar a su padre, levantó la mirada y notó su expresión, teniendo la corazonada de que había algo más detrás de su decisión de quedarse.—¿Por
Subidos en el avión, Celine se aferró al cinturón de seguridad luego de escuchar la breve charla de una de las azafatas que explicaba qué hacer en caso de emergencia. El terror se reflejaba en su rostro mientras evitaba imaginar al piloto perdiendo el control y a ellos volando por los aires. Cerró los ojos y sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos, su imaginación a veces era aterradora.—Celine —la voz de Enzo la sacó de su ensimismamiento, volviéndola a la realidad.Ella volteó la cabeza para mirarlo, pero no alcanzó a escuchar lo que había dicho, sumergida en sus pensamientos.—¿Eh? ¿Me dijiste algo? —preguntó confundida y él suspiró.—No creo que haya sido buena idea traerte conmigo —murmuró Enzo mientras se recostaba en su asiento.—¿Por qué dices eso? —inquirió ella, confundida y un poco ofendida.—¿Todavía lo preguntas? Solo mira cómo estás, más pálida que ese pudín —señaló lo que tenía en la mano, haciendo referencia a lo asustada que lucía—. No estoy seguro de si podrá
Habían transcurrido varios minutos desde que Celine se encerró en el baño, y aún no daba señales de salir. La joven se encontraba en un gran aprieto, ya que no podía subir la cremallera de su vestido y el evento estaba por comenzar. Desesperada, intentó alcanzar la cremallera, pero esta parecía haberse atascado.—No, por favor... —murmuró para sí misma.Inspiró profundamente, contando mentalmente hasta diez, y resignada decidió pedir ayuda a la única persona que podría ofrecérsela. Abrió lentamente la puerta, asomándose para ver a Enzo frente al espejo mientras anudaba su corbata. Celine lo contempló en silencio, lucía tan apuesto que entendió por qué las mujeres no podían evitar mirarlo.Batió la cabeza para despejar sus pensamientos al notar lo embelesada que se había quedado observándolo. Carraspeó llamando su atención, Enzo se giró, sus ojos recorriendo de pies a cabeza a la joven.—¿Sucede algo? —inquirió al ver cómo ella jugaba tímidamente con su cabello rojizo.—Necesito un peq
De regreso al hotel, Enzo permaneció callado mientras revisaba en su móvil quién era realmente aquel rubio. Apareció un artículo sobre él y lo que hacía, no se veía involucrado en nada malo y confirmó de la feria para la recaudación. No pudo evitar sentirse algo frustrado por no encontrar nada ilegal para estar en contra de ese tal Erick Basset. Incluso parecía ser muy querido entre las personas por sus actos de bondad."No es como si fuera un héroe", pensó Enzo apagando el móvil.Por otra parte, Celine había estado mirándolo disimuladamente, notando su semblante serio. No sabía a qué se debía su actitud algo distante, desde que se había subido en el auto no había hecho más que ignorar su presencia como si ella no existiera. ¿Acaso era bipolar? Se preguntó la joven, sin entender lo cambiante que era el humor de Enzo.Suspiró resignada, era tan difícil comprenderlo. Bajó la vista a su regazo, reparando en la invitación que le había entregado Erick. Una sonrisa genuina se deslizó por su
Al día siguiente, Enzo se levantó temprano para hacer ejercicio y drenar sus emociones. Se sentía culpable de haber lastimado a Celine con sus palabras, al punto de no poder conciliar el sueño solo pensando en lo afligida que debió sentirse anoche para llorar de esa manera tan desconsolada. Había escuchado su llanto y, aunque deseó abrir la puerta y entrar, no fue capaz de hacerlo. Mucho menos cuando ella le había pedido tiempo, decidió darle su espacio.Bajó del elevador caminando por el pasillo en dirección a la suite. No se quedarían mucho tiempo allí, apenas lograra firmar el acuerdo de negocios con el señor Johnson, volverían a Nueva York. Mientras tanto, disfrutaría al máximo sus días en la ciudad, o al menos eso fue lo que había creído, pero lo había estropeado todo.Resopló frustrado.Introduciendo la tarjeta en la ranura de la puerta, giró la manija para abrir, pero esta cedió antes, mostrando a Celine. Sus ojos la inspeccionaron de pies a cabeza, e intuyó que iba a salir al
Rebuscó en el bolsillo de su vaquero sacando el móvil y marcando el número de Enzo. Sin embargo, la llamada fue directa al buzón.Suspiró. "Quizás está ocupado", intuyó la joven. Aunque no pudo evitar pensar que tal vez no quería atender su llamada. De repente, recordó la tarjeta de contacto que le había entregado Erick y rebuscó en su bolsa para recurrir por ayuda. Quizás estaba abusando de su confianza, pero no tenía otra opción, pronto comenzaría a llover. (...)Enzo había recibido una llamada del señor Johnson hace horas, pidiéndole que se reuniera con él lo antes posible para firmar el contrato. Ansioso por cerrar el acuerdo, decidió dirigirse a la mansión ubicada en una de las residencias más costosas de la ciudad. No le costó llegar al lugar por su cuenta, esta vez le había permitido descansar al chófer, conduciendo él mismo.Mientras estaba conversando con la familia del señor Harry, disfrutando de un agradable día, su móvil vibró en el bolsillo de su pantalón. Al ver que er
Sus ojos lo observaban expectantes, Enzo necesitaba averiguar por qué Erick estaba allí en el mismo hotel en el que se estaba hospedando. A pesar de que tenía un presentimiento sobre la razón, también esperaba que sus sospechas fueran infundadas. En tanto, Erick guardó las manos en los bolsillos de su pantalón, luciendo relajado.—No ha sido coincidencia, de hecho he traído a una amiga que se hospeda en este lugar —respondió después de unos minutos de silencio—. Bueno, me despido, que tengas un buen día.Se alejó de Enzo, dejándolo con un mal sabor en la boca. Había algo en aquel rubio que no le generaba confianza. Quizás lo estaba juzgando mal, pero cada vez que lo veía sentía que ocultaba su verdadera personalidad tras una fachada de amabilidad fingida.Decidió subir a la suite en el ascensor, dejando atrás sus pensamientos. Mientras tanto, Celine buscaba en su maleta algo de ropa limpia para vestirse después de haberse mojado bajo la lluvia unos minutos antes, cuando Erick fue a re
Horas más tarde, ambos se sentaron en el sofá, manteniendo una distancia prudente entre ellos. La joven tenía las manos apoyadas en sus piernas, intentando cubrir un poco su piel expuesta. No había tenido tiempo de cambiarse y, aunque se sentía incómoda, decidió concentrar su atención en cualquier rincón de la sala evitando el contacto visual con Enzo.Él rascaba su cuello nerviosamente, sin saber muy bien cómo comenzar la conversación. Era consciente de la disculpa que le debía, por lo que decidió expresar sus sentimientos sinceramente.—Siento mucho mis palabras, no era mi intención tratarte de esa manera. Estaba enojado y a veces no suelo cuidar mis palabras —confesó arrepentido.Celine percibió el esfuerzo que Enzo estaba haciendo para reconciliarse con ella y se dio cuenta de que había creído durante todo ese tiempo que su enfado se debía a lo sucedido la noche anterior. Se sintió un poco mal por él, sabiendo lo orgulloso que podía resultar a veces su esposo, según había comentad