Se convirtieron todos en humanos al escucharlas. Amet corría hacia su mitad, que comenzaba a caer inconsciente; la tomó en sus brazos justo antes de que llegara al suelo. Jacking se acercó y le colocó una mano en la frente. Una hermosa luz dorada emergió de allí y luego desapareció. Jacking abrió los ojos asombrado, pero no dijo nada. Ordenó con voz imperiosa:— Llévenla a una habitación. Estará bien, solo se ha desmayado. Horacio, sígueme. Necesitamos hablar.Julieta miró a su mitad, Horacio, y le pidió disculpas con los labios. Él le sonrió tímidamente. Luego siguió al Alfa al despacho, consciente de que se había metido en serios problemas. Sin embargo, creía que se había acercado más a su mitad por el modo en que ella lo miró arrepentida. Solo por eso, estaba dispuesto a aguantar cualquier castigo. Después, arreglaría cuentas con su lobo porque estaba seguro de que no le había avisado a Ammyt.— ¿En qué diablos estabas pensando, Horacio? ¡Esa chica puede estar traumatizada en este
Después de terminar de hablar con el Alfa Supremo, Isis se sintió muy mal. ¡No quería ser una loba! ¡Quería ser humana y que la amara Jacking! ¿Por qué tuvo que nacer de lobos? No es que sus padres no fueran buenos; no los cambiaría por ninguno. Pero, ¿por qué tuvieron que ser lobos? ¡No debía haber dejado ir a Mat! ¡Ese lobo mentiroso! ¡Tenía que haberle dicho que no era una creación de su imaginación, que era real! ¡Y ella creyendo que estaba loca! ¡Y resulta que es el lobo del Alfa Supremo! ¡Lobo mentiroso! ¡Cuando vuelva a aparecer, lo castigará! Isis decidió dormir un rato, pues estaba muy cansada. Cuando se quedó dormida, un dolor intenso en su pie la despertó. Abrió los ojos y vio cómo un terrible lobo de ojos rojos la mordía en un pie, llevándola a rastras por la tierra. Gritó aterrada, muy fuerte. Al despertar asustada, se dio cuenta de que había sido solo un recuerdo del asalto de los lobos cuando era niña. Hizo todo lo posible por no volverse a dormir, pero el cansancio
Para desconcierto del Alfa Supremo, Isis comenzó a llorar nuevamente de forma desconsolada. Se separó un poco de él, sin dejar de tocarlo, demostrando el gran miedo que sentía a que el Alfa desapareciera de pronto y la dejara sola con aquella terrible pesadilla. En ese momento, él veía a su Luna como una niña indefensa y asustada, y deseaba protegerla. — Verás, señor Alfa —inició Isis, visiblemente confundida y atormentada—. ¡Toda mi vida la viví como humana! ¡Nunca, ni en mis más remotas fantasías, me imaginé que era un ser sobrenatural, y mucho menos una loba! ¡El único animal al que temo! Se detuvo, como si intentara encontrar las palabras adecuadas antes de continuar, como si esa verdad fuera demasiado pesada para ella. Suspira, soltando un sollozo al mismo tiempo. — No es que no pueda llegar a aceptarlo algún día, ¿sabe? —dijo, como una chiquilla soplándose los mocos. El Alfa pensó que su Luna era adorable y le acarició con cariño la cabeza con su enorme mano, lo que hiz
Pero Isis negó rápidamente; no quería enfrentar esa memoria. Le aterrorizaba ver a ese terrible lobo de ojos rojos arrastrándola por un pie, era tan vívida que sentía el dolor de su mordida. Sabía que un día debía hacerlo, quizás en otra ocasión. — ¡Hoy no! Prefiero quedarme aquí contigo —dijo acercándose y volviendo a abrazarlo como si fuera Mat. Se sentía muy feliz, aunque también estaba cansada; los ojos se le cerraban—. ¿Puedes quedarte a dormir conmigo hoy, por favor? — No puedo quedarme toda la noche, querida, pero puedo hacer otra cosa —contestó el Alfa con un suspiro, lamentándose por no poder complacer a su Luna—. Puedo hacer que estés conectada todo el tiempo conmigo y que me hables a cualquier hora. ¿Te gustaría? — ¡Oh, sí! ¡Me encantaría, señor Alfa! —exclamó Isis emocionada, como si le hubiera ofrecido el mejor regalo de todos—. ¡Me vuelvo loca aquí sola, sin tener a nadie con quien hablar! Su sonrisa iluminó no solo su boca, sino también sus hermosos ojos que m
Julieta se dio cuenta de que se le había ido la mano con la broma que le había exigido que le hiciera Horacio a Antonieta. Había metido a su mitad en serios problemas. Fue una gran sorpresa ver al lobo Ammyt de Amet saltar sobre Hor, el lobo de Horacio. Creyó que lo iba a matar, y su corazón le dolió.Su pobre lobo debía estar herido y aquella reunión no parecía terminar. Estaba realmente nerviosa. ¿Qué le harían a su pobre lobo por su culpa? El Alfa Supremo era impresionante y aterrador.— Oye, Meryt, ¿qué crees que le hará tu hermano a mi lobo? —preguntó Juli.— No lo sé. Llevo muchos años alejada de él. No sé cómo es ahora —contestó honestamente Merytnert. — Pero si viste cómo se ve el Alfa Supremo, es imponente. ¡No debiste obligar a Horacio a hacer eso! &iex
Pero cuando estaba a punto de llegar al clímax, él se detuvo para subir hasta sus pechos y comenzó a succionar con gran maestría, mientras sus dedos se introducían en su interior. Ella gemía como loca; nunca en su vida había sentido tal placer. Tiró de él para poder besarlo, y lo hizo, ¡queriendo comerse la boca de su hombre que sabía a ella!Luego bajó hasta su cuello, la chupaba una y otra vez, donde debía ir su marca, sus colmillos rozaban la piel de la mujer, provocándole miles de sensaciones. Julieta estaba enloquecida de placer; atraía con sus pies al hombre por la cintura. Sacó sus garras y le rompió la ropa.Horacio terminó de desprenderse de su ropa, sin dejar de lamer a su mitad. Sacó su miembro y, sin previo aviso, enloquecido por esta mujer, la embistió con todas sus fuerzas. Julieta soltó un grito d
Merytnert se acaba de despertar y no sabe qué le pasa. Desde que vive en esta casa, se siente inquieta, como si le faltara algo. Se siente incompleta, incluso junto a su mitad. Nunca antes había experimentado esta sensación; siempre fue muy segura de sí misma. Tendrá que hablar con su hermano.Toma su ropa y se dirige al baño. Hace sus necesidades y se da un baño. Se mira desnuda en el espejo y se asombra. Encima de su pecho izquierdo, ha aparecido un tatuaje de una loba negra, con un diamante dorado en la frente. Se apresura a vestirse y se dirige al despacho de su hermano. Lo encuentra absorto en su trabajo. Él levanta la vista al sentir su presencia.— Buenos días, preciosa —sonríe el Alfa a su hermana menor.— Buenos días, Ru. Tengo que enseñarte algo —Merytnert se acerca a Jacking, quien la mira asombrado.— ¿Te acuerdas de có
El Alfa observa cómo Merytnert abre y cierra las aletas de su nariz, cierra los puños como señal de que está muy molesta, y se divierte al comprobar que, a pesar de todos los años que han pasado separados, ella sigue siendo la misma niña impulsiva y fácil de molestar.— ¡Ru, te lo advierto! —Los ojos de Merytnert ahora casi rojos le indican que su loba está despertando, algo que agrada al Alfa—. ¡Me enojaré mucho contigo si le haces algo a mi mitad! ¡No me quieras ver enojada, Ru!El Alfa no puede contener la risa y ríe a carcajadas ante su pequeña hermana, que no se ríe y sigue mirándolo amenazante. A ella no le hace ninguna gracia que abuse de su poder con Héctor, a quien ama más de lo que creía posible, y ha decidido defenderlo de los lobos más poderosos que él, incluido su hermano mayor.— Ja, ja, j