Horas más tarde.Camila se colocó el cubrebocas y caminó por un largo pasillo, hasta llegar al área de terapia intensiva en donde se encontraba William, se detuvo durante unos instantes al verlo recostado en aquella cama, pegado a varios cables que conectaban a los monitores, además de llevar un respirador.Deslizó la yema de los dedos sobre su mano y con lentitud fue ascendiendo hasta llegar a su bicep. Agradeció en lo más profundo de su ser, poder apreciar la tibieza de su piel.—Estoy aquí —habló directo a su oído—. No me voy a mover, hasta saber que estás fuera de peligro, mi amor. Solo te pido que sigas luchando, por favor —sollozó—. No te des por vencido, te necesitamos, tus hijos y yo. —Lo sujetó de la mano—. Te amo.—Yo también —pronunció retirando la mascarilla de su rostro. Abrió los párpados, luchando por no volver a cerrarlos.Camila dibujó una gran sonrisa, al verlo despertar.—Lo sé —expresó con voz fragmentada—, estuviste a punto de morir, todo por salvarme la vida —su
Caminó a pasos rápidos por el tétrico pasillo que la conducían a los separos, abrochó la chamarra que Guillermo sacó de su auto.—Finalmente está en el lugar que corresponde —expresó Camila con resentimiento.Katherin se encontraba recostada sobre la fría banca de cemento, abrazándose así misma.— ¿Qué quieres? —se puso de pie de inmediato.—Viene a corroborar que estés presa, y que no salgas, nunca —expresó con rencor.—Soy una persona importante, tengo muchos amigos poderosos, basta con que les llame, y me sacarán de aquí. —Limpió sus lágrimas.Camila se mofó.—Eso no es verdad —expresó, negando con la cabeza—, los amigos se cuentan con los dedos de las manos y te aseguro, que te saldrán sobrando.—Ya lo veremos.—Yo misma voy a estar al pendiente de que pagues por lo que hiciste. —La miró con desprecio.—Tengo derechos, esa niña es mi nieta.—No, no tienes derecho, fui yo quien cuidó de ella, cuando tu hija la despreció, yo fui quien hizo todo para salvarle la vida, protegerla y a
Henry colocó ambas manos sobre sus mejillas, y acercó sus rostro al de ella, ambos rieron al sentir cómo las gotas de la regadera, chocaban sobre sus cuerpos. Las pupilas de Lucía estaban dilatadas, respiraba agitada al sentir como su virilidad cobró vida.—Ya no puedo esperar más por ti —confesó ferviente por él.Los dedos de Henry, se deslizaron por los empapados hombros de Lucía, y sonrió.—Eres muy atrevida —mencionó con la voz enronquecida—. Yo no me hubiera atrevido a buscarte, no me sentía preparado para hacerlo, ahora no sé si lo esté para dar un paso más.—Solo di el primer paso, ya que tú no te atrevías—refirió sonriente—, por la forma en la me mirabas y la manera que tartamudeabas cuando me hablabas, Fueron suficientes señales para mí, además creo que tu amigo no opina lo mismo. —Sus dedos sujetaron su falo y presionó con cuidado.Henry presionó sus dientes ante aquellas caricias que recibía, en ese instante se olvidó de todo y acercó sus labios a los de ella, buscando con
La mirada de Camila, se llenó de un gran brillo al escucharlo, su corazón retumbó tan fuerte que lo podía sentir atascado en el centro de su garganta. Giró hacia Guillermo y lo abrazó con fuerza. —Voy a aprovechar para ir a ducharme y vuelvo. —Guiñó un ojo—, dile a mi amigo que me da mucho gusto saber que se encuentra bien. Camila afirmó con la cabeza, y siguió al médico para seguirlo, para ponerse los aditamentos que necesitaban para entrar a terapia intensiva. —Lo trasladamos a terapia intermedia, si todo sale bien, lo llevaremos a una habitación por la mañan Las pupilas de Camila se dilataron al ver que la cama de William estaba inclinada, y él estaba atento, mirando hacia la entrada. La joven dibujó una gran sonrisa que le llegó hasta los ojos. William hizo un gran esfuerzo y estiró ambos brazos para recibirla. —Te echaba de menos —manifestó ladeando los labios sonriente. —Y yo a ti. —Camila se dirigió a pasos agigantados, sin dejar de reflejarse en la mirada de él—. No imag
— ¿Qué dices Tiana? —Marc esperaba atento a su respuesta.La jove inhaló profundo, y lo miró a los ojos.— ¿Vivir contigo? —preguntó con voz temblorosa—, no es algo que se había cruzado por mi mente. —Lo miró con nerviosismo—, vas muy rápido.—Ya no somos niños —indicó Marc—, yo me haré cargo de que cada día sea especial. —Elevó su mentón con una de sus manos—, mírame. — ¿Acaso no dijiste que aún soy un hombre atractivo? —ladeó los labios sonriente.Tiana pasó saliva con dificultad al escucharlo, observó como los labios de él se acercaban lentamente a su boca, cerró sus párpados y se preparó para corresponder a su beso.En cuanto la lengua de Marc hizo contacto con la de Tiana, una agradable descarga los recorrió, sus respiraciones se entrecortaron, haciendo que sus torsos subieran y bajaran, agitados.La chica abrió los ojos y se encontró con unos chispeantes ojos azules, atento a sus reacciones.— ¿Qué dices deseas darte una oportunidad a mi lado? —indagó.Presionó con fuerza sus la
Dos semanas después.Durante la madrugada, una cirugía de emergencia, hizo que Lucía acudiera al hospital donde laboraba, al ser ella la única especialista, que podía atenderlo, al haber sido un embarazo de alto riesgo.Luego de finalizar la cesárea, se dirigió hacia el área de regaderas del personal médico. Caminó hacia el pasillo de las regaderas e ingresó a una de las cabinas y cerró la puerta, entonces comenzó a desabrochar su filipina, quedando solo en sostén. Deslizó los tirantes y llevó ambas manos hacia sus hombros masajeandolos. Tomó asiento sobre la banca del pequeño vestidor y recargó su cabeza sobre el muro, sintiéndose agotada, después de haber vivido horas de gran tensión, durante la cirugía. Posterior a eso, abrió las llaves de la regadera, esperando a que el vapor inundara la cabina de la ducha y se desnudó.Ingresó de inmediato, disfrutando de las pequeñas gotas de agua masajeando su cuerpo. El delicioso aroma a frutos rojos de su champú la hizo terminar de relajars
George ladeó los labios sonriente.—Yo —respondió con tranquilidad—, no esperaba encontrarte aquí —respondió. — ¿Te encuentras bien? —indagó sujetándola por los hombros—, parece que llevas mucha prisa —expresó.—Sí, necesito ir a recoger unas cosas —mencionó y tomó distancia de él—. Te veo después —dijo girando con rapidez.— ¿Acaso Henry no te dijo que no debes andar sola? —cuestionó alcanzando.— ¿Quién te dijo que estoy sola? —respondió ladeando los labios sonriente.George frunció el ceño al escucharla.— ¿Henry está aquí? —preguntó.—Sí, ¿acaso no te lo encontraste? —cuestionó con voz firme.—No. —Frunció el ceño con extrañeza—, se me hace extraño.—A mi también —respondió—, tengo que entrar al quirófano, hasta luego —expresó.Lucia se acercó a su casillero y lo abrió, sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta, que no estaba su móvil.— ¡Demonios! —exclamó asustada. Tomó un bisturí del equipo médico y lo guardó en envolvió con un paño. Esperó durante unos minutos, antes
Henry sacudió su rostro, la miró a los ojos y se quedó pensativo, antes de hablar, la llevó hasta su vehículo y la acomodó con delicadeza, abrochando su cinturón de seguridad. En cuanto arrancó el motor, se alejó con rapidez. —Dime qué fue lo que ocurrió, necesito comprenderlo.—Alguien estaba espiandome, cuando me duchaba, logré ver por debajo de la puerta unas botas, distinguí por un orificio de la puerta que me veían. —Se abrazó a sí misma sintiendo un fuerte escalofrío recorrerla, de pronto intentaron abrirla, estaban forcejeando, por fortuna ingresaron mis compañeras del quirófano, y eso hizo que se alejara.Su mandíbula se tensó y su mirada se ensombreció, justo cuando la adrenalina del momento estaba saliendo de su cuerpo, se llenó de ira.— ¡Infeliz! —exclamó y colocó una de sus manos sobre la de ella.—Como pude me cambié de ropa —expresó con voz temblorosa—, y salí corriendo, al llegar al ascensor, me di cuenta que no tenía mi móvil, por lo que regresé y me lo topé. Record