George ladeó los labios sonriente.—Yo —respondió con tranquilidad—, no esperaba encontrarte aquí —respondió. — ¿Te encuentras bien? —indagó sujetándola por los hombros—, parece que llevas mucha prisa —expresó.—Sí, necesito ir a recoger unas cosas —mencionó y tomó distancia de él—. Te veo después —dijo girando con rapidez.— ¿Acaso Henry no te dijo que no debes andar sola? —cuestionó alcanzando.— ¿Quién te dijo que estoy sola? —respondió ladeando los labios sonriente.George frunció el ceño al escucharla.— ¿Henry está aquí? —preguntó.—Sí, ¿acaso no te lo encontraste? —cuestionó con voz firme.—No. —Frunció el ceño con extrañeza—, se me hace extraño.—A mi también —respondió—, tengo que entrar al quirófano, hasta luego —expresó.Lucia se acercó a su casillero y lo abrió, sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta, que no estaba su móvil.— ¡Demonios! —exclamó asustada. Tomó un bisturí del equipo médico y lo guardó en envolvió con un paño. Esperó durante unos minutos, antes
Henry sacudió su rostro, la miró a los ojos y se quedó pensativo, antes de hablar, la llevó hasta su vehículo y la acomodó con delicadeza, abrochando su cinturón de seguridad. En cuanto arrancó el motor, se alejó con rapidez. —Dime qué fue lo que ocurrió, necesito comprenderlo.—Alguien estaba espiandome, cuando me duchaba, logré ver por debajo de la puerta unas botas, distinguí por un orificio de la puerta que me veían. —Se abrazó a sí misma sintiendo un fuerte escalofrío recorrerla, de pronto intentaron abrirla, estaban forcejeando, por fortuna ingresaron mis compañeras del quirófano, y eso hizo que se alejara.Su mandíbula se tensó y su mirada se ensombreció, justo cuando la adrenalina del momento estaba saliendo de su cuerpo, se llenó de ira.— ¡Infeliz! —exclamó y colocó una de sus manos sobre la de ella.—Como pude me cambié de ropa —expresó con voz temblorosa—, y salí corriendo, al llegar al ascensor, me di cuenta que no tenía mi móvil, por lo que regresé y me lo topé. Record
El corazón de Tiana retumbaba con fuerza, al ver que no decía una sola palabra.— ¡Sorpresa! —exclamó—, acomodándose los tirantes de la blusa de gasa que usaba.Marc sacudió su rostro, al distinguir nerviosismo en su voz, su mirada se fijó en los movimientos de una de sus manos, al arreglarse los finos tirantes de spaguetti, entonces sus ojos se clavaron en su acremada piel de porcelana.—Vaya que me has sorprendido —manifestó sacudiendo su rostro.—Me decidí hace unos días, me dejaste muy en claro que en el momento que me viniera a vivir contigo, esta también sería mi casa. — ¿Es así o no? —indagó—, por eso me atreví a solicitar un cambio, para sentir la habitación como mía.No pudo evitar sonreír, al escucharla.—Me alegra que empieces por el lugar más importante. —Su mirada se ensombreció, acercándose a ella para poder estrecharla entre sus brazos.—No deseaba dormir en una cama, en la que hubiese huellas de otra mujer.No pude evitar deslizar sus dedos sobre sus hombros, su piel
Lleno de repulsión, se recargó sobre la pared intentando jalar aire, ante el horror que estaba viendo. Se puso de pie y caminó hacia su closet, y abrió las puertas, sacó un par de cajas, que tenía en la parte superior, y comenzó a hurgar, desde el interior de los guantes de látex, sus manos sudaban, ante el nerviosismo que lo recorrería.Encontró imágenes de ellos cuando estudiaban la carrera, en donde aparecían juntos, aparecían Henry con el rostro recortado.— ¿Por qué nunca me di cuenta que me odiabas? —se reprochó.Sacudió su rostro al vibrar su móvil, arrugó el ceño al ver que se trataba George.—Parece que ya descubriste mi secreto, ¿cómo te sientes al saber que Stacy te engañó conmigo?Henry inhaló profundamente y tensó su mandíbula.— ¿Por qué? —cuestionó con la voz enronquecida.—Desde que la conocí, siempre me gustó —explicó—, de no haberte conocido, estoy seguro que se habría enamorado de mí —gruñó—, pero tenías que cruzarte en su camino.y quitármela al igual que me lo qui
— ¿Acaso lo dudas? —Camila esbozó la más bella de sus sonrisas. — ¡Por supuesto que deseo casarme contigo! —exclamó con alegría—, aunque no necesitamos de un papel para estar juntos. —De un papel no, pero sí, de algo que nos una más allá de las cosas de este mundo —sonrió—, después de todo lo que vivimos, me encantaría tener un vínculo que me ate espiritualmente a ti. —Colocó el fino diamante en oro blanco, con pequeñas incrustaciones alrededor de pequeñas piedras brillosas, coronando con un gran diamante reluciente. Las pupilas de la joven se dilataron al observar aquel símbolo como promesa de que tendrían un futuro pleno, juntos. —Valió la pena esperar por esta propuesta. —Se aferró a su cuello en cuanto se puso de pie—. Te amo William Ellison, desde el día que te conocí, cuando comenzamos con los trámites del vientre subrogado, me pareciste el hombre más apuesto, que jamás había visto en mi vida. William ladeó los labios y la estrechó con fuerza hacia él. —Lamento tanto que mi
Las prendas volaban por toda la habitación en la que William y Camila se encontraban. Los dulces jadeos de su chica se escuchaban como delicadas notas para sus oídos, las cuales, armonizaban de manera excitante el interior, ante las ardientes caricias él le provocaba.No eran necesarias las palabras entre ellos, la gran conexión que habían alcanzado, después de tantas complicaciones, hacían que se entendieran de una forma única, haciendo que el amor que se tenían creciera cada día más. Fuertes chispazos, chisporrotearon como llamaradas ardientes. Camila dejó caer su cuerpo completamente laxo, después de llegar a la cúspide.—Hay una cosa que nos falta por hacer —expresó mirando su sortija.— ¿Qué cosa? —indagó él.—No hemos fijado fecha para la boda. —Ladeó los labios, al tiempo en la que una de sus manos prosiguieron acariciando su magro cuerpo.— ¿Te parece la próxima semana? —cuestionó Will.— ¡Estás loco! —exclamó Cami—, es muy poco tiempo.—No para mí, necesito más tiempo.— ¿En
Lucía se estacionó y descendió del vehículo, cerró la puerta de un fuerte azotón, limpió sus lágrimas, y caminó hacia la entrada de la casa de Camila. Henry estacionó su motocicleta y corrió hacia ella, la sujetó de uno de sus brazos.—Tenemos que hablar —solicitó—, no quiero perderte —manifestó con su pecho agitado.—Tampoco yo, pero no deseo que mi vida dependa de ti. Tener que identificar tu cadáver, porque la obsesión de una venganza, te ganó.Henry inhaló profundo, y cubrió con las manos sus labios.—No me perderás, lo prometo. —Colocó ambas manos sobre su rostro, confía en mí—. Te amo —expresó con voz temblorosa.—También te amo, y me aterra tener que vivir el resto de mi vida sin ti —se aclaró la garganta—, pregúntate a ti mismo qué es lo que buscas ¿justicia o venganza?, porque son palabras muy distintas.Un fuerte pinchazo lo estremeció, todo lo que acababa de descubrir había destapado en él una sed de venganza que no podía contener, sacó su móvil para responder una llamad
Camila se detuvo sobre el umbral de la antigua Catedral de San Patricio, no podía creer que la fecha fijada, había llegado, elevó su mirada hacia los techos extremadamente altos acompañado de arcos apuntalados. Resopló, sin poder creer que la boda sencilla y pequeña que deseaba, se había convertido en un evento de interés social, los medios estaban afuera de la iglesia, deseando llevarse la nota.Tampoco podía creer que William hiciera hasta lo imposible por desposarse justamente ahí, en un lugar lleno de decoraciones lujosas y ornamentadas.Al escuchar la marcha nupcial comenzó a caminar a pasos lentos por la larga alfombra roja, percibiendo como su corazón latía desbocado de la emoción que sentía. Observó un sin fin de personas entre las bancas, todos invitados de su prometido. Esbozó una cálida sonrisa al encontrar en la parte del frente del templo a las personas que eran más importantes para ella: Lucía con Henry, Marc y Tiana, además de Natasha con el pequeño Will.Sus pupilas se