Estaba feliz de que todo hubiera salido muy bien. Ahora solo faltaba entrenar a esos dos. Tendría que hacerlo él mismo, porque el poder de su hermana era muy fuerte, sobrepasando al de los demás; ella era una Alfa Real. Cuando jugaban de niños, era el único que podía controlarla y, en ocasiones, tenía que intervenir su padre. A Héctor debería enseñarle todo desde cero. Bueno, eso sería a partir de mañana; ahora iba a ver a su Luna.
—¿Mat, crees que es buena idea llevar a Isis a ver a su loba Ast? —Le preguntó a su lobo dudando si a lo mejor resultaría algo bueno de eso. —No es mala idea —aceptó Mat. —Pero creo que deberíamos esperar unos días, para que nos extrañe más a nosotros. —¿Estamos siendo un poco egoístas, Mat? —preguntó Jacking preocupado. &mdashDespués de separarse, miró a Dakarai por un momento, luego se puso a explicar qué esperar de los baños termales para la salud de su esposa.—Ahora voy a ver a Isis —le dijo—. Ya hemos perdido mucho tiempo. Pero primero vamos a ver a su loba Ast. ¿Tiene algún consejo sobre cómo tratar con su pequeña hija loba?—A mi Ast, de pequeña, le gustaba mucho jugar a los escondites —respondió Dakarai, sonriendo como si recordara esos momentos—. Le digo esto por si no la ves; espere a que salga. También es muy juguetona, pero desconfiada. No se acerquen; déjala que sea ella la que venga. Es muy curiosa, y vendrá a su encuentro. Muchas gracias mi Alfa por todo esto que hace, ojalá logres resolver el problema de mi pequeña.—Gracias, mi suegro. Me has ayudado mucho —se despidió con un apretón d
Isis seguía sumida en el torbellino de preguntas y pensamientos que la llenaban de dudas, dejándola atrapada en un mar de interrogantes sin respuesta. Como en otras ocasiones, comenzó a tener un diálogo interno, creyendo que hablaba con su propia consciencia, aunque a veces sentía que esta tenía una voz propia, una personalidad distinta.—¿Por qué siento éstas mariposas en el estómago cuando lo veo? —se cuestionó con un suspiro ligero, aunque algo avergonzada.—¡Porque estás loca! —contestó su consciencia con un tono burlón, casi riéndose de ella.—¿Me gustará el Alfa Supremo? —insistió, con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.—¡No te puede gustar, Isis! Él es un lobo, y tú eres humana, ¡qué disparate! —replicó su consciencia, taja
Isis lo miró con desconcierto. Su instinto le advertía de que el Alfa deseaba convencerla de algo serio. Pero ella estaba convencida de que era la parte humana y Ast, era la loba, no ella.—¿Qué quieres decir? —preguntó, frunciendo el ceño con evidente confusión.—Mi Luna, debes aceptar que tu loba, Ast, es parte de ti, y tú eres parte de ella. Son una sola. Hasta que no lo hagas sinceramente… —se detuvo un momento, mirando el impacto de sus palabras en ella, antes de continuar— …no podrán unirse. Ast está sola, y es solo una cachorra. Necesita que tú la ayudes a darse cuenta de que ha crecido.Isis sintió que la frustración se apoderaba de ella. Y dale con que soy una loba, pensó furiosa. ¿Es que acaso no le gustan las humanas?—¡Somos dos! ¡Ella es la loba y yo la humana! —contradijo
El Alfa Supremo sonrió de forma amplia al escuchar esas palabras, su victoria era evidente. Ella aunque confundida lo reclamaba como suyo. Sonrió complacido y se atrevió a preguntar:—¿Entonces, serás mi novia? —preguntó, con una mezcla de ilusión y triunfo.Isis, aturdida por la pregunta y por lo que sus propias palabras habían provocado, guardó silencio. No había planeado llegar a ese punto. Lo suyo con el Alfa Supremo había comenzado como un juego, un coqueteo inocente. No obstante, ahora se encontraba atrapada en algo más grande de lo que imaginaba. Mirando esos enormes ojos llenos de expectativa, no sabía qué hacer ni qué decir. Me he metido en un lío tremendo, pensó mientras su consciencia la reprendía con dureza: ¡Acláralo rápido!—¡No puedo ser tu novia! Me gusta el humano Jacking,
Isis se inclinó, cerrando los ojos mientras se sumergía en el aroma que él desprendía. Su mente comenzó a jugar con las sensaciones que la envolvían. ¡Oh, esto es una maravilla! ¡Qué delicia! pensaba, emocionada por cada nueva impresión que detectaba en su fragancia. —Hueles a jengibre… —dijo, abriendo ligeramente los ojos como si buscara confirmar lo que sentía— …a cuero, a madera... pero no cualquier madera. Espérate… Sí, ya sé, es sándalo. Y, por último… —hizo una pausa, disfrutando del momento como si quisiera prolongar la experiencia—. El olor que más me gusta es el de la flor Lyallii, esa que vi el otro día en la feria de las flores. El Alfa sonrió, complacido con su respuesta. Le agradaba que su Luna pudiera percibirlo en su totalidad, incluso en su forma
No le agradaba en absoluto que su pequeña hermana tuviera que casarse de esa manera con su mitad. Sin embargo, estaba decidido a preparar una boda en la que participarían todas las manadas del mundo. ¡Ella era una princesa, y su boda debía ser espectacular!—Jacking, ¿viste lo hermosa que estaba nuestra hermana Nert? —preguntó Mat, emocionado, refiriéndose a la loba de Merytnert. —Sí, Nert, es realmente majestuosa —respondió Jacking con una sonrisa. —Desde niña ya se podía ver que lo sería. —Solía morderme la cola para que no me fuera. Ja, ja, ja —añadió Mat, mientras los recuerdos de su hermana, en ambas formas, volvían a su mente como si hubieran ocurrido ayer—. Siempre quería dormir conmigo. —Me alegra que haya recuperado todas sus memorias —comentó Jacking,
Isis guardó silencio. No podía negar que esa parte de sí misma tenía razón. Estaba profundamente enamorada del humano llamado Jacking. Sin embargo, el problema era que él no estaba allí, y ese vacío la hacía sentirse aburrida, aislada. —¡Oye, no va a pasar nada por un beso! —intentó justificarse, como si la sola idea pudiese convertir aquello en algo inofensivo. —¿Estás segura? —respondió la voz en su mente, cargada de escepticismo. De repente, un aroma familiar inundó todo a su alrededor. Se detuvo en seco, olfateando con intensidad mientras avanzaba hacia donde provenía ese olor. Entonces lo recordó: ¡Era el olor de su papá y también del Alfa! Sin meditarlo mucho, ordenó con énfasis: —¡Cállate! Déjame ver qué quieren. &nbs
A Isis le pareció una idea maravillosa. Sus ojos se iluminaron con entusiasmo solo con el pensamiento. Corriendo en su interior, se dirigió rápidamente hacia esa parte de sus recuerdos, un sitio al que ya había acudido antes en otras ocasiones. Mientras se acercaba, la curiosidad la llevó a preguntar: —¿Estará el Alfa Supremo con tu lobo también? Jacking sonrió al imaginarla revoloteando entre sus memorias. Su voz, aunque algo cansada, sonó firme al responder: —Sí, mi Luna —dijo, dejándose caer nuevamente sobre la cama—. Ahora duerme tranquila. Te amo, mi Luna. —Yo también te amo, mi Alfa —susurró Isis. Su voz fue desvaneciéndose mientras su mente quedaba envuelta en los suaves recuerdos que buscó para consolarse. En pocos segundos, ya no le escuchó más; estaba sumida en el ab