Merytnert, decidida a ayudar a quien considera su hermano a llevarse bien con su pareja destinada, espera que se quede en la manada con ella. —Yo solo te digo que lo cuides —prosiguió—. Ayer mismo vinieron dos lobas hermosísimas con la excusa de preguntar algo. Pero yo las vi, cómo se desvivían cuando Amet y Horacio salieron del despacho. —¡¿Qué?! ¿A mi chico también lo persiguen? —salta Antonieta—. Yo no seré loba, pero si me encuentro con una cerca de mi chico, la mato. ¡Es mío, solo mío! ¡No lo comparto con nadie! —Ja, ja, ja... —ríen todas, como siempre, ante las reacciones de Antonieta—. ¡Pero sí que se te han desatado los celos, Antoni! Ja, ja, ja... La situación es divertida; todas se sienten felices de estar juntas y de haber encontrado a sus parejas dest
Después de que vino el Alfa Supremo ayer, Isis se sintió mejor. Sabía que él tenía mucho poder y que la ayudaría a salir de allí. Estaba segura de ello. Durmió en la habitación de Jacking, y al menos podía ver a su Mat. Ese lobo malo no había regresado, pero lo peor era que no sabía qué le había sucedido. Tampoco había podido volver a crearlo, y lo extrañaba tanto. Sería más fácil si estuviera allí con ella.Esperaba con ansias la llegada del Alfa para tener noticias de su madre. No había podido volver a hablar con su padre. Sentía su olor, sus caricias y sus besos, pero no podía comunicarse con él.—Isis, ¿dónde estás? Soy el Alfa Supremo, acércate —la llamó con alegría.—¡Hola! Qué bueno que vino —respondió con
El Alfa Supremo vio que su Luna estaba a punto de entrar en pánico y pensó que sería muy difícil que ella aceptara ser una loba. Todo se estaba complicando mucho; si ella no se reconocía como loba, ¿cómo iban a impedir que se convirtiera en humana antes de que Ast estuviera lista?—No llores, Isis, no llores. Cálmate, por favor —pero Isis no lo hacía; se había agachado, con las manos en su rostro, llorando aterrorizada mientras se estremecía por completo. El Alfa quería correr a consolarla, pero sabía que no podía. Sin embargo, se le ocurrió algo—. ¿Isis, quieres ver a Mat?—¡Sí, señor! ¿Puede prestármelo? ¡Lo necesito mucho ahora! —dijo, llorando desconsoladamente.No comprendía por qué, a pesar de que había pasado tanto tiempo, ella segu&iac
Desde el día en que Horacio encontró a su mitad, ha estado sufriendo. Ella está en su casa, la ve a todas horas, pero no puede tocarla. Se viste con las ropas más sexis y provocativas que existen, pero no le permite acercarse. Está furiosa por haberla dejado en Brasil, por haberla rechazado, como ella le hace saber.En realidad, él no la rechazó; simplemente no le creyó. Lo peor es que ahora le exige que se convierta en Hor cuando está en su casa, y lo abraza y lo besa. Sin embargo, todavía no le ha permitido conocer a su loba. La curiosidad lo consume. Hor conversa con ella, pero tampoco ha visto a su loba.La loba se llama Salet; es muy amorosa, según le dice Hor. Pero también le ha comentado que su mitad está muy, pero muy furiosa. Ella le ha expresado que debe enamorarla como si fuera humana, y que eso podría ayudar. ¡Pero él no tiene ni idea de cómo ha
Horacio compra una caja de diferentes vinos dulces y la comida favorita de su mitad. Se dirige a la casa del Alfa, donde les había pedido a todos que lo vieran; estaba ansioso por ver qué sucedería. Al llegar, Amet le informa que lo dejaron para más tarde porque se presentó una emergencia en la clínica, y Teka y Aha están ocupados. Sin embargo, Jacking le dice que han encontrado el paradero de la bruja Isfet, lo que resulta importante.Ya es tarde cuando sale del despacho. Ve cómo las chicas salen y nota que Julieta lo mira, aunque finge no verlo. Le hace una seña a Amet para que lo ayude. — Netfis, ¿puedes acompañarme un momento a la biblioteca? Quiero que estudies algo para el entrenamiento de mañana. ¿Antoni, querida, vienes? —la llama con una sonrisa. — Sí, amor, vamos —responde, pero se detiene para preguntar a su amiga—. Netfis, ¿qué es lo que entrenas con Amet? — Ahora te explico, Antoni —responde Netfis antes de inquirir—. Juli, ¿te vas con Horacio o me esperas? — No s
Se convirtieron todos en humanos al escucharlas. Amet corría hacia su mitad, que comenzaba a caer inconsciente; la tomó en sus brazos justo antes de que llegara al suelo. Jacking se acercó y le colocó una mano en la frente. Una hermosa luz dorada emergió de allí y luego desapareció. Jacking abrió los ojos asombrado, pero no dijo nada. Ordenó con voz imperiosa:— Llévenla a una habitación. Estará bien, solo se ha desmayado. Horacio, sígueme. Necesitamos hablar.Julieta miró a su mitad, Horacio, y le pidió disculpas con los labios. Él le sonrió tímidamente. Luego siguió al Alfa al despacho, consciente de que se había metido en serios problemas. Sin embargo, creía que se había acercado más a su mitad por el modo en que ella lo miró arrepentida. Solo por eso, estaba dispuesto a aguantar cualquier castigo. Después, arreglaría cuentas con su lobo porque estaba seguro de que no le había avisado a Ammyt.— ¿En qué diablos estabas pensando, Horacio? ¡Esa chica puede estar traumatizada en este
Después de terminar de hablar con el Alfa Supremo, Isis se sintió muy mal. ¡No quería ser una loba! ¡Quería ser humana y que la amara Jacking! ¿Por qué tuvo que nacer de lobos? No es que sus padres no fueran buenos; no los cambiaría por ninguno. Pero, ¿por qué tuvieron que ser lobos? ¡No debía haber dejado ir a Mat! ¡Ese lobo mentiroso! ¡Tenía que haberle dicho que no era una creación de su imaginación, que era real! ¡Y ella creyendo que estaba loca! ¡Y resulta que es el lobo del Alfa Supremo! ¡Lobo mentiroso! ¡Cuando vuelva a aparecer, lo castigará! Isis decidió dormir un rato, pues estaba muy cansada. Cuando se quedó dormida, un dolor intenso en su pie la despertó. Abrió los ojos y vio cómo un terrible lobo de ojos rojos la mordía en un pie, llevándola a rastras por la tierra. Gritó aterrada, muy fuerte. Al despertar asustada, se dio cuenta de que había sido solo un recuerdo del asalto de los lobos cuando era niña. Hizo todo lo posible por no volverse a dormir, pero el cansancio
Para desconcierto del Alfa Supremo, Isis comenzó a llorar nuevamente de forma desconsolada. Se separó un poco de él, sin dejar de tocarlo, demostrando el gran miedo que sentía a que el Alfa desapareciera de pronto y la dejara sola con aquella terrible pesadilla. En ese momento, él veía a su Luna como una niña indefensa y asustada, y deseaba protegerla. — Verás, señor Alfa —inició Isis, visiblemente confundida y atormentada—. ¡Toda mi vida la viví como humana! ¡Nunca, ni en mis más remotas fantasías, me imaginé que era un ser sobrenatural, y mucho menos una loba! ¡El único animal al que temo! Se detuvo, como si intentara encontrar las palabras adecuadas antes de continuar, como si esa verdad fuera demasiado pesada para ella. Suspira, soltando un sollozo al mismo tiempo. — No es que no pueda llegar a aceptarlo algún día, ¿sabe? —dijo, como una chiquilla soplándose los mocos. El Alfa pensó que su Luna era adorable y le acarició con cariño la cabeza con su enorme mano, lo que hiz