Mientras tanto, Celine había pasado la noche en casa del señor Emir, ya que Enzo consideró prudente no dejarla sola en la residencia. Aunque no estaba acostumbrada a ese lugar, agradeció la atención y amabilidad de los empleados, quienes se habían mostrado muy atentos con ella.Cuando los primeros rayos de sol inundaron la habitación, Celine se despertó y se dirigió al comedor, esperando la llegada de Enzo y su padre. Enzo le había informado que su padre había sido dado de alta y que pronto estarían de regreso en casa.Sentada en el sofá de la sala, contemplaba el hermoso árbol de cerezo en el jardín cuando, de repente, el timbre sonó. Supuso que serían Enzo y su padre, pero para su sorpresa, se encontró con la inesperada visita de los Mccartney, quienes habían sido informados de lo sucedido.—Buenos días, señorita. ¿Cómo se encuentra Emir? ¿Está estable? —preguntó Bastián al entrar en la sala.A su lado, Jake permanecía en silencio, dedicando una mirada que hizo sentir incómoda a Cel
La llamada de Celine había alertado a Enzo. Solo escuchar que los Mccartney se encontraban en casa de su padre le hizo hervir la sangre, sobre todo al saber que Jake también estaba allí. Después de estacionar el auto, Enzo ayudó a su padre a bajar del coche y pidió a uno de los empleados que lo condujera dentro de la mansión debido a la repentina lluvia que había comenzado a ponerse más fuerte. Mientras él atendía una llamada entrante de su secretaria.—¿Qué ocurre? —indagó.—Señor, la familia Smith ha cancelado el pedido y ha pedido el reembolso de su dinero. He intentado persuadirlos para que expliquen las razones por las que devuelven las telas, pero exigen hablar con usted en persona —explicó brevemente la secretaria, tratando de mantener la calma ante aquellos clientes quisquillosos.Enzo suspiró mientras apretaba el puente de su nariz, frustrado.—De acuerdo, diles que voy para allá —colgó la llamada y se encaminó hacia la mansión, ingresando al cálido hogar de su infancia.Sus o
Con astucia, se atrevió a preguntar.—¿Por qué se opondría? Si yo fuera él, estaría viviendo en un lugar así, es lo suficientemente grande para una sola persona, ¿no crees? —miró a la joven, con fingida amabilidad que esta pasó desapercibida.—Supongo que mi esposo no piensa lo mismo que usted, es decir, el espacio no es el problema para él, sino tener su propio lugar y no molestar a su padre. Aunque está claro que no lo es para el señor Emir—dijo Celine, apartando la vista de Bastián para posarla en su suegro—. Agradezco la invitación, sería un placer hacerle compañía, señor.Después de esto, nadie volvió a hablar y el comedor se sumió en un silencio que nadie parecía tener intención de romper. Cada uno se dedicó a comer, disfrutando del desayuno.(...)La empresa textil de los Ivanov siempre había sido reconocida por tener la mayor venta en el mercado, siendo la número uno en la ciudad y ganándose la reputación de los clientes. A lo largo de décadas, habían tenido éxito a pesar de l
Celine recordó lo bien que se sentía estar en compañía de alguien que la tratara con cariño y la escuchara atentamente. Se sorprendió al darse cuenta de lo mucho que disfrutaba pasar las mañanas con el señor Emir mientras Enzo estaba en el trabajo. Ese día, al igual que los anteriores, había estado ayudando a su suegro en el jardín, regando las plantas del vivero.—Esta era la favorita de mi esposa —comentó Emir, con un gesto melancólico en su rostro.Celine bajó la mirada hacia las flores de diferentes tonalidades y se acercó para olerlas, sintiendo el cosquilleo en su nariz al inhalar la dulce fragancia que desprendían.—Tienen un olor agradable —murmuró ella.Emir asintió y con cuidado cortó el tallo de la flor que había señalado, eligiendo las que pondría en el centro de mesa.—Según mi esposa, su significado se asocia con la amistad y la confianza entre dos personas. Ella creía que al regalarlas a alguien íntimo se fortalecía la relación —explicó mientras veía a Celine con una so
—No tengo problemas en contarte, ¿pero por qué te interesa saber? ¿Jake te ha mencionado algo? —preguntó Enzo.Ella negó con la cabeza, lo que provocó un suspiro por parte de Enzo, quien se sintió aliviado de tener la oportunidad de contar la verdad y no la versión que todos creían.—De haberme contado, no le hubiera creído —respondió Celine.—Entiendo. Primero entremos a casa, te contaré la razón de nuestra enemistad luego de cenar. Muero de hambre —bajaron del auto y caminaron hacia su hogar.Horas más tarde, después de haber tomado una ducha, Celine bajó a la biblioteca encontrando a Enzo. Al verla, él palmeó el sofá para que tomara asiento a su lado. Tímidamente, la joven se acercó a él sintiéndose un tanto incómoda al estar solos en un lugar cerrado.O eso creía ella de Enzo, quien no parecía incómodo. Pero la verdad es que él se sentía en una situación bastante comprometedora al caer en cuenta de que estaban solos. Tragó con dificultad al observarla; vestía una pijama un poco aj
Todos los años, Enzo solía viajar a Francia para asistir a uno de los eventos más importantes para su negocio, con el fin de promocionar la marca de sus productos y conseguir nuevos clientes. Aquella noche, Enzo se preparaba para su viaje después de informar a su padre sobre su partida. Debía llegar temprano ya que tenía programada una breve conferencia y se sentía un poco inseguro al no contar esta vez con la compañía de su padre, quien le había informado que no iría a londres. —¿Hablas en serio, papá? —Creo que lo mejor sería acompañar a Celine, no es sensato dejarla sola en casa. Puede quedarse aquí, si lo prefiere —se disculpó Emir, ocultando el verdadero motivo por el cual no iba a asistir al evento.Enzo estaba inspeccionando su traje a medida, tratando de no arrugar la impecable camisa blanca que destacaba entre sus pertenencias. Al escuchar a su padre, levantó la mirada y notó su expresión, teniendo la corazonada de que había algo más detrás de su decisión de quedarse.—¿Por
Subidos en el avión, Celine se aferró al cinturón de seguridad luego de escuchar la breve charla de una de las azafatas que explicaba qué hacer en caso de emergencia. El terror se reflejaba en su rostro mientras evitaba imaginar al piloto perdiendo el control y a ellos volando por los aires. Cerró los ojos y sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos, su imaginación a veces era aterradora.—Celine —la voz de Enzo la sacó de su ensimismamiento, volviéndola a la realidad.Ella volteó la cabeza para mirarlo, pero no alcanzó a escuchar lo que había dicho, sumergida en sus pensamientos.—¿Eh? ¿Me dijiste algo? —preguntó confundida y él suspiró.—No creo que haya sido buena idea traerte conmigo —murmuró Enzo mientras se recostaba en su asiento.—¿Por qué dices eso? —inquirió ella, confundida y un poco ofendida.—¿Todavía lo preguntas? Solo mira cómo estás, más pálida que ese pudín —señaló lo que tenía en la mano, haciendo referencia a lo asustada que lucía—. No estoy seguro de si podrá
Habían transcurrido varios minutos desde que Celine se encerró en el baño, y aún no daba señales de salir. La joven se encontraba en un gran aprieto, ya que no podía subir la cremallera de su vestido y el evento estaba por comenzar. Desesperada, intentó alcanzar la cremallera, pero esta parecía haberse atascado.—No, por favor... —murmuró para sí misma.Inspiró profundamente, contando mentalmente hasta diez, y resignada decidió pedir ayuda a la única persona que podría ofrecérsela. Abrió lentamente la puerta, asomándose para ver a Enzo frente al espejo mientras anudaba su corbata. Celine lo contempló en silencio, lucía tan apuesto que entendió por qué las mujeres no podían evitar mirarlo.Batió la cabeza para despejar sus pensamientos al notar lo embelesada que se había quedado observándolo. Carraspeó llamando su atención, Enzo se giró, sus ojos recorriendo de pies a cabeza a la joven.—¿Sucede algo? —inquirió al ver cómo ella jugaba tímidamente con su cabello rojizo.—Necesito un peq